Desear desde un cuerpo roto
En 'Vivir y otras ficciones', el director Jo Sol lanza preguntas inc¨®modas para reivindicar del derecho al placer de las personas con diversidad funcional
Un cuerpo roto es tambi¨¦n un cuerpo que desea, pero hablar de las estrategias necesarias para gestionar y satisfacer ese deseo supone un gesto provocador dentro de una sociedad que establece sus par¨¢metros de normalidad a partir de la capacidad del cuerpo para producir y funcionar. Descendiendo a lo concreto, ?c¨®mo resuelve un tetrapl¨¦jico el deseo de masturbarse?, ?somos capaces de asimilar que aquellos que los discursos dominantes clasifican como discapacitados tambi¨¦n fornican, sin que el amor tenga que entrar necesariamente en la ecuaci¨®n? En Vivir y otras ficciones, el director Jo Sol lanza preguntas inc¨®modas a partir de la reivindicaci¨®n del derecho al placer de todas las personas con diversidad funcional. Antonio Centeno, un doctor en matem¨¢ticas que sufri¨® una lesi¨®n medular a los trece a?os de edad, es el motor de un movimiento activista que, en los m¨¢rgenes de todo debate p¨²blico, parece estar logrando sus objetivos. Tras ver el anterior trabajo del director, Fake Orgasm (2010) ¡ªuna valiente propuesta sobre la identidad queer, que culminaba con el paseo nudista de un hombre con vagina (el activista y performer Lazlo Pearlman) por el barcelon¨¦s Arco de Triunfo¡ª, Centeno se puso en contacto con Sol para proponerle una aproximaci¨®n a la teor¨ªa crip, que pone en cuesti¨®n el cuerpo normativo como constructo social desde la mirada disidente de las personas con diversidades funcionales.
¡°Las preguntas que surgen de un cuerpo roto son muy poderosas porque no salen de la teor¨ªa, sino que est¨¢n filtradas por la experiencia¡±, afirma Jo Sol, ¡°todo lo que est¨¢ fuera del cuerpo se convierte en una cuesti¨®n te¨®rica. Cuando pierdes tu cuerpo, te conviertes socialmente en una persona que no sirve. Por eso, ante esa realidad, se utilizan t¨¦rminos como in¨²til o minusv¨¢lido, que est¨¢n recorridos por el orden de la capacidad. Antonio, por ejemplo, me dec¨ªa que ¨¦l, como doctor en matem¨¢ticas, se sent¨ªa molesto cuando le llamaba minusv¨¢lido alguien que ni siquiera ten¨ªa el graduado escolar¡±. El director ya logr¨® en su d¨ªa que su documental El taxista ful (2005) diese mucho que hablar, anticip¨¢ndose a la democratizaci¨®n de la precariedad laboral en Espa?a: en ¨¦l se contaba la historia de Pepe Rovira, un hombre sin trabajo que, por las noches, se apropiaba de taxis ajenos, que devolv¨ªa a la ma?ana siguiente, para poder trabajar. Rovira, tras recibir tratamiento por problemas psiqui¨¢tricos, conoci¨® a Antonio Centeno en el seno de En torno a la Silla, una red de apoyos mutuos entre ciudadanos enfermos surgida bajo el influjo del 15M. As¨ª, Vivir y otras ficciones puede verse, entre otras cosas, como una secuela heterodoxa de El taxista ful, donde una mente rota y un cuerpo roto se convierten en dos voces que, desde diversos frentes, desestabilizan toda idea recibida.
Frente a un imaginario cinematogr¨¢fico que suele presentar al tullido como ser asexuado, Jo Sol aboga por la visibilizaci¨®n de aquello que la mayor¨ªa se niega no ya a mirar, sino ni siquiera a considerar: ¡°En Intocable, el tullido, para ser presentable, ha de ser rico, s¨²per sensible y absolutamente asexual. Lo ¨²nico que se le puede colocar al personaje como horizonte es la idea del amor rom¨¢ntico. Por el contrario, pensar en un tullido que puede tener una erecci¨®n resulta inasumible¡±, se?ala Sol.
El concepto de la asistencia sexual ¡ªel recurso a profesionales para satisfacer las necesidades de las personas con diversidad funcional o para facilitar el coito entre dos individuos con movilidad reducida¡ª abre el discurso del documental a sus extremos m¨¢s pol¨¦micos: ¡°En Francia se ha planteado el debate sobre la asistencia sexual, pero la posici¨®n crip ha perdido, porque el estado franc¨¦s no puede asumir el trabajo sexual. En Jap¨®n se ha admitido que haya asistencia sexual, pero como acto de beneficencia no retribuido. La labor de Antonio est¨¢ implementando pr¨¢cticas y modelos para que eso sea factible en nuestro pa¨ªs: Barcelona tiene dos centros de masturbaci¨®n asistida que no existen en ning¨²n otro lugar, pero en un contexto de vac¨ªo legal y de total ausencia de debate pol¨ªtico. Es una revoluci¨®n que est¨¢ ganando, imponiendo una necesidad de placer desde fuera de la norma¡±. Pero la discusi¨®n parece condenada a llegar a un extremo irresoluble: si la asistencia sexual solo puede aceptarse como trabajo libre y no coercitivo, ?hasta qu¨¦ punto, dentro de la l¨®gica capitalista, podemos hablar de libertad y no coerci¨®n cuando hablamos de trabajo?
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