Colores ideol¨®gicos
Designar a los partidos crom¨¢ticamente es un recurso secular
Designar a los partidos por colores no es una tendencia nueva. Es un recurso secular. La sangre azul es la nobleza, (de derechas) y la sangre roja la revoluci¨®n popular.
Mezcladas las ideolog¨ªas, agavilladas las tendencias, no son ellas quienes orientan. Ahora se recurre a conexiones voluntaristas (¡°En marche¡±, ¡°Podemos¡±, ¡°Mareas¡±, ¡°Ahora..¡±) y a los colores que pintan una u otra emoci¨®n. El naranja es Orange, el rojo es Coca Cola, el azul es Air France. De este modo el mundo se hace technicolor sin que las luchas entre pieles roja y rostros p¨¢lidos lleven a ninguna pradera. M¨¢s bien las batallas en defensa de los colores (¡°hasta morir por ellos¡±) es una hip¨¦rbole asociada al f¨²tbol y no a una elecciones generales donde no hay ni peque?as barricadas.
El color es ahora, en pol¨ªtica, la expresi¨®n amable de la imprecisi¨®n. Contra el barullo de las siglas la impresi¨®n del tinte, y en su influencia el color act¨²a como un licor de evocaciones oportunas. En franc¨¦s, ¡°je n?y vois que du bleu¡± es no ver nada como efecto de la embriaguez y en alem¨¢n, estar azul (ich bin blau) es igual a haber perdido la consciencia. ¡°El azul es una nada encantadora¡±, dice Goethe en su Teor¨ªa de los colores. De manera que en el azul cabe casi todo, desde la bandera de la ONU al emblem¨¢tico color del deporte, desde la c¨¢psula de Tepazepan a las ingr¨¢vidas gaviotas del PP. Los conservadores aman el azul (el color de mayor preferencia en las encuestas) y los radicales el rojo, en remota memoria del fogoso Apocalipsis de San Juan.
?El morado? He aqu¨ª la equivocidad de Podemos. Rojo m¨¢s azul es un morado/violeta de la revoluci¨®n a la violeta que proclama Iglesias. Es tambi¨¦n (mira por d¨®nde) el purpurado de la Iglesia y la mixtura traum¨¢tica entre la derecha (azul) y la izquierda (encarnada).
Asumido el arcoiris por los plurisexualistas, no quedan ya m¨¢s colores primarios de que disponer, si se except¨²a el amarillo, de la prensa sensacionalista o de la fiebre que no se cura de una vez.
?Qu¨¦ hacer pues? Decidirse, como se ve, por las mixturas vegetales al modo de ¡°el partido naranja¡±, el ¡°partido rosa¡± o el ¡°partido verde¡±, puesto que muchos han visto en lo vegetariano el orden del porvenir. ?Un nuevo universo conceptual y alimenticio?
?Qui¨¦n hablar¨ªa seriamente de eso? Lo importante no es ya la carne ideol¨®gica sino la piel. Pero ? y la esencia? ?Qu¨¦ inc¨®moda sustancia es ¨¦sa? La esencia ideol¨®gica desaparece y en su lugar cunde un olor y un color art¨ªsticos que memoran la fragancia de Gerlaine, el Agua de Rosas de AD, la corrupci¨®n del PP o el humo de pajas en el socialismo a la virul¨¦.
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