Rita Azevedo Gomes, el encuentro entre cine y literatura
La Filmoteca Espa?ola dedica un ciclo a la cineasta portuguesa, que estrena en Espa?a la pel¨ªcula sobre la correspondencia entre los poetas De Mello y De Sena
Atrapada por la intensa correspondencia que entre 1959 y 1978 mantuvieron los poetas portugueses Sophia de Mello Breyner Andresen y Jorge de Sena, la cineasta Rita Azevedo Gomes (Lisboa, 1952) se embarc¨® durante tres a?os en uno de sus proyectos m¨¢s inclasificables y hermosos, Correspondencias (2016), pel¨ªcula que navega entre formatos, g¨¦neros, idiomas y sensaciones para viajar hacia un dolor com¨²n, el del exilio. Mientras la voz de Sophia De Mello nos recuerda ¡°el miedo, el silencio, la despolitizaci¨®n y el olvido¡± del Portugal fascista (¡°nos miran con odio, con sus gruesas manos fascistas¡±, dice la poeta), las cartas y versos de Jorge de Sena retratan su triste vida errante, siempre inadaptado entre universidades de Brasil y Estados Unidos, donde ¡°la muerte encontrar¨¢ un muerto¡±.
Correspondencias se estrenar¨¢ en Espa?a el 2 de junio, pero antes, durante todo el mes de mayo, la Filmoteca Espa?ola le dedica un ciclo a esta cineasta que desde su primera pel¨ªcula, O som da Terra a Tremer (1990), ha logrado un milagroso idilio entre palabras e imagen, entre intimidad y pantalla, entre cine y vida. Responsable de una filmograf¨ªa que ella, con media sonrisa y un cigarro en la mano, define como ¡°abierta a las circunstancias¡±, Azevedo Gomes admite que Correspondencias, pel¨ªcu?la que en todo momento huye de ilustrar las palabras que escuchamos, ha sido una producci¨®n compleja que responde a una forma de trabajo que se resiste al orden com¨²n. ¡°He llegado a tener 23 montajes diferentes de la pel¨ªcula, ?imagine!¡±, explica. ¡°Cuando empec¨¦ a rodar ten¨ªa mucho escrito, pero seg¨²n avanzaba comenc¨¦ a improvisar y cambiar cosas. Mi propia vida, la gente que iba conociendo por el camino o con la que me reencontraba despu¨¦s de tiempo entraban en la historia, ya fuese leyendo un pasaje, un poema o interpretando una peque?a escena. Yo ten¨ªa un pie en la pel¨ªcula y otro en mi propia vida. No planifiqu¨¦ el metraje, solo sab¨ªa c¨®mo empezaba y c¨®mo acababa. Nada m¨¢s¡±. La directora asegura que todos sus trabajos responden a dos preguntas: ?por qu¨¦? y ?para qu¨¦? ¡°Y si no tengo respuesta a estas dos preguntas, lo dejo y no sigo adelante¡±.
¡°He llegado a tener 23 montajes de la pel¨ªcula, ?magine! Cuando empec¨¦ a rodar ten¨ªa mucho escrito, pero seg¨²n avanzaba comenc¨¦ a improvisar¡±
El porqu¨¦ lleg¨® en 2005. ¡°Se editaron por vez primera las cartas y al leerlas record¨¦ mi ni?ez y aquel tiempo. Mi conciencia despertaba, y el peligro, el miedo y la frustraci¨®n de los que Sophia y Jorge hablan fueron sensaciones que tambi¨¦n viv¨ª en mi propia casa, solo que yo entonces no comprend¨ªa nada¡±. El para qu¨¦, a?ade, es obvio: ¡°Todo lo que est¨¢ en estos textos habla de nosotros, de la crueldad y de la estupidez del presente. Por desgracia, el exilio sigue aqu¨ª, de forma evidente para unos y no tanto para otros. Yo misma me siento como una exiliada que ya no pertenece a este mundo. Sophia y Jorge lanzan un grito por la dignidad humana, el ¨²nico grito que me interesa¡±.
Programadora y encargada de publicaciones de la Cinemateca portuguesa desde 1993, Azevedo Gomes abandon¨® la carrera de Bellas Artes y jam¨¢s estudi¨® cine (¡°posiblemente fue una buena idea, quiz¨¢ hubiese sido menos libre¡±), hasta que de forma accidental descubri¨® su vocaci¨®n. ¡°Me encargaron grabar unos v¨ªdeos con uno de aquellos viejos trastos de cintas magn¨¦ticas que pesaban tanto. Yo estaba entonces embarazada, pero recuerdo que cuando cog¨ª por primera vez la c¨¢mara no solo no me pes¨® nada, sino que me hizo sentir m¨¢s libre que nunca¡±.
Lo que marc¨® definitivamente su camino fue descubrir el cine de su compatriota Manoel de Oliveira. ¡°Me col¨¦ en un pase privado de Amor de Perdi??o (1979) y me qued¨¦ tan fascinada que me empe?¨¦ en conocerlo¡±, cuenta. El primer encuentro con el patriarca de Oporto, fallecido en 2015, ocurri¨® en un restaurante lisboeta, donde el cineasta com¨ªa con un pol¨ªtico, y la joven Rita (¡°yo era muy mona y simp¨¢tica¡±, dice) se acerc¨® descarada a la mesa. ¡°Me present¨¦, le dije que quer¨ªa trabajar como fuese con ¨¦l y Oliveira me respondi¨® que el equipo estaba ya montado, que no era f¨¢cil. Entonces me pregunt¨® que qu¨¦ sab¨ªa hacer, y yo afirm¨¦ que era capaz de hacer cualquier cosa, y Oliveira, con aquel humor suyo, me respondi¨®: ¡®Se?orita, eso es algo que nunca se le dice a un caballero¡±. Tozuda, logr¨® entrar en la pel¨ªcula como segunda ayudante de vestuario y a partir de entonces se forj¨® una amistad que culmin¨® con A 15? Pedra (2016), una conversaci¨®n filmada entre Oliveira y el cr¨ªtico Jo?o B¨¦nard da Costa. Una exquisitez en la que los dos hombres hablan delante de la c¨¢mara de arte, cine y vida.
En un momento impagable, Oliveira describe as¨ª la belleza de una mujer anciana: ¡°La belleza de la juventud es insustituible, su memoria se mantiene durante toda nuestra vida. Pero es injusto decir que una mujer de 80 a?os ya no es bonita, hay otros elementos que hacen de una mujer de 80 a?os bella de otra manera. La belleza de la experiencia, de la dulzura, de la compresi¨®n y de la conversaci¨®n solo la dan los a?os. Una profundidad que jam¨¢s tendr¨¢ una mujer de 18 a?os. Una mujer de 80 a?os posee otro encanto, un encanto libre del ¨ªmpetu de las atracciones f¨ªsicas¡±.
Evidentemente, Oliveira era y es una excepci¨®n en un mundo que carece de su altura; sin embargo ¡ªy hablando de hombres y mujeres¡ª, Azevedo Gomes rechaza la deriva actual hacia el feminismo grueso y los guetos. ¡°Me halaga que ahora fuera de Portugal me traten as¨ª, me dediquen ciclos y hablen de mi trabajo. Vengo de un pa¨ªs machista y paternalista, y las limitaciones siempre han estado ah¨ª, para m¨ª y para todas. Me han ignorado siempre y cargo con la herida de 30 a?os de silencio, pero esa herida no se cura abriendo una puerta que lleve la etiqueta ¡®mujer¡¯. Eso implica una distancia muy peligrosa y por ah¨ª no entro¡±.
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