?Ser¨¢ esto, acaso, la muerte?
Thielemann y la Staatskapelle Dresden ponen el broche de oro a la temporada de Iberm¨²sica
Staatskapelle Dresden
Obras de Faur¨¦, Ravel, Sch?nberg y Richard Strauss. Daniil Trifonov, piano. Ren¨¦e Fleming, soprano. Christian Thielemann, director. Iberm¨²sica. Auditorio Nacional, 16-17 de mayo.
Antes de marcar el inicio de una obra, Christian Thielemann (Berl¨ªn, 1959) suele imaginar c¨®mo ser¨¢ el final. Lo reconoci¨® en 2010, durante una entrevista filmada con el legendario cr¨ªtico Joachim Kaiser, fallecido la semana pasada en M¨²nich. Una concepci¨®n org¨¢nica de la interpretaci¨®n pensada en grandes bloques interconectados. Un todo unitario como resultado de la escucha en perspectiva que el director berlin¨¦s aprendi¨® del arte de Furtw?ngler y las teor¨ªas de Schenker. Pero Thielemann no se limita a imitar los postulados de viejos maestros, tal como se le recriminaba en sus inicios. Ya en el libro de Kl?re Warnecke (Henschel, 2003) explica su concepto sonoro oscuro y denso. Tambi¨¦n c¨®mo lo construye: del est¨®mago a la cabeza, apoy¨¢ndose en contrabajos y fagotes. E incluso describe ese reino de la transparencia donde no se dice nada m¨¢s alto ni m¨¢s suave de lo que est¨¢ escrito.
Lo pudimos comprobar el martes 16 de mayo en su impresionante versi¨®n del poema sinf¨®nico Pelleas und Melisande, de Sch?nberg, una partitura llena de lianas contrapunt¨ªsticas, espesura arm¨®nica y arrebatos de ¨¦xtasis que pueden derivar en el sopor y el hartazgo. No en manos de Thielemann y la Staatskapelle Dresden, con la que va alargar sus v¨ªnculos contractuales como titular m¨¢s all¨¢ de 2019. El berlin¨¦s teje el drama de Maurice Maeterlinck con mimo y nervio. Y rebela la parte final como una recapitulaci¨®n de la recapitulaci¨®n donde sabe elegir el cl¨ªmax correcto que desencadena la trama hacia su conclusi¨®n. La versi¨®n consigui¨® embelesar al p¨²blico del Auditorio Nacional, que tard¨® hasta 15 segundos en recuperar el control corporal para empezar a aplaudir.
Fue lo m¨¢s destacado de un concierto que empez¨® de forma inesperada con el preludio de la m¨²sica incidental de Faur¨¦ para P¨¦lleas et M¨¦lisande. La obra sustitu¨ªa el estreno espa?ol de la ¨²ltima composici¨®n de Sofia Gubaidulina, que una enfermedad ha impedido terminar a tiempo. Pero Thielemann hizo salir con ¨¦l a Daniil Trifonov, que escuch¨® sentado al piano el preludio antes de atacar sin aplausos el inicio del Concierto en Sol, de Ravel. La versi¨®n fue poco interesante, con m¨¢s colorido que contenido. El pianista ruso luci¨® un virtuosismo descollante en los movimientos extremos, pero le falt¨® poso y vuelo en el Adagio assai central. Lo compens¨® tocando Debussy como propina: una et¨¦rea y preciosista Reflets dans l¡¯eau, de su primera serie de Images.
Richard Strauss fue un valor seguro en manos de Thielemann para el concierto del mi¨¦rcoles 17 de mayo. Era el digno colof¨®n a la 47? Temporada de la Fundaci¨®n Iberm¨²sica, en un curso inolvidable que se inici¨® en junio pasado con la Filarm¨®nica de Viena. Y lo era adem¨¢s por contar con la soprano Ren¨¦e Fleming como solista en los Cuatro ¨²ltimos Lieder. La norteamericana cant¨® con poso y sabidur¨ªa un ciclo que elev¨® especialmente en Al irse a dormir. El director berlin¨¦s cre¨® momentos m¨¢gicos, como ese homenaje al padre en forma de solo de trompa al final de Septiembre. Pero lo mejor lleg¨® al final en ese verso de Joseph von Eichendorff donde Strauss altera el demostrativo (¡°?Ser¨¢ esto, acaso, la muerte?¡±) y cita el tema de la transfiguraci¨®n de su Tod und Verkl?rung. Quiz¨¢ no haya una muerte m¨¢s dulce.
En la segunda parte, el caminar del ¨²ltimo Lied se transforma en jornada de monta?a con la Sinfon¨ªa Alpina, como recuerda Teresa Cascudo en sus excelentes notas al programa. Thielemann sabe leer entre l¨ªneas la partitura straussiana y revela toda su modernidad. Lo hizo desde el primer momento, haciendo flotar en el aire ese cl¨²ster donde Strauss dispone en la cuerda y la madera todos los grados de la escala de Si bemol menor, mientras trombones y tuba esbozan el tema de la monta?a. Su pericia hol¨ªstica le permite construir una versi¨®n ideal. Un arco perfecto, que nace y muere en la noche, y donde los n¨²meros de la tormenta se transforman en las fases de una ciclog¨¦nesis explosiva. Los veintitr¨¦s segundos de silencio al final lo dicen todo.
Babelia
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