Cary Grant y el LSD como terapia
Un documental con material rodado por el actor indaga en su uso de la droga en sesiones psiqui¨¢tricas, su mala relaci¨®n con las mujeres y su pasado de clase obrera
Durante tres a?os, a finales de los cincuenta, Cary Grant (Bristol, 1904 - Davenport, 1986) asisti¨® a m¨¢s de 100 citas con un psiquiatra de Beverly Hills para desentra?ar toda su mara?a emocional y exorcizar sus demonios. En cada sesi¨®n consumi¨® LSD, algo que hoy resulta chocante, pero que en aquel tiempo se consideraba terap¨¦utico. A ¨¦l le sirvi¨®: "Al final, me acerco a la felicidad". De esta manera arranca Becoming Cary Grant, un documental que se proyecta estos d¨ªas en Cannes Classics, la secci¨®n del festival dedicada a los t¨ªtulos cl¨¢sicos y a trabajos que indagan en figuras m¨ªticas. El director Mark Kidel (veterano cr¨ªtico y documentalista especializado en arte y m¨²sica) se lanza a analizar c¨®mo el hijo ¨²nico de un sastre y un ama de casa, nacido en la clase media de Bristol (Inglaterra) con el nombre de Archibald Alexander Leach, se convirti¨® en una figura mundial, mientras en su interior recompon¨ªa un alma rota por la desaparici¨®n de su madre. Y lo hizo con lo que pudo: yoga, psicoan¨¢lisis, hipnosis y LSD.
Cary Grant fue un misterio durante d¨¦cadas. Reservado, reacio a hablar con los medios, solo en privado parec¨ªa abrirse un poco m¨¢s. Solo a final de su carrera, superados sus miedos y retirado del cine, se dedic¨® a hablar de s¨ª mismo con libertad en un espect¨¢culo,?Evening with Cary Grant, con el que recorri¨® EE UU en el que el p¨²blico le preguntaba lo que deseara. A mitad de uno de ellos falleci¨® en Davenport (Iowa) a los 82 a?os y en brazos de su esposa, que siempre le acompa?aba. En cambio, la estrella estadounidense -pidi¨® y obtuvo la nacionalidad en 1942, un a?o despu¨¦s de cambiarse oficialmente el nombre- grab¨® con un tomavistas lo que le rodeaba la mayor parte de su vida. Ese material en 16 mil¨ªmetros, exquisito hasta cuando filmaba fiestas de amigos ("Ten¨ªa magia, no eran las t¨ªpicas grabaciones caseras", asegura Kidel) forma parte del metraje de Becoming Cary Grant, en el que hablan varios amigos suyos, cr¨ªticos de cine, su viuda y su hija.
La infancia de Archie Leach se derrumb¨® cuando a sus 11 a?os su madre se despidi¨® de ¨¦l tras un paseo dominical dici¨¦ndole que se iba de casa con otro hombre. Su marido, un buen sastre, no prosperaba como ella esperaba. Leach se qued¨® con su padre, y as¨ª naci¨® su reticencia instintiva contra las mujeres. A los 14 a?os entr¨® en una compa?¨ªa de acr¨®batas junto a su mejor amigo, y a sus 16 cuando el grupo viaja a Nueva York ¨¦l tambi¨¦n se va de gira. La mayor parte volvieron dos a?os despu¨¦s, pero Archie Leach, que acababa de cumplir 18 a?os, decidi¨® quedarse. Segu¨ªa carte¨¢ndose con su padre, del que hered¨® el porte, y en una misiva el progenitor le aconseja: "Si solo tienes un traje, que al menos sea bueno". Las palabras de Grant se oyen en pantalla gracias a la voz de Jonathan Pryce.
?La homosexualidad de Grant?
