El empe?o de Pem¨¢n por hacer franquista a Falla
El poeta oficial de la dictadura intent¨® que el m¨²sico siguiera la misma trayectoria
Los dos gaditanos. Los dos intelectuales. Los dos cat¨®licos hasta la m¨¦dula. Pero uno republicano y otro franquista. Esa es la historia cruzada de Manuel de Falla y Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n y el relato de c¨®mo el poeta oficial del franquismointent¨® sin ¨¦xito convertir a Falla en el m¨²sico oficial de la dictadura.La exposici¨®n Falla. Noche en los confines de Espa?a, comisariada por Alejandro V. Garc¨ªa y Jorge de Persia, y organizada por el ¨¢rea de Cultura y memoria hist¨®rica y democr¨¢tica de la Diputaci¨®n de Granada, hace un repaso en el Palacio de los Condes de Gabia de Granada a la historia de esa relaci¨®n entre dos paisanos que se conocieron pero ni se trataron mucho ni pusieron mucho afecto en ese trato. La suya fue una relaci¨®n revirada en la que el compositor tuvo que echar mano de tanta elegancia como excusas para zafarse del no siempre bien intencionado Pem¨¢n.
Manuel de Falla llega a Granada en 1920, ya consagrado como compositor, en busca de silencio. Alejandro V. Garc¨ªa explica algunos rasgos de la personalidad del m¨²sico: ¡°Era met¨®dico en extremo, anotaba en su libreta de gastos hasta las limosnas; amigo de poca gente pero, todos ellos, muy influyentes. Y no soportaba el ruido. Eso lo trajo a Granada cuando pod¨ªa haber vivido en Par¨ªs, Madrid o donde hubiera querido¡±.
En la ciudad andaluza, el m¨²sico recibi¨® con satisfacci¨®n la llegada de la II Rep¨²blica. ¡°Realmente ha sido maravilloso el modo de efectuarse la revoluci¨®n¡±, escribe al hispanista ingl¨¦s John B. Trend, y contin¨²a: ¡°Dios quiera que siga su marcha normal por el mismo sereno camino¡±. Esa alegr¨ªa se matiz¨® en los meses siguientes cuando la Iglesia recibi¨® algunos ataques. En una carta a Fernando de los R¨ªos lamenta la quema de la Iglesia de San Nicol¨¢s."?Qu¨¦ pena da Espa?a, y como entre los unos y los otros la siguen destruyendo"!
En septiembre de 1937, con la Guerra Civil espa?ola a pleno rendimiento, Pem¨¢n maquina dotar al franquismo de un m¨²sico oficial. El poeta se traslada a Granada, cuenta Alejandro V. Garc¨ªa, para una lectura del poema La bestia y el ¨¢ngel. Probablemente, una excusa para encontrarse con Falla. El verdadero objetivo es arrancarle el compromiso de escribir un himno marcial para las tropas sublevadas. Falla fue incapaz de negarse. Pero la correspondencia que Garc¨ªa ha seleccionado para la exposici¨®n muestra la lucha tit¨¢nica ¡ªy exquisita¡ª que mantuvo con Pem¨¢n para rebajar el ardor guerrero de ese himno y desmarcarse de la inflamaci¨®n franquista que le piden. Falla decide no crear nada y opta por usar el Canto de los Almog¨¢vares de Felipe Pedrell, y el poeta se encargar¨¢ de la letra.
En octubre de 1937, Falla escribe a Pem¨¢n con sus primeras objeciones. No le parecen adecuadas las l¨ªneas ¡°sobre nuestras bayonetas/ soldados¡¡± y propone ¡°en amor y esperanza luchamos¡±. Un d¨ªa despu¨¦s, sin haber recibido siquiera la carta, Pem¨¢n da un golpe de efecto que da?¨® p¨²blicamente a Falla y que doli¨® profundamente al compositor. El diario Abc de Sevilla arranca con una gran foto de ambos bajo la cual se les describe como "poeta y m¨²sico de la cruzada¡±. Quedaban designados intelectuales oficiales del franquismo.
La lucha de Falla contra las palabras del himno marcial se mantuvo. D¨ªas despu¨¦s vuelve a escribir para rebajar la incontinencia guerrera de Pem¨¢n. Falla, en definitiva, mantuvo una lucha por suavizar un himno en el que no cre¨ªa. Finalmente vio la luz con m¨²sica de Petrell y letra de Pem¨¢n. ¡°Esa fue la ¨²nica contribuci¨®n art¨ªstica de Falla al franquismo¡±, concluye Garc¨ªa.
Tras este episodio, Pem¨¢n sab¨ªa del escaso ardor de Falla por la causa franquista; aun as¨ª, mantuvo la presi¨®n. El compositor lee en la prensa su propio nombramiento, a instancias de Pem¨¢n, como director del Instituto de Espa?a, la gran instituci¨®n cultural del momento. Esta vez, Falla lo rechaza apelando a su falta de salud.
La guerra, el franquismo, el empuje de Pem¨¢n, las dificultades econ¨®micas, entre otras cosas, consiguieron finalmente echar de Espa?a a Falla. Demasiado para un hombre que ya no estaba en su mejor momento de salud. En octubre de 1939, el m¨²sico pone rumbo a Argentina. Nunca volvi¨® vivo a pesar de los intentos de la dictadura. Siempre se neg¨®; como tantas veces en su vida, elegantes excusas por escrito le serv¨ªan de parapeto. En 1946 mor¨ªa en Argentina. Dos meses m¨¢s tarde llevaron a Espa?a su cad¨¢ver, que ahora comparte espacio con Pem¨¢n en la catedral de C¨¢diz.
Sin dinero toda su vida
Los derechos de autor deb¨ªan haberle dado una vida c¨®moda y estable, pero lo cierto es que Manuel de Falla casi siempre tuvo problemas econ¨®micos. La 1? Guerra Mundial y la guerra civil espa?ola, entre otras cosas, dificultaron el cobro regular de esos derechos. Afortunadamente, siempre tuvo amigos que le ayudaron. Y, ¨¦l, en los pocos momentos que tuvo cierta holgura econ¨®mica, quiso ayudar a otros. El artista y pintor Hermenegildo Lanz, amigo y casi vecino, fue represaliado por la dictadura y, por supuesto, pas¨® apuros financieros. La familia de Lanz a¨²n conserva las muchas letras de 3.000 pesetas con las que Falla pag¨® mensualmente la vivienda del artista en el barrio del Realejo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.