As¨ª se monta la Feria del Libro de Madrid
Las bambalinas de la 76? edici¨®n de la feria que se inaugura este viernes
Antonio Almeida llega a su primera Feria del Libro con lo puesto. Camisa hawaina, bermudas y una bolsa de tela al hombro con el nombre de su librer¨ªa: Molar.
Luego, los expositores veteranos har¨¢n una lista con todo lo que el novato deber¨ªa de haber tra¨ªdo para montar la caseta:?cutter y guantes (para abrir las cajas de libros sin cortarse), agua (a las 10 ya hace calor), trapos (las casetas hay que limpiarlas bastante), escalerilla (para llegar a las estanter¨ªas), y toallitas de beb¨¦ ¡°para todo lo dem¨¢s¡±¡
De momento, Antonio ¡ªuno de los nueve primerizos que se estrenan en esta 76? edici¨®n de la Feria¡ª se dirige, manos en los bolsillos, despreocupado y feliz, a la caseta de Organizaci¨®n para recoger sus llaves.
A pesar del aire acondicionado, la oficina prefabricada tiene el mismo esp¨ªritu transitorio de las casetas. En el centro hay un enorme tablero con unas 400 llaves numeradas que cuelgan de clavos y que dos secretarias (Rosa y Mariv¨ª, almas de la Feria) se encargan de repartir a los expositores. En una esquina, otra mujer se dedica en exclusiva a introducir en una base de datos los detalles de las 5.000 firmas que tendr¨¢n lugar en los pr¨®ximos 17 d¨ªas.
Antonio entrega su documentaci¨®n y recoge una autorizaci¨®n para meter el coche en el Retiro y las llaves de la caseta 96. A la salida, un hombre reparte las manivelas para extender los toldos.
Este a?o, las casetas estrenan una rotulaci¨®n interior porque con el toldo bajado era dif¨ªcil saber d¨®nde estabas. M¨¢s novedades: el mostrador sobresale para que las personas en sillas de ruedas se puedan acercar a los libros; las firmas adem¨¢s de por megafon¨ªa se anunciar¨¢n en unas pantallas, como los vuelos en un aeropuerto; por primera vez la Feria vender¨¢ merchandising en los puntos de informaci¨®n; y en todas las casetas habr¨¢ fibra ¨®ptica (han pasado de 1MB a 200 seg¨²n la organizaci¨®n).
¡°?Hay ya internet?¡±, le pregunta todo librero que pasa a Manuel Gil Esp¨ªn, el director, que tambi¨¦n es nuevo y pide paciencia. ¡°Yo he sido expositor cuarenta a?os¡±, dice, ¡°pero no tienes una visi¨®n global del incre¨ªble puzzle log¨ªstico que supone organizar la Feria: los generadores, los ba?os, los bafles, la seguridad, la ambulancia medicalizada¡¡±. De aquellas ferias de los a?os setenta recuerda que el suelo, sin asfaltar, se convert¨ªa en un barrizal, y que las casetas de hierro eran un horno. ¡°Era una feria de pueblo, simp¨¢tica, pero nada comparable a lo de ahora¡±, dice el director, alabando a su predecesor, Teo Sacrist¨¢n, por profesionalizar el evento.
En la feria trabajan unas 25 personas: las secretarias, los de prensa, los dos que reparten las 300.000 bolsas a las casetas, la docena de agentes de seguridad privados que refuerzan la vigilancia policial. ¡°A nivel seguridad lo m¨¢s delicado son las firmas¡±, dice Gil, que asegura que los robos no son nada habituales m¨¢s all¨¢ de quien ¡°se lleva un libro al descuido¡±. El seguro del contenido de las casetas, corre a cuenta de los expositores; la feria cubre la responsabilidad civil del evento. ¡°Sin embargo, la mayor¨ªa de las incidencias¡±, asegura el director, ¡°son de tipo bricolaje¡±.
En la caseta 96 hay una: la puerta de Antonio no cierra. Para estar aqu¨ª el socio de Molar Librer¨ªa ha pagado 1.500 euros de alquiler, m¨¢s unos 900 que cuesta agremiarse en Madrid. ¡°Es una pasta, pero llevamos cinco a?os con la librer¨ªa¡ y ya era hora; en la Feria se hace dinero ¡ªsi no la gente no repetir¨ªa¡ª, pero adem¨¢s es una cuesti¨®n de presencia¡±, dice el librero. ¡°A nosotras tambi¨¦n nos cost¨® lanzarnos al principio, porque es un embolado¡±, le dicen en la vecina Panta Rhei las hermanas Ingrid y Lilo Acebal, que llevan ocho a?os viniendo. ¡°Pero merece la pena a nivel ventas, a nivel darte a conocer y a nivel ver a los colegas¡±.
