Roca Rey quiere el poder, pero no tanto
El torero peruano y Perera cortaron una oreja cada uno y L¨®pez Sim¨®n escuch¨® pitos a la muerte de un toro bravo de Victoriano del R¨ªo
Es muy joven, tan solo veinte a?os, y ya quiere el poder. Como debe ser, en el toreo, al menos. Muchas figuras empezaron a afeitarse cuando ya estaban en la cima. Y ese parece que es el objetivo de Roca Rey.
Ese fue su mensaje claro ante el tercero de la tarde, un toro manso de libro, que busc¨® desesperadamente una salida desde que pis¨® el ruedo; sali¨® suelto de cada capotazo, cost¨® un mundo que acudiera a los caballos, un picotazo en cada uno, dif¨ªcil empe?o el de los banderilleros, y le cost¨® al torero dios y ayuda hacerle un quite porque el animal solo ansiaba el abrigo de las tablas.
Brind¨® Roca al rey Juan Carlos y recibi¨® por alto al toro cobard¨®n, que volvi¨® a poner pies en polvorosa, como quien huye del diablo. Le rob¨® materialmente dos redondos y uno de pecho, pero ah¨ª parec¨ªa que se acababa la pelea.
Consigui¨® llevarlo a los medios, con la esperanza de que el animal perdiera la querencia, que era lo que no quer¨ªa perder por nada del mundo, y al segundo muletazo ya corri¨® hacia chiqueros con la vana esperanza de que la dehesa estuviera al otro lado de la tabla rojiza.
DEL R?O / PERERA, L?PEZ SIM?N, ROCA REY
Toros de Victoriano del R¨ªo, bien presentados, astifinos, mansos ¡ªespecialmente el tercero¡ª, blandos y nobles. Destac¨® el quinto por su brava pelea en el caballo, y movilidad y codicia en los otros dos tercios.
Miguel ?ngel Perera: estocada desprendida ¡ªaviso¡ª (silencio); estocada trasera (oreja).
L¨®pez Sim¨®n: estocada ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n); dos pinchazos, media tendida, descabello ¡ªaviso¡ª y tres descabellos (pitos).
Roca Rey: estocada ¡ªaviso¡ª (oreja); estocada, dos descabellos ¡ªaviso¡ª y el toro se echa (silencio).
Plaza de Las Ventas. Vig¨¦sima primera corrida de feria, 31 de mayo. Lleno de no hay billetes. Asisti¨® Juan Carlos I.
All¨ª, con el toro entregado ya a su destino, Roca Rey se plant¨® firme en la arena, le mostr¨® el enga?o y el animal sac¨® a relucir una nobleza desconocida, de tal modo que brot¨® una tanda de hermosos naturales, humillado el toro y fijo en el enga?o, largo y hondo el muletazo, que cal¨® en los tendidos. Otra tanda m¨¢s, valeroso y decidido el torero, en el mismo lugar, y uno de los naturales desbord¨® grandeza. Otros naturales de frente y una demostraci¨®n de valor, de t¨¦cnica y poder¨ªo de un chaval que empez¨® ayer en esto, como quien dice. Una estocada en buen sitio le permiti¨® pasear una oreja de peso.
Fue esa faena una expresi¨®n de valor, de toreo de verdad, de suficiencia y ansia de poder. Fue la transmisi¨®n de un esp¨ªritu joven, entregado e ilusionado con el triunfo.
Era evidente que Roca Rey quiere el poder.
Pero quedaba el sexto, en el que hab¨ªa que confirmar lo anterior y abrir de par en par la puerta grande. Brind¨® al p¨²blico, y toda la plaza esperaba esa reacci¨®n de figura que sabe que esa es la tarde en la que debe jugarse la vida para atrapar el poder con las manos. Con esa intenci¨®n comenz¨® su faena a un toro manso, que brind¨® al respetable, y con el que no hab¨ªa lucido con el capote. Firmeza en los primeros compases, pero las asperezas del toro deslucen la ilusi¨®n inicial, y el torero deslumbrante se muestra comedido, reservado y se retira de la primera l¨ªnea de batalla. El animal se viene abajo y ¨¦l tambi¨¦n. Y la puerta grande se cierra y el poder se esfuma. Quiz¨¢ sea el contagio de las figuras actuales: que el poder no est¨¢ re?ido con la comodidad, que queda mucha temporada por delante.
Otra oreja cort¨® Perera a un toro bondadoso y de humillada y muy dulce embestida, al que hizo una faena bonita, templada, pero no conmovedora. Algunos redondos fueron grandes de verdad, y uno de pecho, largo, largo y duradero. Pero fue una labor inconclusa, sin colof¨®n ni arrebato. Y no fue buena la impresi¨®n que dej¨® en su primero, complicado, con el que ofreci¨® una preocupante sensaci¨®n de vac¨ªo.
El toro bravo de la tarde fue el quinto, Cojito de nombre, con el que se luci¨® el picador Tito Sandoval, que salud¨®, tras aguantar con maestr¨ªa las tres acometidas del animal. Acudi¨® alegre y pronto en banderillas y lleg¨® a la muleta con movilidad y codicia. De rodillas lo recibi¨® entonces L¨®pez Sim¨®n, y aceptables fueron las dos primeras tandas en las que brill¨® m¨¢s la casta del toro que el temple del torero. Seguidamente, los pases se acortaron, la labor se vino a menos y el madrile?o dio la impresi¨®n de estar desbordado. Insisti¨® el torero hasta que el animal se cans¨®, agotado, y le volvi¨® la cara. Tampoco encontr¨® el camino ante el noble segundo, y todo qued¨® en unos cuentos redondos desmayados que supieron a poco.
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