Para leer sin prejuicios
Padre de la ¡®todolog¨ªa¡¯, pensador mal comprendido, semillero de ideas¡ De Fernando Savater a Adela Cortina pasando por C¨¦sar Rendueles y Marina Garc¨¦s, ocho fil¨®sofos definen a Ortega y ofrecen una lectura a la altura del siglo XXI del gran intelectual del XX
Fernando Savater. Laico, gracias a Dios
Creo que Ortega es un autor discutible. Lo digo como un m¨¦rito, porque en filosof¨ªa los autores indiscutibles, es decir, aquellos que hay que aceptar o rechazar tal como vienen porque no admiten la tarea de la argumentaci¨®n racional (como Heidegger, por ejemplo), suelen servir para poco o para demasiado. Ortega adem¨¢s es un semillero de ideas, incluso contra sus m¨¢s caras conclusiones: tanto si le seguimos como si adoptamos la direcci¨®n opuesta, siempre abre trocha. O sea, que nunca se le lee en vano. Y adem¨¢s es un pensador laico: ?en esta Espa?a nuestra, qu¨¦ bien, loado sea Dios!
Beatriz Sarlo. La emoci¨®n de las masas
Para gente como yo, formada en los a?os sesenta del siglo XX, hubo puntos ciegos, ignorancias cuidadosamente practicadas. Una de ellas fue Ortega y Gasset. La cultura y la teor¨ªa francesa dominaban nuestra formaci¨®n y nuestro imaginario. Barthes, L¨¦vi-Strauss, Althusser, la revista Tel Quel. Ortega no pertenec¨ªa a ese mundo. Mi primera sorpresa fue que Pierre Bourdieu lo citara. Le¨ª La rebeli¨®n de las masas y me di cuenta de que ese gran ensayo encaraba la cuesti¨®n social y cultural que preocup¨® al siglo XX. Hace poco, en Harvard, me emocion¨¦ frente al manuscrito de una carta que Ortega y Gasset hab¨ªa enviado a Victoria Ocampo, su gran amiga. Tarde llegaste a Ortega, me dije.
Antonio Valdecantos. No tan castizo
En Espa?a son multitud las disputas ¡ªinteligentes o banales¡ª en las que se acaba recurriendo a Ortega. Nada tiene de extra?o que as¨ª ocurra, porque Ortega sell¨® con su impronta toda la historia intelectual espa?ola del siglo XX. Pero ha hecho falta que la categor¨ªa de vida pase al primer plano del inter¨¦s (a partir de las discusiones francesas e italianas sobre la biopol¨ªtica) para que se haga urgente otra manera menos castiza de leer a Ortega: la de un eslab¨®n imprescindible en la cadena que une a Nietzsche y a Bergson con Foucault, con Agamben o con Esposito. Un eslab¨®n cuya marca de origen nacional ya es, ciertamente, lo de menos.
Marina Garc¨¦s. Pasado necesario
El primer libro que me regalaron, cuando decid¨ª estudiar filosof¨ªa, fue Ideas y creencias, de Ortega. A¨²n lo tengo subrayado con esmero y sorpresa. Despu¨¦s fui leyendo otros y, con ellos, un ensayo tras otro de Mar¨ªa Zambrano. A¨²n no hab¨ªa terminado primero de carrera cuando este camino de descubrimientos se interrumpi¨®. Se impusieron los autores a estudiar y los autores a descubrir. Me parece importante que se editen y se discutan los textos de autores como Ortega por una raz¨®n: m¨¢s all¨¢ de su obvio inter¨¦s, en este pa¨ªs no leemos nunca a las generaciones anteriores. Ni viceversa. Hay un solipsismo generacional que en cada periodo acaba teniendo consecuencias hist¨®ricas devastadoras.
Amelia Valc¨¢rcel. El inventor de castellano filos¨®fico
Ortega, que es uno de los grandes, trabaj¨® en un momento cr¨ªtico de la historia espa?ola y eso alter¨® su recepci¨®n durante el franquismo. Yo conoc¨ª a gente que se declaraba antiorteguiana y que era, por el contrario, neoescol¨¢stica. Otro de sus problemas es que la filosof¨ªa que se hace en los a?os veinte ?¡ªla suya est¨¢ muy marcada por Simmel¡ª y la que se va a hacer en los a?os setenta ¡ªneomarxista y anal¨ªtica sobre todo¡ª no se parecen en nada. Ah¨ª no tuvo lugar. No obstante, le debemos dos cosas important¨ªsimas: 1) fabric¨® de arriba abajo el vocabulario filos¨®fico espa?ol, algo que el castellano, por falta de tradici¨®n, no ten¨ªa; 2) abri¨® el pensamiento espa?ol a tradiciones for¨¢neas a las que se hab¨ªa resistido.
?Javier Gom¨¢. Un gran talento sin genio
?Es el talento m¨¢s grande que ha tenido el pensamiento ¡ªdir¨ªa incluso la literatura¡ª espa?ol. Ortega es un talento supremo sin genio. Entendiendo por talento la inteligencia y la capacidad de asimilar, componer y exponer las ideas de otros. Y entendiendo por genio la capacidad de alumbrar ideas nuevas. Su gran aportaci¨®n es m¨¢s sociol¨®gica que filos¨®fica y se relaciona con la teor¨ªa de las ¨¦lites y la sociolog¨ªa de masas. Pero antes que fil¨®sofo o soci¨®logo, es el gran educador de Espa?a, a la manera de Goethe en Alemania o Rousseau en Francia. Esa persona que compendia el saber de su ¨¦poca y civiliza a todo un pueblo en una direcci¨®n positiva.
Adela Cortina. Un legado irrenunciable?
La herencia de Ortega sigue siendo estimulante. Su dise?o de una raz¨®n vital, hist¨®rica y narrativa; la concepci¨®n de la ¨¦tica como moralita, que es un explosivo tan potente como la dinamita, y no moralina empalagosa; la convicci¨®n de que la moral es aspiraci¨®n y proyecto, y no un arma arrojadiza que sirve para tachar a los dem¨¢s de inmorales; la idea de la t¨¦cnica como adaptaci¨®n creativa del medio al hombre; la necesidad de cultivar la excelencia en la vida p¨²blica para construir una buena pol¨ªtica, especialmente un aut¨¦ntico socialismo liberal; la visi¨®n de una Espa?a indeclinablemente unida a Europa y tantas otras propuestas constituyen un legado irrenunciable.
C¨¦sar Rendueles. El primer tod¨®logo
Creo que Ortega y Gasset pag¨® el precio de fingir que era un intelectual europeo convencional ¡ªcapaz de simultanear una actividad acad¨¦mica intensa con las intervenciones responsables en la esfera p¨²blica¡ª en un pa¨ªs donde tal cosa era imposible. Algunos de sus escritos filos¨®ficos m¨¢s t¨¦cnicos, como La idea de principio en Leibniz, son muy buenos y, por supuesto, como ensayista pod¨ªa resultar muy iluminador. Pero tambi¨¦n es cierto que a menudo su obra est¨¢ por debajo de su talento y seguramente no es exagerado considerarlo el padre fundador de esa disciplina intelectual tan vigorosa en nuestro pa¨ªs: la todolog¨ªa.
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