La austeridad ¨¦tica de Raimon Pelegero
El artista ofrece un recital de despedida en el Palau de la M¨²sica de Barcelona
La ¨²ltima vez de Raimon Pelegero. Se dice pronto. 1963, Al vent. 19 de Mayo de 2017, Palau de la M¨²sica, todo Raimon, el pen¨²ltimo concierto de su vida. Un gent¨ªo. Bravos. La emoci¨®n como memoria condensada en la garganta de los que aplauden. Nos sabemos sus letras, las cant¨¢bamos para sentirnos libres en aquel pa¨ªs de Franco. Una canci¨®n suya sustitu¨ªa la palabra Revoluci¨®n. Tarare¨¢bamos la libertad. Raimon era nuestro hermano mayor, y se atrev¨ªa.
As¨ª pues, 1963-2017. En medio, Espriu, Ausi¨¤s March, el amor, Annalisa, Italia, contraFranco, Diguem no, el amor, el miedo y la vida. Espa?a cerrada, Espa?a entreabierta, Espa?a y la desmemoria. La guitarra y el flequillo, y la moto, y la mare, y el carrer Blanc, y este hombre de rojo y de negro ahora, sinf¨®nico, grandioso, en el Palau de la M¨²sica Catalana. Los aplausos, los bravos, el catal¨¢n limpio del xativ¨ª enamorado, su risa en el escenario, el aplauso al p¨²blico. Tantos a?os de historia.
Con su voz, core¨¢ndolo, dijimos No a lo que supon¨ªa el fascismo de los pu?os y las pistolas. Ahora Diguem no suena como si estuviera otra vez de actualidad. La circunstancia no es la misma, naturalmente, pero el p¨²blico del Palau corea el himno natural de la protesta como si ahora hubiera otro Franco m¨¢s ac¨¢ de la canci¨®n, aun en el Pardo.
Esa sensaci¨®n produce el grito, como si fuera pertinente imaginarlo en la misma direcci¨®n. La austeridad ¨¦tica de Raimon ha hecho a la vez historia y poes¨ªa, y ahora es tambi¨¦n poes¨ªa lo que fue historia. Es un poeta Raimon, estudi¨® Historia.
Al vent suena, como su sencillo poema a Joan Mir¨®, como el color de los sue?os de un tiempo que iba a ser nostre. A Albinoni?le pas¨® con el adagio y Beethoven vivi¨®, sin saberlo ya, las consecuencias que tuvo su m¨¢s famoso himno alegre, que sirvi¨® para los rotos y los descosidos de Europa. Imposible, pues, no escuchar al poeta Raimon sin atraerlo a nuestro molino: es natural que suceda con la poes¨ªa y con la m¨²sica, con la letra y con el ritmo. Y con las personas. A Blas de Otero, a Gabriel Celaya, e incluso a Gloria Fuertes, los podemos escuchar ahora como si cantaran en este mismo momento, y para este mismo momento. El ser humano necesita, en cada tiempo, desde la infancia a la vejez, y los pueblos tambi¨¦n lo necesitan, desde la infancia a la vejez: que sus ansiedades sean representadas por la canci¨®n, por la letra de sus himnos o de sus poetas, y cada uno escucha lo que quiere.
Pero ah¨ª est¨¢ Raimon: no se ha variado del sitio en que estuvo, desde que empez¨®, en medio de la ci¨¦naga fascista, cant¨¢ndole a la libertad, al amor, a la belleza y a la muerte. Y contra el miedo. De vegas la pau no ¨¨s m¨¨s que por. Sus canciones no son de ahora mismo, pero est¨¢n en nosotros como queramos que est¨¦n. De modo que el p¨²blico aplaude lo que quiere o¨ªr, incluso aquello que no se canta.
No se puede apropiar nadie ahora de los himnos de Raimon; fueron letras, a favor de la libertad, viento contra el miedo, luz contra la oscuridad, el gran fum de la terra. Abrieron nuestro tiempo a la posibilidad de la canci¨®n. He mirat aquesta terra, Yo vinc d?un silenci¡ Hace tanto que lo cantamos. El tiempo ha pasado, pero no por la voz de Raimon sino por la esencia de la Historia. Ahora el cantar que nos sublev¨® es ¨¦tica y poes¨ªa, la esencia de un cantante que fue nuestro y lo sigue siendo. Se despide. Eso cree ¨¦l. Su eco es demasiado verdadero como para diluirse en los dedos de la actualidad. Ajena a toda manipulaci¨®n circunstancial, pues, la poes¨ªa cantada de Raimon conserva su ejemplar independencia ¨¦tica, el eco sobrio de la ra¨ªz xativ¨ª de su libertad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.