La escritura derriba muros en Centroam¨¦rica Cuenta
El encuentro nicarag¨¹ense fundado por Sergio Ram¨ªrez tiende puentes literarios en su quinta edici¨®n
Gioconda Belli defini¨® la regi¨®n de Nicaragua en El pa¨ªs bajo mi piel, memorias desencadenadas ¡°de amor y guerra¡±, como la ¡°cintura de Am¨¦rica¡±, que une Norte y Sur. El festival Centroam¨¦rica Cuenta, que celebra hasta el viernes en Managua su quinto aniversario, ha parecido asumir esta semana la met¨¢fora anat¨®mica al reunir en torno a esa idea de articulaci¨®n, de puente entre extremos separados por el recelo y las convenciones, a escritores, periodistas, editores, traductores, acad¨¦micos y otros habitantes del planeta libro de ambos lados del Atl¨¢ntico.
Qued¨® constatado ya desde el discurso inaugural, pronunciado en la noche tropical del lunes por Sergio Ram¨ªrez, fundador del encuentro. El autor de Adi¨®s muchachos plante¨® un elogio a todo aquello que es capaz de derribar los muros entre ¡°nosotros y los otros¡±, lema y punto de partida este a?o de la cita.
Librer¨ªas, instituciones diplom¨¢ticas y aulas universitarias diseminadas por la ciudad han servido de sede de los encuentros, aqu¨ª llamados ¡°conversatorios¡±, cuyos participantes han reflexionado sobre la necesidad de tender puentes. Entre la rebeld¨ªa de Albert Camus y la resistencia de Andr¨¦ Malraux, escritores franceses escogidos como inspiraci¨®n este a?o. Entre periodismo y literatura, y entre esta y el cine. Entre las distintas formas de la novela negra. Y entre los pa¨ªses a los que une el espa?ol y desunen las circunstancias.
Este ¨²ltimo motivo fue recurrente en las conversaciones de escritores espa?oles cuyas obras no se encuentran en las librer¨ªas de Managua, profesores hondure?os que llegaron del pa¨ªs vecino en avi¨®n mediante escala en Costa Rica y ¡°centroamericanistas¡±, como el alem¨¢n Werner Mackenbach o la salvadore?a Alexandra Ortiz Wallner, empe?ados en difundir en Europa las letras de la regi¨®n m¨¢s all¨¢ de los cl¨¢sicos (Rub¨¦n Dar¨ªo, Roque Dalton, Ernesto Cardenal, Miguel ?ngel Asturias o Augusto Monterroso) y los referentes contempor¨¢neos aqu¨ª convocados (Belli, Ram¨ªrez o Rodrigo Rey Rosa).
El diagn¨®stico del recientemente fallecido Ricardo Piglia ¡ª¡°hoy viajan los escritores, no sus libros¡±¡ª es especialmente evidente en los pa¨ªses centroamericanos. Las tiradas son cortas por pura necesidad y las obras de, pongamos, un autor costarricense no se encuentran con facilidad en las mesas de novedades de Tegucigalpa, salvo si emprenden, como est¨¢ a punto de hacer el joven nicarag¨¹ense Jos¨¦ Adiak Montoya, un dif¨ªcil camino de ida y vuelta que pasa por que una editorial de Madrid o Barcelona (Tusquets en este caso) se fije en ¨¦l y decida publicarlo y ¡ªtal vez s¨ª, tal vez no¡ª distribuirlo en todos los mercados del continente. ¡°Pero entonces se da una paradoja. Adquieren sus derechos para la lengua espa?ola y eso impide volver a editarlos en el plano local, as¨ª que vuelven a sus pa¨ªses de origen con precios inasequibles, hasta cinco veces superiores¡±, lament¨® Salvadora Navas, fundadora de la nicarag¨¹ense anam¨¢ Ediciones al t¨¦rmino de un encuentro titulado Leyendo a Latinoam¨¦rica en Europa.
