La sistematizaci¨®n del esc¨¢ndalo: el caso Watergate como evento arquitect¨®nico
El esc¨¢ndalo de espionaje que derrib¨® a Nixon fue un ejemplo de c¨®mo la pol¨ªtica del entretenimiento vino de la mano de una arquitectura que lo propiciaba
El reciente robo de informaci¨®n en el Comit¨¦ Nacional del Partido Dem¨®crata (DNC en sus siglas en ingl¨¦s), los presuntos intentos de obstrucci¨®n de la justicia por parte del presidente del Gobierno norteamericano y la asignaci¨®n de un fiscal especial para investigar posibles irregularidades por parte de la administraci¨®n Trump han hecho que el Watergate haya vuelto a primera plana en las ¨²ltimas semanas.
Aquel caso de espionaje de 1972 fue un claro ejemplo de c¨®mo la pol¨ªtica del entretenimiento y el esc¨¢ndalo vino de la mano de una arquitectura que lo propiciaba. M¨¢s a¨²n, la sistematizaci¨®n del esc¨¢ndalo en la arquitectura posmoderna ha estado inscrita en el pensamiento de la disciplina.
Poco antes del caso Watergate, en la sala de control del entonces reci¨¦n terminado edificio de viviendas de Washington que dio nombre al esc¨¢ndalo, un guarda de seguridad disfrutaba frente a un monitor de v¨ªdeovigilancia que mostraba el espect¨¢culo de la er¨®tica despedida diaria entre un pol¨ªtico y su pareja. El muro de pantallas de televisi¨®n a cargo del guarda del edificio Watergate supon¨ªa, en 1964 y seg¨²n medios del momento, el primer despliegue de un basto entramado de vigilancia audiovisual en el ¨¢mbito dom¨¦stico.
Si la finalidad del robo de 1972 en el DNC fue recabar informaci¨®n sobre pr¨¢cticas sexuales de pol¨ªticos, cabe reinterpretar el famoso esc¨¢ndalo poniendo la arquitectura como foco, dado que el Watergate se dise?¨® con el objetivo de facilitar una exposici¨®n ¨ªntima de sus residentes, por medios f¨ªsicos y electr¨®nicos, para el disfrute voyerista de un ojo ajeno.
Pocos a?os antes de proyectar el Watergate, su arquitecto, Luigi Moretti (1907-1973), inici¨® la corriente llamada Arquitectura Param¨¦trica, que favorec¨ªa discursos de control, transparencia y accesibilidad de informaci¨®n audiovisual en la ciudad, poniendo especial hincapi¨¦ en arquitecturas para la difusi¨®n del espect¨¢culo.
La Arquitectura Param¨¦trica hab¨ªa sido presentada ante el p¨²blico en la Trienal de Mil¨¢n de 1960 en una exposici¨®n hom¨®nima y propon¨ªa un m¨¦todo pseudocient¨ªfico que entend¨ªa la ciudad como un sistema de variables finitas. Este movimiento ten¨ªa como prop¨®sito inicial el utilizar modelos matem¨¢ticos para exponer y gestionar complejas bases de datos del d¨ªa a d¨ªa en las fases de dise?o. Datos como cartas meteorol¨®gicas, distancias entre desplazamientos en la ciudad o el n¨²mero de servicios p¨²blicos necesarios por habitante eran parte de las variables que el¡°parametricismo¡± intentaba sistematizar, en un entorno urbano que se cre¨ªa matem¨¢ticamente ponderable.
A pesar de su obsesi¨®n por el control y su aspiraci¨®n a la puesta en escena de un n¨²mero exhaustivo de variables sobre lo cotidiano, la exposici¨®n de Mil¨¢n se centr¨® exclusivamente en unos pocos par¨¢metros: aquellos pertenecientes a la recepci¨®n y difusi¨®n de ¡°informaci¨®n¡± audiovisual. La muestra conten¨ªa tan s¨®lo edificios dedicados a la producci¨®n y consumo de espect¨¢culos de masas como estadios y anfiteatros, exhibidos en maquetas y dibujos de geometr¨ªa compleja, que mostraban c¨®mo calculadas formas curvil¨ªneas eran las m¨¢s adecuadas para lograr una mayor transparencia visual y una mejor recepci¨®n por parte de grandes audiencias.
La retransmisi¨®n de la campa?a electoral entre Richard Nixon y John F. Kennedy de 1960 destruir¨ªa para siempre el l¨ªmite entre la esfera privada del pol¨ªtico y el ¨¢gora p¨²blica
Lejos de ser una preocupaci¨®n exclusiva de Moretti, la reciente obsesi¨®n por las ¡°audiencias¡± estaba presente en los discursos de la arquitectura desde el segundo tercio del siglo pasado, tal y como indica la historiadora Beatriz Colomina. En su obra seminal Privacidad y publicidad: La arquitectura moderna como medio de comunicaci¨®n de masas (The MIT Press, 1994), la historiadora indica que el factor m¨¢s significativo de aquellas arquitecturas hoy conocidas como ¡°modernas¡± ser¨ªa precisamente su ¨¦nfasis en funcionar para y como las tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n, tomando prestadas, asimismo, caracter¨ªsticas estil¨ªsticas de medios como el cine y la televisi¨®n.
