Una sospechosa contenci¨®n
Steve Coogan afronta el papel protagonista con una sobriedad que no conjura del todo la sospecha de que se est¨¦ desternillando por dentro
GUARDI?N Y VERDUGO
Direcci¨®n: Oliver Schmitz.
Int¨¦rpretes: Steve Coogan, Andrea Riseborough, Garion Dowds, Robert Hobbs.
G¨¦nero: drama. Sud¨¢frica, 2016
Duraci¨®n: 106 minutos.
Uno de los grandes placeres de contemplar el d¨ªptico formado por las pel¨ªculas The Trip (2010) y Viaje a Italia (2014) de Michael Winterbottom ¨Cya elevado a tr¨ªptico con la todav¨ªa no estrenada en nuestro pa¨ªs The Trip to Spain (2017)- consist¨ªa en observar a Steve Coogan y Rob Brydon librando sus particulares duelos de imitaciones desde la posici¨®n de libertad que aportaba su autoconciencia de ocupar un territorio en los m¨¢rgenes: dos desclasados del espect¨¢culo ironizando sobre los tics gestuales de grandes estrellas y, ocasionalmente, tom¨¢ndole el pelo, desde una prudencial distancia ir¨®nica, a las l¨ªneas maestras de los discursos hegem¨®nicos de la industria audiovisual. Pero he aqu¨ª que en Coogan, uno de los c¨®micos brit¨¢nicos m¨¢s brillantes e imaginativos de su generaci¨®n, se ha acentuado, en el ¨²ltimo tramo de su trayectoria, un cierto anhelo de pertenecer a ese territorio que observaba con la ceja alzada. Un anhelo que no s¨®lo se ha manifestado en su progresivo inter¨¦s por papeles dram¨¢ticos ¨Calgunos de ellos tan valientes y exigentes como el que desarrolla en la ambiciosa e inc¨®moda The Dinner (2017) de Oren Moverman-, sino tambi¨¦n en su algo desconcertante implicaci¨®n en una propuesta tan rutinaria como Guardi¨¢n y verdugo, quinto largometraje del sudafricano Oliver Schmitz.
En esta adaptaci¨®n de la novela hom¨®nima de Chris Marnewick, que hab¨ªa sido juez en la Suprema Corte sudafricana, Coogan da vida a un humanista abogado defensor con una causa imposible: salvar de la pena de muerte al guardi¨¢n de prisiones que asesin¨® a siete miembros de un equipo de futbol. El actor afronta el papel con una sobriedad que no conjura del todo la sospecha de que se est¨¦ desternillando por dentro con su propio ejercicio de contenci¨®n, anticipando el placer de cont¨¢rselo a Rob Brydon en su pr¨®ximo viaje a donde sea. Schmitz maneja el material con el piloto autom¨¢tico que requerir¨ªa un modesto telefilme de tesis para llegar al destino preprogramado que anticipa el primer fruncimiento de ce?o del personaje de Coogan: que el gran monstruo es, en efecto, el sistema que convirti¨® al acusado en monstruo ¨²til (y roto).
Babelia
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