Una variante de esas enmara?adas relaciones la puso otra de las mesas de Centroam¨¦rica Cuenta, dedicada a los escritores que viven y trabajan en otro pa¨ªs del de sus ra¨ªces. Es el caso de la argentina residente en Espa?a desde hace 40 a?os Clara Obligado, de Sandra Cisneros, escritora de ascendencia mexicana y gran ¨¦xito en Estados Unidos, y de Daniel Alarc¨®n, peruano crecido en Alabama, que ironiz¨® sobre su realidad. ¡°Si tienes una tilde en tu apellido, enseguida quieren colocarte palmeras y p¨¢jaros ex¨®ticos en la portada de tu libro¡±
De periodistas escritores y escritores periodistas hablaron el espa?ol Manuel Jabois, que defendi¨® ¡°la b¨²squeda de al menos cierta objetividad, aunque esta no goce de buena reputaci¨®n¡±, Clara Obligado, la joven cronista ecuatoriana Sabrina Duque, quien hall¨® la libertad del oficio tras liberarse del cors¨¦ espacio-temporal de los peri¨®dicos, y el maestro colombiano de la no ficci¨®n y del uso p¨²blico de la palabra Alberto Salcedo Ramos, que se meti¨® a la concurrencia en el bolsillo con an¨¦cdotas sobre el boxeador Kid Pambel¨¦, que ¡°ense?¨®¡± a su pa¨ªs ¡°a ganar¡±, y citas, propias o ajenas, como estas: ¡°El periodismo y la literatura son dos habitaciones de la misma casa¡±. ¡°Me gusta los que buscan la verdad, pero desconf¨ªo de los que dicen haberla encontrado¡±. ¡°Una gota de ficci¨®n echa a perder un mar de realidad¡±. ¡°Uno de los males actuales de la profesi¨®n es la narratofilia, se narran hasta los pies de foto¡±. ¡°El periodismo es el fino arte de frecuentar, de emprender la aventura de pasar tiempo con la gente; hay cosas que no se logran con una pregunta¡±. ¡°Me preocupa que ¨²ltimamente veo m¨¢s turismo que periodismo en los diarios¡±. Y ¡°un buen reportaje, cuando uno lo lee, parece que estuviera contando una mentira; mientras que una buena novela, cuando uno la lee, parece que estuviera contando una verdad¡±.
De fondo emergi¨® la figura de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que tambi¨¦n fue recordado en Centroam¨¦rica Cuenta. De ¨¦l, Jaime Abello, de la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada en 1995 por el Nobel colombiano en Cartagena de Indias, destac¨® que desde el primer hasta el ¨²ltimo art¨ªculo en prensa, entre 1948 y 1999, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez nunca dej¨® de ser periodista. ¡°Primero fue escritor de peri¨®dicos y luego ya se fue haciendo reportero, cr¨ªtico de cine, editor y hasta jefe¡±, Y as¨ª fue c¨®mo inspir¨® y sigue inspirando a cronistas de varias ¨¦pocas, como Leila Guerriero, quien rememor¨® el ¡°descubrimiento personal que fue constatar que era posible aunar periodismo y buena escritura y que Gabo no reservaba para su ficci¨®n el uso excelso del lenguaje¡±.
M¨¢s all¨¢ de la perenne inspiraci¨®n del autor de Cien A?os de Soledad, al final, si hubo algo que logr¨® unir a los escritores ¡ªde ficci¨®n o de no ficci¨®n de todas las nacionalidades, de la colombiana Piedad BonNett, que comparti¨® su experiencia de narrar el dolor tras el suicidio en 2011 de su hijo Daniel y la madrile?a Marta Sanz, que habl¨® de cr¨ªmenes de ficci¨®n y de ganar premios como el Herralde de Novela¡ª fue la incansable labor del fot¨®grafo argentino Daniel Mordzinski, ante cuya lente han desfilado a lo largo de los a?os (casi) todos los participantes de este y otros muchos encuentros. As¨ª lo atestigua la exposici¨®n ¡®Objetivo Mordzinski: Un viaje al coraz¨®n de la literatura hispanoamericana¡¯, inaugurada el mi¨¦rcoles en el Centro Cultural de Espa?a en Nicaragua.
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