El edificio Watergate no fue diferente. Las formas de aquellas calculadas piezas para grandes p¨²blicos expuestas en la Trienal de Mil¨¢n se trasladaron directamente al esquema del edificio de Washington, arrastrando con ellas no s¨®lo un inter¨¦s por una recepci¨®n del espect¨¢culo por parte de un p¨²blico masivo sino, de manera m¨¢s relevante, haciendo un ¨¦nfasis en la construcci¨®n de un sujeto deleitado por la informaci¨®n visual.
El complejo empez¨® a construirse en 1964, tan s¨®lo cuatro a?os despu¨¦s de la exposici¨®n Arquitectura Param¨¦trica. Sus pronunciadas curvas, grandes balcones y el uso del vidrio en ventanales de suelo a techo har¨ªan del Watergate, acabado en torno al 1969, un edificio permeable a la intimidad del espacio dom¨¦stico. Dada la forma semicircular del complejo, los interiores de las viviendas ser¨ªan visibles desde apartamentos cercanos, piscinas, espacios p¨²blicos o edificios vecinos. ¡°Mejor que no haya picaresca [hanky-panky] en el gabinete de Nixon. El gran hermano est¨¢ observando¡±, declaraba un medio norteamericano en referencia a la transparencia del edificio en 1969, previo al esc¨¢ndalo.
Sin embargo, aquella condici¨®n voyerista del Watergate no era s¨®lo una consecuencia de las inclinaciones de su arquitecto sino tambi¨¦n una reciente necesidad pol¨ªtica.
La retransmisi¨®n de la campa?a electoral entre Richard Nixon y John F. Kennedy de 1960 destruir¨ªa para siempre el l¨ªmite entre la esfera privada del pol¨ªtico y el ¨¢gora p¨²blica de una audiencia remota. El mismo a?o de la muestra Arquitectura Param¨¦trica, el periodista Bob Drew desarroll¨® una c¨¢mara de televisi¨®n tan peque?a y ligera que permiti¨® la emisi¨®n, por primera vez, de una campa?a electoral desde los espacios m¨¢s ¨ªntimos de los candidatos. Paseos televisados por residencias particulares y entrevistas desde los dormitorios de los contendientes transformaron de manera definitiva no s¨®lo la recepci¨®n de la vida personal de dirigentes pol¨ªticos, sino tambi¨¦n las formas de difusi¨®n de todo espacio dom¨¦stico.
La pol¨ªtica del entretenimiento se desarroll¨® junto a una arquitectura del entretenimiento.
Si la vida pol¨ªtica requer¨ªa, despu¨¦s de la campa?a de 1960, una reformulaci¨®n del nexo entre lo ¨ªntimo y lo p¨²blico, el edificio Watergate, que al a?o de abrirse albergaba a la mitad del gabinete de Nixon, no pod¨ªa ser ajeno a aquella nueva f¨®rmula de exposici¨®n dom¨¦stica del pol¨ªtico hacia los medios de comunicaci¨®n. Informaci¨®n e im¨¢genes de los interiores del Watergate circular¨ªan por revistas, peri¨®dicos y televisi¨®n, adem¨¢s de por las 23 in¨¦ditas c¨¢maras de vigilancia, numerosos micr¨®fonos e interfonos fijados en el dise?o. La revista Life mostraba en 1969 im¨¢genes de desayunos en bat¨ªn en los amplios y transparentes balcones, mujeres en bikini en las piscinas de las viviendas, conversaciones ¨ªntimas de pol¨ªticos en las terrazas soleadas y agentes de la CIA posando junto a documentos de espionaje guardados en los apartamentos del complejo.
La transparencia de informaci¨®n que Moretti hab¨ªa promovido se materializ¨® de nuevo en la noche del 17 de junio de 1972, cuando un grupo de esp¨ªas de la CIA, encabezado por el agente G. Gordon Liddy, entr¨® en la sexta planta del complejo, donde se encontraba la sede del DNC. El Watergate, aquella m¨¢quina de lo indiscreto, ser¨ªa puesta en marcha en una operaci¨®n controlada visualmente desde un edificio vecino, al tiempo que los esp¨ªas proced¨ªan al robo de informaci¨®n. M¨¢s a¨²n, el aparente disfrute en la contemplaci¨®n de actitudes er¨®ticas se extender¨ªa al material que el grupo pretend¨ªa sustraer dado que, seg¨²n el mismo Liddy, el motivo del asalto a las oficinas del DNC era el obtener material de los Dem¨®cratas sobre esc¨¢ndalos de prostituci¨®n que afectaban a dirigentes en la Casa Blanca.
El producto del parametricismo de Moretti no fue tanto una arquitectura calculada y optimizada, sino una est¨¦tica que privilegiaba discursos de control, transparencia y accesibilidad de informaci¨®n audiovisual en la arquitectura. Estas estrategias, paralelas a una coreograf¨ªa de recursos formales y tecnol¨®gicos, produjeron un edificio que operaba, desde su misma concepci¨®n, como un dispositivo para ser penetrado, fotografiado, escuchado, grabado y emitido para el escrutinio y disfrute de una audiencia remota. Pero sobre todo, Moretti produjo un habitante como esp¨ªa.
El car¨¢cter voyerista del famoso esc¨¢ndalo de 1972 invita a una lectura del edificio Watergate como un artefacto de comunicaci¨®n de lo ¨ªntimo, y el esc¨¢ndalo mismo como un evento arquitect¨®nico.
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