Pioneros
Escuchado con cierta perspectiva hist¨®rica, un concierto del Cuarteto Casals es un peque?o milagro
Escuchado con cierta perspectiva hist¨®rica, un concierto del Cuarteto Casals es un peque?o milagro. Cuartet¨ªsticamente hablando, Espa?a ha sido hasta su llegada hace ahora veinte a?os algo muy parecido a un erial. Gracias a ellos, y a los que han seguido su ejemplo, con el Cuarteto Quiroga a la cabeza, puede hablarse por fin de cuartetos espa?oles de proyecci¨®n y prestigio internacional. Curiosamente, ambos han optado por bautizarse con el apellido de dos compatriotas que fueron grand¨ªsimos instrumentistas de cuerda, casi dos padres fundadores: el m¨¢s conocido e influyente de todos ellos (el violonchelista Pablo Casals) y el menos renombrado, pero extraordinario violinista pontevedr¨¦s, Manuel Quiroga, cuyo nombre tiene el honor de figurar junto a los de Fritz Kreisler, Joseph Szigeti, George Enescu o Jacques Thibaud (compa?ero de tr¨ªo del propio Casals) entre las dedicatorias de las seis Sonatas op. 27 de Eug¨¨ne Ysa?e.
Obras de Debussy, Ravel y Franck. Cuarteto Casals y Aleks¨¦i Volodin (piano). Auditorio Nacional, 23 de mayo.
No est¨¢ de m¨¢s citar al violinista belga, tan cercano a Maurice Ravel y a C¨¦sar Franck, ambos presentes en el programa que acaba de ofrecer el Cuarteto Casals en el Auditorio Nacional. El pasado mes de marzo visit¨® su sala grande para estrenar junto a la Orquesta Nacional de Espa?a una obra compuesta expresamente para ellos por Francisco Coll, y ahora ha acudido al reclamo del Liceo de C¨¢mara XXI que organiza el Centro Nacional de Difusi¨®n Musical en la sala peque?a, casi llena para la ocasi¨®n. En la primera parte tocaron los Cuartetos de Debussy y Ravel, casi dos caras de una misma moneda; en la segunda, el Quinteto con piano de Franck. L¨¢stima que, una vez m¨¢s, se haya dejado escapar la oportunidad de poder escuchar el tambi¨¦n solitario Cuarteto en Re mayor del belga, una obra desmesurada y conflictiva, pero en absoluto merecedora del silencio en que suele estar sumida. Supuso, de hecho, la inspiraci¨®n directa para el Cuarteto op. 10 de Debussy, cuyo n¨²mero de opus parece buscar rodearlo de una aureola de auctoritas, y cuya pretendida tonalidad (Sol menor) no logra desmentir el car¨¢cter preeminentemente modal de la composici¨®n. Ravel imitar¨ªa luego a Debussy, si bien reforzando a¨²n m¨¢s el car¨¢cter c¨ªclico de su partitura, lo cual vuelve a depositarnos ?el c¨ªrculo se cierra? a los pies de C¨¦sar Franck.
Lo que el Cuarteto Casals ha ganado en solidez y cohesi¨®n, en forjar una personalidad musical muy reconocible, en perfeccionar su t¨¦cnica grupal, lo ha perdido en espontaneidad. Diseccionan las obras con un bistur¨ª preciso y certero, pero al mismo tiempo transmiten la sensaci¨®n de que ser¨¢ dif¨ªcil, si no imposible, que surja algo excepcional, imprevisto, que nos sorprenda alg¨²n estallido inesperado: todo est¨¢ controlado, precocinado en el mejor sentido, desprovisto en cierta medida de aliento vital. El movimiento lento del Cuarteto de Debussy podr¨ªa ser un buen ejemplo: magn¨ªficamente tocado e impecablemente analizado, son¨®, en cambio, demasiado est¨¢tico, lejano y casi preciosista. Potenciar algo m¨¢s la articulaci¨®n, ampliar los contrastes de la acentuaci¨®n y dejarse arrastrar por los trampolines que tiende en ocasiones la propia m¨²sica redundar¨ªa en unas versiones m¨¢s v¨ªvidas y, en consecuencia, m¨¢s emocionantes.
Aleks¨¦i Volodin fue un compa?ero de viaje tan solo correcto en el Quinteto de C¨¦sar Franck. Abus¨® del pedal y no acab¨® nunca de encontrar el volumen justo para que sus arpegios, escalas o r¨¢fagas mel¨®dicas se equipararan con el cuidadoso tapiz urdido por el cuarteto. Lo mejor lleg¨® tambi¨¦n aqu¨ª en el movimiento lento, aunque esta m¨²sica admite mayores dosis de poes¨ªa y misterio. Son todos ellos reparos menores a un concierto de alt¨ªsimo nivel t¨¦cnico, muy justamente aplaudido por el p¨²blico, en el que se a?or¨® por momentos una mayor presencia sonora de la viola de Jonathan Brown, cuyos exquisitos detalles musicales quedan a veces agazapados en un segundo plano.
El pr¨®ximo mes de agosto, el Cuarteto Casals interpretar¨¢ por primera vez en la Schubertiada de Vilabertr¨¢n la integral cuartet¨ªstica de Ludwig van Beethoven. No se trata de una elecci¨®n balad¨ª: la decisi¨®n transmite el mensaje inequ¨ªvoco de que el grupo ha alcanzado la mayor¨ªa de edad, de que puede enfrentarse con garant¨ªas en su vig¨¦simo cumplea?os a la cima absoluta del repertorio. Y no menos significativo es el hecho de que estos aut¨¦nticos pioneros tengan previsto tocar luego la misma integral en ciudades como Londres, Lisboa, Viena, Tokio, Barcelona y Madrid. Lo que anta?o parec¨ªa impensable ?un cuarteto espa?ol conquistando el mundo? es hoy una dichosa realidad.
Babelia
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