Un ensayista ante los cl¨¢sicos
El perfil literario de Juan Goytisolo es el de un escritor ins¨®lito
El perfil literario de Juan Goytisolo es, desde todos los puntos de vista, el de un escritor ins¨®lito. Como narrador, supo apartarse tempranamente de los cauces dominantes en la literatura espa?ola de la ¨¦poca, y sigui¨® desde entonces su propio, solitario, independiente camino. Se?as de identidadsupuso no s¨®lo una ruptura con esos cauces sino tambi¨¦n con el comportamiento intelectual del escritor que acepta resignadamente los t¨®picos heredados, ¡°esa trama ¡ªescribi¨®¡ª de escamoteos, patra?as y mitos¡±. Su actitud no fue el resultado de un caprichoso designio de originalidad a toda costa, sino el fruto de un compromiso con lo que consideraba m¨¢s vivo de la tradici¨®n literaria recibida.
Fue un compromiso cr¨ªtico. Conviene subrayar que pocos escritores de nuestro tiempo han sido m¨¢s sensibles a lo que el propio Goytisolo llamaba ¡°el bosque de la literatura¡±, en t¨¦rminos universales, desde Boccaccio hasta Andrei Biely. Ci?¨¢monos ahora, sin embargo, a la literatura de lengua espa?ola. Ya en El furg¨®n de cola (1967) hab¨ªa examinado los casos de Larra o de Cernuda, pero es probablemente a partir de la Obra inglesa de Blanco White (1972) cuando Juan Goytisolo emprende una cuidadosa, dif¨ªcil revisi¨®n de los conceptos heredados en materia de valores literarios y de su historia cr¨ªtica. Me atrevo a decir que no existe un novelista espa?ol en los ¨²ltimos decenios que haya emprendido una revisi¨®n tan sistem¨¢tica de los cl¨¢sicos de su propia lengua, deshaciendo preconceptos de todo tipo y revalorizando lo que, interesadamente, hab¨ªa sido ocultado de manera cuidadosa por no pocos historiadores y cr¨ªticos. De ah¨ª su inter¨¦s por figuras como el Arcipreste de Hita, Francisco Delicado, Mar¨ªa de Zayas, o su oportuna reivindicaci¨®n de La Regenta cuando est¨¢bamos a¨²n lejos de conocer la relevancia hist¨®rica y literaria de la novela de Clar¨ªn.
Sol¨ªa Goytisolo afirmar con iron¨ªa que, en esa revisi¨®n, su referencia fundamental era la Historia de los heterodoxos espa?oles, de Men¨¦ndez Pelayo: los heterodoxos condenados eran precisamente los autores que hac¨ªa falta leer y releer. Es admirable, de este modo, su reivindicaci¨®n de un libro como La lozana andaluza o el Cancionero de obras de burla provocantes a risa. No puede negarse, en este punto, el ejemplo que para Goytisolo representaron historiadores como Am¨¦rico Castro o Francisco M¨¢rquez Villanueva. Ellos le ense?aron el camino, la necesidad de otra forma de leer, incluyendo en esas lecturas y relecturas, claro est¨¢, el mismo Quijote, casi sepultado bajo una bibliograf¨ªa que hab¨ªa renunciado a ver la fascinante modernidad de su texto inagotable. Incluso en un ensayo como Medievalismo y modernidad: el Arcipreste de Hita y nosotros no dej¨® de insistir en la obligaci¨®n ¨¦tica (y est¨¦tica) que todo buen lector tiene con respecto a los cl¨¢sicos de su lengua, esos cl¨¢sicos vivos, m¨¢s vivos de lo que pensamos cuando conseguimos comprobar que, como dec¨ªa Focillon, con ellos ¡°vuelve a empezar, perpetuamente, un formidable anta?o¡±. Debemos a Juan Goytisolo tanto una singular obra narrativa como el testimonio inequ¨ªvoco de un compromiso moral.
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