Roger Waters reanuda las emisiones 25 a?os despu¨¦s
El fundador de Pink Floyd retorna al rock y a los discos pol¨ªticos con ¡®Is This The Life We Really Want?¡¯
Es dif¨ªcil que una espera prolongada a lo largo de 25 a?os merezca la pena. Y puede que Is This The Life We Really Want?, el primer disco de rock de Roger Waters en el ¨²ltimo cuarto de siglo, no constituya una excepci¨®n clara a esa norma, pero supondr¨¢ una alegr¨ªa monumental para sus millones de fieles. El regreso del fundador de Pink Floyd, que no se entregaba a la escritura de canciones desde Amused to Death (1992), es un disco denso, ¨¢rido, enfurru?ado y emotivo que remite a todos sus par¨¢metros quintaesenciales y que, en consecuencia, entusiasmar¨¢ a los seguidores cl¨¢sicos y ser¨¢ objeto de honda incomprensi¨®n entre el p¨²blico millennial. Solo la producci¨®n de Nigel Godrich, el ingeniero de referencia de Radiohead, sirve como tenue enlace intergeneracional para una obra que ver¨¢ la luz en todo el mundo el pr¨®ximo 2 de junio.
¡°?Es esta la vida que realmente queremos?¡±. El mismo t¨ªtulo y hasta la portada, con esas siete palabras como ¨²nicas supervivientes en un texto ¨ªntegramente tachado, dejan claro que Waters (Surrey, 1943) no buscaba un ¨¢lbum c¨®modo. ¡°No nos basta con triunfar, necesitamos que otros fracasen¡±, dispara en el demoledor (y desolador) tema central, donde recuerda c¨®mo, en estos a?os de ¡°hipotecas basura¡±, el mundo ha pasado de ¡°las ocas engordadas, el caviar y los bares modernos¡± a los ¡°hogares rotos¡±. Y todo ello mientras la voz de Donald Trump (¡°?La CNN manipula noticia tras noticia. Yo gan¨¦!¡±) sirve como pr¨®logo desabrido.
La deshumanizaci¨®n, la evaporaci¨®n de las ideolog¨ªas o el sometimiento a la m¨¢quina son argumentos que sirven de hilo conductor para estas 12 canciones: 54 minutos de m¨²sica ininterrumpida que invitan a escuchar sin m¨¢s ocupaciones de por medio. De alguna manera, Is This The Life¡ pertenece a otra ¨¦poca: es un ¨¢lbum conceptual, no sirve para un consumo accidental ni fragmentado y carece de un single claro, un corte pegadizo remotamente parecido a, por ejemplo, Another Brick in The Wall. Pero implica una exhibici¨®n s¨®nica apabullante, una experiencia para recuperar a aquel audi¨®filo que llev¨¢bamos dentro. Y supone lo m¨¢s cercano a Pink Floyd que volveremos a estar nunca. La gira, que arranca el pr¨®ximo viernes en Kansas y har¨¢ escala espa?ola en abril de 2018, se ha bautizado como una canci¨®n de la banda, Us and Them.
Dos a?os de grabaci¨®n
Siempre minucioso con su obra hasta la extenuaci¨®n, Roger Waters ha invertido casi dos a?os en la elaboraci¨®n de Is This The Life We Really Want? Las sesiones tuvieron lugar en los estudios californianos de Jonathan Wilson, una de las grandes figuras de la escena del Laurel Canyon, que tambi¨¦n interpret¨® personalmente guitarras y teclados durante todo el proceso. Waters fue descartando y a?adiendo ideas de manera fren¨¦tica y no quiso dar por finalizada su obra hasta constatar c¨®mo se resolv¨ªan las recientes elecciones a la presidencia de Estados Unidos. Nadie en Sony Music ha facilitado el presupuesto invertido para este trabajo, pero parece evidente que nos encontramos ante uno de los trabajos m¨¢s caros de la d¨¦cada. Solo la gira mundial acabar¨¢ contribuyendo a que los n¨²meros cuadren.
Las alusiones al m¨ªtico universo estil¨ªstico del grupo son muy abundantes, empezando por el tictac del reloj en el tema introductorio, When We Were Young, o esa guitarra ac¨²stica, reconocible desde el primer acorde, que abre la segunda pieza, no en vano titulada D¨¦j¨¤ vu. El oyente ir¨¢ descubriendo bomb¨¢sticos coros femeninos, a la manera de The Dark Side of the Moon, o unos teclados anal¨®gicos en Picture That que remiten a los tiempos de Wish You Were Here. Pero puede que el pasaje m¨¢s abrumador en cuanto a la arquitectura sonora lo proporcione Bird in a Gale, con sus voces repetidas en eco, el retumbar de campanas y una ambientaci¨®n casi fabril.
Desde su traum¨¢utica y judicializada ruptura con David Gilmour y el resto de integrantes de los Floyd, Roger Waters hab¨ªa publicado tres apreciables trabajos en solitario (The Pros and Cons of Hitch Hiking, Radio K.A.O.S. y Amused to Death), ninguno de ellos muy exitoso, y una extensa ¨®pera, ?a Ira (2005), que, como suele suceder en estos casos, no acab¨® de convencer ni a sus huestes rockeras ni al p¨²blico familiarizado con la m¨²sica culta. Ahora hay mucho trasfondo herciano en el nuevo trabajo, quiz¨¢s porque su autor baraj¨® la idea de un serial radiof¨®nico. Godrich le convenci¨® para desecharla y puede que esa sea una de sus grandes aportaciones, puesto que su mano es aqu¨ª mucho m¨¢s sutil que en Chaos and Creation in the Backyard, el ¨¢lbum con el que en 2005 reinvent¨® a Paul McCartney. Otro ilustre coet¨¢neo de Waters.
Genios reticentes
Las renuencias de Waters a la hora de ampliar su cat¨¢logo pueden recordar, y mucho, a las de Peter Gabriel, otro genio indispensable de aquella gran generaci¨®n del rock sinf¨®nico. El exl¨ªder de Genesis esper¨® 10 a?os para procurarle a Us (1992) una continuaci¨®n con Up. Lo peor es que hoy, tres lustros despu¨¦s, sigue sin entregar nuevo material in¨¦dito. No prol¨ªfico, pero menos remol¨®n se ha mostrado David Gilmour, que por su cuenta ha grabado On an island (2006) y Rattle that lock (2015).
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