Haruki Murakami, instrucciones de uso
El autor japon¨¦s desvela en su ¨²ltimo libro su vida como escritor y sobre todo cu¨¢nto le ha costado llegar a serlo
Es curioso que probablemente la mitad de la gente a la que en el fondo va dirigido el ¨²ltimo libro de Haruki Murakami (Kioto, 1949) quiz¨¢ no vaya a leerlo. De qu¨¦ hablo cuando hablo de escribir (Tusquets), una confesi¨®n sobre su oficio de escritor, denota lo que todos sabemos, y de lo que ¨¦l mismo es consciente: gusta a millones de personas, pero tambi¨¦n otros muchos le tienen man¨ªa, no se sabe por qu¨¦. Lo cierto es que el libro va a dirigido a los dos grupos, aunque no sea deliberado, y son m¨¢s interesantes los pasajes en los que parece tener en mente no a sus fans, explicando sus trucos, sino a quienes le critican. Porque revelan m¨¢s de ¨¦l y describen a alguien dolido, incluso inadaptado e incomprendido, con una relaci¨®n conflictiva con su pa¨ªs, que se siente m¨¢s querido fuera que dentro. Dedica, en fin, 20 p¨¢ginas a explicar lo poco que le importa el premio m¨¢s prestigioso de Jap¨®n. Murakami siempre suena delicado, reflexivo y razonable, y tampoco en este caso parece falsa modestia. Simplemente se esfuerza para que le entiendan.
Murakami se siente un bicho raro dentro de la sociedad japonesa, dise?ada en sus propias palabras para crear ovejas que van donde se les dice. As¨ª lo describe en un cap¨ªtulo dedicado a sus recuerdos de la escuela, donde ¨¦l era un ni?o con la cabeza en las nubes, volcado en la lectura. Joven en los sesenta, se situ¨® al margen del sistema, con un bar donde pod¨ªa poner m¨²sica. Evoca a?os duros, de mucho trabajo y no llegar a fin de mes, en los que ni se le pasaba por la cabeza ser escritor.
Beatles y enanitos autom¨¢ticos
El libro m¨¢s conocido de Murakami y que le dio la fama Tokio Blues (1987) titulado en 2005 en Espa?a Norwegian wood, parte del impacto nost¨¢lgico de esta canci¨®n de los Beatles en el protagonista. El autor no oculta su admiraci¨®n por este grupo y a la hora de definir la originalidad y el poder de una obra art¨ªstica recurre a la sacudida que sinti¨® la primera vez que oy¨® en la radio Please Please Me. Le caus¨® efectos similares, Surfin' USA de los Beach Boys. "Un sonido fresco, en¨¦rgico e inconfundiblemente propio", es lo que a Murakami le gustar¨ªa conseguir con sus novelas. Otro de sus secretos es lo que llama "enanitos autom¨¢ticos", los mecanismos inconscientes y autom¨¢ticos que siente en su interior cuando escribe: "La gente se r¨ªe, pero es cierto. Habitan en mi conciencia y yo solo me dedico a transcribir su trabajo".
Ese el otro ¨¢ngulo en el que se siente extra?o, ajeno a la tradici¨®n nipona: decidi¨® escribir de golpe, una tarde que ve¨ªa un partido de b¨¦isbol con una cerveza. Con 29 a?os comenz¨® su primera novela por las noches en la cocina. Tuvo ¨¦xito, le dieron un premio y de inmediato naci¨® en ¨¦l una sensaci¨®n de no ser aceptado por el mundillo literario japon¨¦s. Desde entonces arrastra una concepci¨®n de la escritura como resistencia, como pelea contra la adversidad, que entronca perfectamente con su visi¨®n individualista de la vida. Es significativo que compare el oficio con un ring de boxeo donde lo m¨¢s dif¨ªcil no es pegar bien un par de veces y llevarse los aplausos, sino mantenerse en pie hasta el final.
Al sentarse ante un folio la primera vez sinti¨® con claridad que el tema era, precisamente, ¡°no tengo nada que escribir¡±. Aunque luego asegura que nunca ha padecido el bloqueo del escritor. Confiesa que no tuvo una infancia especialmente rese?able, nada traum¨¢tico, familia de clase media, todo normal. Es decir, no dispon¨ªa de material dram¨¢tico de primera mano. Solo el impulso de expresarse, escribir y divertirse haci¨¦ndolo. Lo que m¨¢s le ayud¨® fue la m¨²sica, el jazz, construir frases como si tocara un instrumento. ¡°La clave es no perder nunca la sana ambici¨®n de lograrlo¡±, concluye.
Las duras cr¨ªticas en su pa¨ªs, donde se le acusa de batakusai ?apestar a mantequilla?, reproch¨¢ndole simpleza y un estilo americanizado, le hicieron de hecho irse al extranjero. Esperando incluso, admite, volver al cabo de unos a?os, que eso hubiera cambiado y le recibieran como el hijo pr¨®digo. El deseo de estar a la altura, tomarse en serio un oficio en el que se sent¨ªa una aficionado, le empuj¨® a un cambio total de vida para afrontar su tercera obra, La caza del carnero salvaje (1982): vendi¨® su bar, se fue de Tokio, empez¨® a acostarse, madrugar y hacer deporte. ¡°Ten¨ªa que escribir una novela y para ello deb¨ªa reunir todas mis fuerzas¡±, resume. Comenz¨® a forjar una disciplina que hoy se traduce en escribir diez p¨¢ginas al d¨ªa, 300 al mes. Puede parecer m¨¢s un trabajo de f¨¢brica que de artista, admite, pero se pregunta por qu¨¦ un escritor tiene que comportarse como un artista. ¡°Admitir que no hace falta serlo constituye un alivio inmenso¡±, sentencia.
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