El latido misterioso de S¨ªlvia P¨¦rez Cruz
La cantante presenta en un concierto exclusivo su nuevo disco, 'Vestida de nit'
Bajo el techo de ladrillo de la sala de b¨®vedas del antiguo cuartel del Conde Duque, en pleno coraz¨®n de Madrid, S¨ªlvia P¨¦rez Cruz asegura que ¡°no existe la afinaci¨®n absoluta¡±. Afinar, ese verbo que se refiere tanto a poner en el tono ideal los instrumentos musicales como a hallar el punto perfecto de algo, puede, en su conjugaci¨®n estricta, ser un imposible en las canciones, como en la existencia de las personas. Mientras la afinaci¨®n se busca, al menos, sucede la vida. ¡°Tiene que haber una necesidad de crear un latido¡±, comenta la cantante en referencia al impulso que la ha llevado a grabar Vestida de nit (Universal), el ¨¢lbum que publica este viernes 12 de mayo. ¡°Es algo f¨ªsico, de notar que est¨¢s dentro de algo¡±, a?ade.
Vestida de nit late misterioso y natural. En el disco, que vino por la propuesta que le hizo el Auditorio Nacional de Madrid y se grab¨® en dos d¨ªas y en directo, P¨¦rez Cruz se hace acompa?ar de un quinteto de cuerda, que se convierte en un contrapunto sinf¨®nico a su canto soberano y sin ataduras. ¡°Los errores te abren puertas¡±, arguye despu¨¦s de explicar c¨®mo este trabajo naci¨® de ¡°una locura¡±, que escond¨ªa ¡°un deseo adolescente¡± de verse cantando bajo el efecto de la sonoridad cl¨¢sica de los violines, las violas, los violonchelos y los contrabajos.
Un experimento que pod¨ªa haber derivado en desastre, sin la simbiosis m¨ªnima entre la indescifrable vocalista y el quinteto de c¨¢mara, que rompi¨® con sus c¨¢nones y por primera vez toc¨® sin partituras. ¡°V¨¦rtigo es quedarse corta para definir esta colaboraci¨®n con S¨ªlvia¡±, confiesa Anna Aldom¨¤, al frente de la viola. ¡°Despu¨¦s del primer concierto, vomit¨¦ de los nervios¡±, apunta la violinista Elena Rey. Los atriles, seg¨²n P¨¦rez Cruz, son ¡°barreras¡±, entre el p¨²blico y el m¨²sico, pero tambi¨¦n para la confluencia creada por todos los creadores, en el latir sonoro que hallaron despu¨¦s de tres a?os tocando juntos y que se plasma en Vestida de nit.
Es un ¨¢lbum sin atriles, movido por el v¨¦rtigo del error, que cruza umbrales en sus versiones de canciones populares, fados, habaneras y nanas mientras se recrea en un viaje hacia el pasado. El viaje hacia sonidos pret¨¦ritos, de anta?o, como ese vals peruano que es Mechita, que se oye como un cuento tierno en su voz. Ba?ada de un halo lum¨ªnico a veces naranja, a veces amarillo, P¨¦rez Cruz interpreta con el quinteto en Conde Duque algunas de las composiciones del nuevo disco. Lo hace de espaldas al p¨²blico ¨Cformado solo por periodistas acreditados para la ocasi¨®n- en los primeros compases de Tonada de luna llena, original de Sim¨®n D¨ªaz y c¨¦lebre gracias a Caetano Veloso. Al girarse, despliega un torrente emotivo.
Pese al ¨¦xito de anteriores trabajos como Granada y Domus y el Goya a la mejor canci¨®n original con Ai, ai, ai ¨Cen este disco versionada-, no es terreno f¨¢cil el que pisa P¨¦rez Cruz. Sin embargo, su talento, asociado a su car¨¢cter aventurero, impone el ¨¦xito. Las cuerdas aportan una elegante espiritualidad a las dos grandes virtudes de su timbre: la libertad y la profundidad. Escucharla bajo el embrujo sinf¨®nico es como asomarse a una cueva perdida y encontrar en el fondo del pasadizo un r¨ªo de luz. Un ejemplo perfecto es la habanera que da t¨ªtulo al disco. Con su aire noct¨¢mbulo y vagabundo, Vestida de nit, compuesta por sus padres, arrastra hacia una belleza nost¨¢lgica. Sucede igual con su revisi¨®n de La lambada (Chorando se foi), que mantiene el pulso sexual pero otorg¨¢ndole una dignidad y porte imbatibles.
P¨¦rez Cruz se define por todo lo que no es. Ni cantante cl¨¢sica ni vocalista de academia ni cantaora estricta, aunque posea la cualidad de ¡°conectar con el est¨®mago¡± que ella le concede al flamenco. Por la fuerza primitiva de su instinto y su canto dulcemente insubordinado, es de un molde muy escaso en Espa?a. Conecta con las tripas, el coraz¨®n y lo que haga falta. Suena como es: en su m¨²sica sucede la vida, tal vez sin afinaci¨®n posible, pero latiendo con todo el misterio.
Babelia
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