En el documental no hay ni una imagen sobre la eterna duda que rodea en su orientaci¨®n sexual a Cary Grant, quien en los a?os treinta vivi¨® con Randolph Scott. Pero el director del filme s¨ª responde: "En un montaje inicial s¨ª aparec¨ªan ambos juntos. Pero el historiador Mark Glancy dice que las famosas fotos en las que se miran arrebolados son un producto de los estudios Paramount para revistas femeninas y en aquellos tiempos, con la homosexualidad prohibida por ley, nunca se hubieran atrevido a desenmascararse en un retrato as¨ª". Y prosigue: "Siempre fue m¨¢s de camarader¨ªa masculina, desde sus tiempos de acr¨®bata. El mismo Glancy, que es gay, dice que no est¨¢ claro. Le gustaban las mujeres, hay muchas en sus grabaciones caseras, sus cinco esposas detallan con claridad su heterosexualidad, en su autobiograf¨ªa nunca publicada [cuyos fragmentos lee en pantalla Jonathan Pryce] no hay ni una l¨ªnea sobre ello. S¨ª hay alguna pista sobre otras relaciones con hombres, pero en definitiva no ten¨ªan suficiente peso como para cambiar nuestra aproximaci¨®n a los secretos de Grant".
As¨ª comienza una escalada a la cumbre, en la que abandona las torpes maneras teatrales que tanto chirr¨ªan en sus primeros trabajos. George Cukor sabe sacarle su alma de cockney en La gran aventura de Silvia (1935), la primera vez que deja de ser el guapo en pantalla y empieza a actuar. Es el a?o en que muere su padre, en el que se hace actor independiente de los estudios y en el que descubre que su madre jam¨¢s se fue con nadie, sino que estaba internada en el manicomio de Bristol por orden de su marido, que se hab¨ªa vuelto a casar. "Nunca dej¨® de ser Archie, el chaval de Bristol que no confiaba en las mujeres y por tanto no se met¨ªa en largas relaciones", asegura Kidel. "Es muy interesante c¨®mo se mantuvo, por ejemplo, profundamente ambiguo con su nacionalidad, algo que le acerca a otros hijos de la clase obrera brit¨¢nica que se reinventaron en EE UU como Alfred Hitchcock, Charlie Chaplin o No?l Coward". Grant visit¨® numerosas veces a su madre, que tambi¨¦n viaj¨® varias veces a EE UU y fue mantenida econ¨®micamente por su hijo. "Pero el da?o emocional ya estaba hecho. Sus esposas se quejan de que Grant era un obseso del trabajo, y que era callado. En los cuarenta Leo McCarey le sac¨® grandes interpretaciones, aunque la pel¨ªcula en la que Grant hizo de Archie, y por tanto m¨¢s de s¨ª mismo, fue Un coraz¨®n en peligro [1944], de Clifford Odets", cuenta el director.
A lo largo de treinta a?os, Grant fue una de las m¨¢s grandes estrellas. Seg¨²n Kidel, "Hawks y Hitchcock, que apareci¨® con su carrera ya asentada, supieron sacar partido de sus inseguridades. Me parece evidente que escog¨ªa papeles en los que bajo una capa exterior suave de galanura estallaban tormentas emocionales. Como era ¨¦l. Otra cosa es si lleg¨® a hablarlo con alguno de sus directores". En su ¨²ltima gran pel¨ªcula, Operaci¨®n Whisky (1964), encarna al m¨¢s anti Cary Grant de sus personajes, aunque probablemente al m¨¢s cercano a sus emociones. En el documental llega el turno de su hija, Jennifer Grant, que nace en 1966 con el int¨¦rprete ya retirado y que recuerda a un padre dedicado en cuerpo y alma a ella: "Era muy protector, ten¨ªa muchos miedos sobre lo que me pudiera pasar". Su viuda, Barbara Jaynes, apunta: "Fue una extra?a mezcla de lo que fue y de lo que se convirti¨®". Tal vez ¨¦l mismo se defini¨® a la perfecci¨®n cuando un periodista le dijo: "A todo el mundo le gustar¨ªa ser Cary Grant". Y el aludido respondi¨®: "Y a m¨ª tambi¨¦n".
Babelia
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