En la caseta de Organizaci¨®n suena por en¨¦sima vez el tono de Mot?rhead. Es el m¨®vil de David Fern¨¢ndez, responsable del montaje; a quien llamas cuando se te rompe una puerta o no sube una persiana. Coleta, ropa de camuflaje, herramientas al cinto y en la mano, desde el s¨¢bado pasado, manojos y manojos de llaves. ¡°La mayor¨ªa no se saben el truquito¡±, dice, ¡°esto no es la puerta de tu casa, el suelo no est¨¢ plano, hay que levantar, girar, abrir".
Hay dos tipos de casetas, las de tres y las de cuatro metros, por lo dem¨¢s id¨¦nticas. Sin embargo, hay diferencias. En la de la editorial Cabaret Voltaire, Miguel L¨¢zaro (al que le ha tocado una persiana el¨¦ctrica), comparte mostrador con Min¨²scula, porque no llega a los 141 t¨ªtulos publicados requeridos para solicitar una caseta. Quien m¨¢s tiene es el grupo Planeta, que al tener distintos sellos, puede juntar siete espacios.
Christina Linares, de la editorial y librer¨ªa sevillana Renacimiento, viene a la feria desde ni?a con su padre. ¡°Ya no tengo porque hacerlo, pero me encanta¡±, dice. Paga el doble de alquiler porque no est¨¢ agremiada en Madrid y para recortar gastos, dormir¨¢ en el sof¨¢ de su hermano. Desde Sevilla ha tra¨ªdo cuatro pal¨¦s de libros; cree que vender¨¢ uno. En la caseta de al lado, seis dependientes de La Casa del Libro se afanan en ordenar 21 pal¨¦s de mercanc¨ªa supervisados por Jos¨¦ Hip¨®lito. "Las grandes entramos en el sorteo como las dem¨¢s, pero tratan de ponernos en una cabecera para que las enormes colas de nuestras firmas no molesten a los dem¨¢s", dice. Este a?o: Fernando Aramburu y Blue Jeans. En el mostrador ya tienen listas dos cajas registradoras.
En el de la editorial Siruela tienen una caja de caudales y dos calculadoras. ¡°Nosotras estamos siempre en la oficina, as¨ª que esto es como una excursi¨®n al campo¡±, dicen Jessica Ayuso y Marta G¨®mez de Candi?anos, encantadas de pasar unos d¨ªas en contacto directo con el p¨²blico, aunque suponga ¡°un mont¨®n de curro¡±. Es b¨¢sico, dicen, ordenar bien los 2.000 libros que caben en la caseta para luego poder gestionar los miles de clientes que pasan por all¨ª. Justo enfrente est¨¢ la que se supone que es la peor caseta: al final, sin ¨¢rboles y en la acera que da el sol de tarde. ¡°Imagina que est¨¢s en el Bernabeu con otros 100.000 y pasa una paloma y te cae justo a ti, as¨ª nos ha ido en el sorteo¡±, resumen sus inquilinos, los editores de la Biblioteca de Autores Cristianos Edice.
Las bambalinas de la feria son un bullicio. Gente limpiando, operarios poniendo a punto las m¨¢quinas de refrescos, contenedores de cart¨®n rebosando de cajas, pilas de libros desordenados... En el pabell¨®n infantil, Juanvi S¨¢nchez y Pedro Vez est¨¢n pintando los homenajes a los ilustradores portugueses que protagonizan el fantasioso estand.
De vuelta en la caseta 96, Antonio ha empezado a abrir las cajas que le han tra¨ªdo los de las ¡°distris¡± y pelea con un albar¨¢n de cuatro p¨¢ginas. Junto a su socia, les esperan dos semanas de trabajo en el que tendr¨¢n que tirar de familia y amigos para atender la librer¨ªa y la caseta al mismo tiempo. A la lista de cosas que tiene que traer ha a?adido una neverita con cervezas. Sus vecinas de caseta celebran la idea del novato. Antes tendr¨¢ que ordenar todos estos libros que se apilan en su mostrador y etiquetarlos con un 10% de descuento. Tiene hasta hoy viernes a las 11 para hacerlo.
Babelia
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