Lecciones del cineasta que hizo sonar ¡®Apocalypse Now¡¯
Walter Murch, colaborador habitual de Coppola, ganador de tres 'oscars' y creador del concepto de dise?o de sonido, explica su profesi¨®n en una clase magistral
Solo por haber sido el hombre que cre¨® el dise?o de sonido en el cine, Walter Murch (Nueva York, 1943) ya merecer¨ªa un lugar en la historia del s¨¦ptimo arte. Pero Murch es mucho m¨¢s: colaborador de Francis Ford Coppola desde Llueve sobre mi coraz¨®n, junto a ¨¦l cre¨® la atm¨®sfera de la Guerra de Vietnam en Apocalypse Now, y los sonidos y las im¨¢genes de los Corleone, entre otros universos. En su curr¨ªculo no solo brilla su filmograf¨ªa inmensa y sus tres oscars: uno por el sonido de Apocalypse Now y otros dos, por el sonido y el montaje (la ¨²nica persona en ganar en ambas categor¨ªas), por El paciente ingl¨¦s, de Anthony Minghella, drama que Murch reconstruy¨® por entero en la sala de montaje, sino tambi¨¦n una obra de culto en los escritos cinematogr¨¢ficos: En el momento del parpadeo, un cl¨¢sico marcado por el exquisito lenguaje, casi po¨¦tico, que maneja Murch. Y, por cierto, ¨¦l invent¨® el nombre de R2-D2 mientras montaba American Graffiti con George Lucas.
Los secretos de 'The End'
Entre el mont¨®n de an¨¦cdotas que ayer cont¨® Walter Murch en su master class (hoy y ma?ana impartir¨¢ un seminario sobre su labor) acerca de Apocalypse Now, adem¨¢s de revelar todo tipo de grandes frases de Coppola ("Al incorporarme al proyecto me dijo: 'La ley de esta peli es que todo el que trabaja en ella se vuelve loco'), el cineasta asegur¨®: "Fui el primer sorprendido al ver el efecto del ventilador y los helic¨®pteros de la secuencia inicial. Creo que di un respingo". Y explic¨® que nadie se dio cuenta de que en la canci¨®n The End, que suena en el filme, Jim Morrison soltaba varios "joder" en un canal escondido de sonido hasta el estreno. "Porque la lanzamos con un nuevo sistema de sonido que no chequeamos hasta la llegada a las salas. En su paso por televisi¨®n tuvimos que quitar las palabrotas... pero esos los colamos".
Ayer, el cineasta dio una master class en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM) sobre Apocalypse Now, la primera pel¨ªcula en la que se ley¨® en los t¨ªtulos de cr¨¦dito "dise?ador de sonido". "Me gusta hablar de ella porque se hizo durante un cambio inmenso de la tecnolog¨ªa y porque, entre otras locuras, se rodaron 230 horas para un producto final de dos horas y 25 minutos. Es decir, por cada minuto definitivo en pantalla sobraron 95. Y todo el celuloide junto pensaba siete toneladas; los rollos adem¨¢s ten¨ªan que estar escrupulosamente ordenados", cuenta en una entrevista antes de su clase. Eleanor Coppola, la esposa del director de El Padrino, cuenta que para su familia, Murch es m¨¢s importante de lo que ¨¦l cree. El aludido, alto, tranquilo, se r¨ªe. "Francis y yo nos vemos de vez en cuando, Es mi amigo, desde luego. Y como yo no fui a Filipinas salvo dos d¨ªas, no tuve que aguantar su locura en el rodaje de Apocalypse Now". Murch define su trabajo con una cita de Victor Fleming, el de El mago de Oz y Lo que el viento se llev¨®: "Un buen montaje hace que una pel¨ªcula parezca bien dirigida. Un montaje excepcional hace que una pel¨ªcula no parezca ni siquiera dirigida". Y explica: "Me gusta la invisibilidad en mi trabajo, salvo excepciones como los anuncios. No estoy conforme con la palabra inglesa para montaje [editing], sino con la espa?ola, similar a la francesa y la italiana. Porque no cortamos o pulimos como un editor de libros, sino que somos m¨¢s como fontaneros, juntando tuber¨ªas para que la pel¨ªcula fluya, no tenga escapes. Eso hicimos en El paciente ingl¨¦s: aquello no flu¨ªa, buscamos otra senda".
A Murch siempre le han atra¨ªdo las met¨¢foras para explicarse. "Mi padre era un pintor muy poco hablador, pero un d¨ªa hablando de un cuadro me dijo que los grandes maestros no cuentan historias, sino par¨¢bolas. Porque las primeras envejecen r¨¢pido, las segundas duran siglos. Puede que de ah¨ª me venga eso". No entiende que alguien separe imagen y sonido, "ya que son como las dos caras de una moneda"; le gusta incidir en su regla de los seis ("en el montaje debes de tener en cuenta la emoci¨®n, la historia, el ritmo, el movimiento de los ojos del p¨²blico, las dos dimensiones de la pantalla y la tercera dimensi¨®n de lo que ocurre dentro de la pantalla"), y recuerda una de sus m¨¢ximas: "El hielo y el vapor pueden contar m¨¢s sobre la naturaleza del agua de lo que revelar¨ªa el agua de por s¨ª".
Murch lleg¨® al cine desde el sonido (fue el t¨¦cnico que estaba en el control de la primera emisi¨®n radiof¨®nica en la que actu¨® Bob Dylan), defiende los programas inform¨¢ticos digitales para realizar su labor (y ha usado varios de ellos), aunque sigue montando de pie, como desde el primer d¨ªa. "Cuando escribo, lo hago tumbado, pero el montaje lo realizo de pie. Cuando empec¨¦, te pon¨ªas delante de una moviola como si fuera tu pareja de baile, casi la abrazabas moviendo de un lado al otro la pel¨ªcula. Si a alguien se parece un montador es a un cocinero, porque tienes que saber tanto de t¨¦cnica como de arte, y te preocupa mucho el tiempo: no puedes pasarte ni quedarte corto. Y f¨ªjate, tambi¨¦n trabajas de pie". Del cine actual no entiende esos encadenados picados, ultrarr¨¢pidos. "En los a?os treinta los di¨¢logos eran veloces y las im¨¢genes pausadas. Hoy es al rev¨¦s, y ya no hay casi ni guiones ni actores de palabra rauda. As¨ª crean pel¨ªculas que no son un producto fluido, sino un Frankenstein por piezas".
Premios para un maestro
Walter Murch ha recibido en su carrera nueve selecciones a los premios Oscar y tres estatuillas.
Los galardones fueron en dos categor¨ªas distintas, como corresponde a su carrera, se reparte entre sonido (Apocalypse Now, en 1979, y El paciente ingl¨¦s, en 1996) y el montaje (tambi¨¦n por El paciente ingl¨¦s).
Murch fue candidato, en una o en ambas categor¨ªas, por Cold Mountain (2003), Ghost (1990), El Padrino III (1990), Julia (1977) y La conversaci¨®n (1974).
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