La imagen y las palabras

Para Javier, el joven reportero gr¨¢fico que, en Pasaje al amanecer, tiene que soltar una aut¨¦ntica bomba informativa en plena cena familiar de Nochebuena, el insistente t¨®pico de que una imagen vale m¨¢s que mil palabras supone el gran cimiento de sus convicciones personales. La pel¨ªcula no parece compartir la misma idea y, quiz¨¢ por eso, se empe?a demasiado en anticipar lo que desencadenar¨¢ el conflicto en esta reuni¨®n familiar condenada a los sucesivos rituales de crisis y catarsis. El protagonista tiene que comunicar a sus seres queridos su decisi¨®n de partir al frente de Irak para ejercer su profesi¨®n, revelaci¨®n que el debutante Andreu Castro, tambi¨¦n guionista, se entesta en premasticar de maneras tan obvias que, al principio, parece que esta familia no tenga otra vida, ni existencia m¨¢s all¨¢ de lo que va a ocurrir en el transcurso de esta velada. Todo, en suma, parece estar al servicio del gran tema, en lugar de ofrecerse como contexto vivo y veros¨ªmil golpeado por lo inesperado.

Las ingenuidades del guion en lo que respecta tanto al preludio como a la manifestaci¨®n del conflicto se ven, no obstante, contrarrestadas tanto por el cuidado invertido en la construcci¨®n de los personajes?¨Cresulta muy sorprendente, por ejemplo, el modo en que se aborda el cu?ado interpretado por Carles Francino- como por la verdad que transmite un reparto donde brillan especialmente las presencias femeninas. Y sus miradas, entre la sabia serenidad (Lola Herrera), el fuego inquisitivo (Elvira M¨ªnguez) y el afecto golpeado (Ruth D¨ªaz).