Viaje hacia el fondo de la Nada
Un cient¨ªfico visionario puede ser una persona de apariencia normal
Juan Ignacio Cirac, director del Instituto Max-Plank de Investigaci¨®n de ?ptica Cu¨¢ntica, le dijo un d¨ªa a su abuela gallega: ¡°Abuela, una misma cosa puede estar en dos lugares distintos a la vez y un gato puede estar al mismo tiempo vivo y muerto¡±. La abuela no se inmut¨®. ?Qu¨¦ no podr¨¢ creer una abuela gallega de su nieto despu¨¦s de pelear toda la vida para sacar a la familia adelante? Ella le contest¨®: ¡°Eso que cuentas es muy interesante, cosas m¨¢s raras he visto yo aqu¨ª en Galicia, pero si vas diciendo eso por ah¨ª te meter¨¢n en un manicomio¡±.
Un cient¨ªfico visionario puede ser una persona de apariencia normal, como Juan Ignacio Cirac, quien de paso por Madrid entra ahora en el restaurante siciliano en mangas de camisa, te da la mano sonriendo, se sienta a la mesa y cuando llega el camarero pide una ensalada de r¨²cula con naranja como ¨²nico plato, porque a las cuatro de la tarde est¨¢ citado con unos cient¨ªficos norteamericanos y necesita comer ligero. Un genio de la f¨ªsica cu¨¢ntica puede ser este mismo Juan Ignacio Cirac, quien tiene ahora cierta dificultad para entender c¨®mo funciona el salero y no obstante te explica que un solo grano de sal contiene m¨¢s part¨ªculas que astros hay en el universo y dada la convicci¨®n con que lo dice, no tienes m¨¢s remedio que creerlo, como hizo su abuela. Mientras ali?a la ensalada cuenta en qu¨¦ consiste su trabajo. El n¨²cleo y los electrones del ¨¢tomo, que los grandes f¨ªsicos descubrieron hace 100 a?os, pese a la incre¨ªble velocidad con que se mueven, hoy en su departamento de ¨®ptica cu¨¢ntica en M¨²nich, se atrapan individualmente con pinzas ¨®pticas, se enfr¨ªan hasta casi el cero absoluto, se manipulan con enorme precisi¨®n y se juega con ellos como si fueran marionetas. El Estado alem¨¢n le paga generosamente con 22 millones de euros al a?o solo por tener curiosidad y por hacer ciencia de frontera cuyos frutos, en todo caso, no se obtendr¨¢n hasta dentro de 20, 30 o 40 a?os. Tal vez entonces con estos trabajos especulativos, que realiza el equipo dirigido por Juan Ignacio Cirac, se podr¨¢n construir relojes at¨®micos ultra precisos, encriptar informaci¨®n de manera absolutamente segura, conseguir el ordenador cu¨¢ntico capaz de c¨¢lculos hoy inimaginables, que est¨¢n fuera del alcance del cerebro humano.
?Y de beber? ¡ªpregunta el camarero. Cirac pide una coca-cola cero. Mientras este genio se bebe ese cero a peque?os sorbos te explica que existe una realidad invisible donde las leyes de la naturaleza ya no funcionan tal como las conocemos. Una part¨ªcula puede atravesar dos agujeros a la vez y con ella se puede mandar informaci¨®n de un lugar a otro sin que pase por en medio. Cirac es un f¨ªsico transgresor atra¨ªdo por la oscuridad m¨¢s ¨ªntima de la materia, que pelea por bajar al mundo subat¨®mico en busca de la Nada y en ese vac¨ªo absoluto espera encontrarse con fil¨®sofos y m¨ªsticos, pero no con Dios.
Naci¨® en Manresa, en 1965, en cuyo instituto su padre, catal¨¢n de Reus, era catedr¨¢tico de griego y su madre, aragonesa de Caspe, explicaba matem¨¢ticas, una familia aderezada con antepasados gallegos. Los libros fueron desde ni?o los ¨²nicos juguetes que a Cirac le tra¨ªan los reyes magos. Muy pronto la familia se traslad¨® a Madrid donde nuestro h¨¦roe termin¨® el bachillerato. Hab¨ªa desistido de ser arquitecto porque era muy malo para el dibujo a mano alzada. Inici¨® los estudios de ingeniero aeron¨¢utico, pero lo dej¨® porque se sent¨ªa m¨¢s atra¨ªdo por la f¨ªsica y contra el criterio de sus padres se matricul¨® en esa disciplina en la Complutense sin pensar en ninguna clase de rentabilidad salvo en el placer de investigar. Su vida ha sido fiada a la educaci¨®n, al esfuerzo, a la suerte, a la ambici¨®n y a la colaboraci¨®n. Tiene mujer y tres hijos. Trabaja 16 horas diarias. Su dura bajada a la sima de la f¨ªsica cu¨¢ntica ha sido fruto, como es l¨®gico, del azar y la necesidad, que le llevaron a conocer en un curso de tres meses en Innsbruck al que ser¨ªa su maestro, el f¨ªsico austr¨ªaco Peter Zoller, quien al descubrir su talento ya no lo dej¨® escapar. Rodeado de premios Nobel dirige desde hace 16 a?os el departamento de ¨®ptica cu¨¢ntica del Max Plank de Munich.
Los genios no toman postre. Cirac pide solo un t¨¦. Durante el almuerzo frugal cada objeto sobre la mesa del restaurante ha tenido sentido, pero esa l¨®gica no rige en el mundo invisible donde la gravedad permite que el salero pueda caer hacia arriba. La f¨ªsica cu¨¢ntica demuestra que todo es posible en ese n¨²mero exponencial de universos. ?Tiene alg¨²n l¨ªmite esa infinidad de universos que existe? Lo tiene, pero es imposible llegar a ese l¨ªmite porque la fusi¨®n del tiempo y el espacio all¨ª te har¨ªan recular. Juan Ignacio Cirac se levanta de la mesa al final de un agradable almuerzo y al darte la mano para despedirse ya sabes que con ese gesto ha removido m¨¢s ¨¢tomos de ox¨ªgeno en el aire que estrellas hay en las infinitas galaxias.
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