La hemeroteca es el factor humano de la historia
Para entender qu¨¦ pasa en Catalu?a y en Espa?a: pasi¨®n y desencanto en libros de Llu¨ªs Bassets y Fernando ?nega
Un peri¨®dico es un libro de historia, a su manera. Cada secci¨®n, incluidos los crucigramas, expresa el latido del tiempo, la cr¨®nica de lo que ha sucedido, el an¨¢lisis sobre lo que pasa. Sin cr¨®nica, sin reportaje, sin el juicio que los hechos merecieron en su d¨ªa, no habr¨ªa historia. La hemeroteca es el factor humano de la historia. Respeto a los que buscan las cr¨®nicas, los reportajes, la opini¨®n con un clic. Pero les aconsejo que vuelvan al sabor de los peri¨®dicos.
A falta del sabor de los peri¨®dicos, vayan a los libros, que tambi¨¦n huelen a papel, son de papel, siguen siendo, en su mayor¨ªa, hechos de esta pasta amenazada, como aquella en la que se basan los diarios tradicionales, por la inmensa garganta del grito internetario.
Los libros de ensayo, de cr¨®nica, de reportaje, de historia, provienen muchas veces del latido imperioso de la prensa, desde la antig¨¹edad del oficio de imprimir. Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Eduardo Haro Tecglen, Rosa Montero, por ir al siglo XX m¨¢s period¨ªstico de Espa?a, son evidentemente heterog¨¦neos, pero los uni¨® el papel de peri¨®dico, en el que se publicaron sus pensamientos, sus diatribas o sus prosas estrictamente period¨ªsticas. Esa tradici¨®n tiene en Am¨¦rica excelsos ejemplos, como Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Jorge de Ibarg¨¹engoitia o Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez. En todos ellos, los nombrados y los que forman parte de esa tradici¨®n de escribir para en seguida pero tambi¨¦n para que quede, hay un nexo com¨²n: la ambici¨®n de contar historias y hacerlo a su manera en medios impresos de aparici¨®n peri¨®dica, mayormente diarios.
Ahora tenemos en las estanter¨ªas espa?olas dos libros de extraordinaria factura que provienen, como los de aquellos maestros de anta?o o recientes, del papel de peri¨®dico o, por lo menos, de la experiencia de escribir en los peri¨®dicos. Uno es Lecciones espa?olas, de Llu¨ªs Bassets (EDLibros), y el otro es Qu¨¦ nos ha pasado, Espa?a, de Fernando ?nega (Plaza y Jan¨¦s). Bassets es director adjunto de EL PA?S. ?nega es cronista habitual de La Vanguardia, comenta la actualidad en Onda Cero, ejerce de lo mismo en algunos espacios de Televisi¨®n Espa?ola y tiene m¨¢s experiencia que los ratones colorados. Por ejemplo, ¨¦l fue al que, como adjunto a Adolfo Su¨¢rez cuando este empez¨® a construir la Transici¨®n que se le debe, se le ocurri¨® la famosa expresi¨®n: ¡°Puedo prometer y prometo¡±.
Un lector de peri¨®dicos debe estar feliz de esta coincidencia en las estanter¨ªas. Porque uno lee peri¨®dicos para saber qu¨¦ pasa, pero no se va satisfecho de esa lectura imprecisa de la actualidad si no se acerca a saber por qu¨¦ pasan las cosas. Bassets es experto, como fil¨®sofo, pero tambi¨¦n como int¨¦rprete de la vida como corresponsal en varios lugares del mundo (?incluso en Madrid!), a preguntarse por qu¨¦ y a despejar la inc¨®gnita. Este libro, Lecciones espa?olas, tiene su origen fundamental en EL PA?S y, por supuesto, en su experiencia de espectador activo de la dram¨¢tica sucesi¨®n de hechos acontecidos en Catalu?a desde que a Artur Mas lo recibieron en la Pla?a de Sant Jaume unos intelectuales entusiastas que lo pusieron camino de ser el Mois¨¦s de su pueblo.
A partir de ese momento, Bassets, que tambi¨¦n es un intelectual pero que no estaba en ese momento en esa plaza principal de la pol¨ªtica catalana, sigue como un Sherlock Holmes period¨ªstico (y muy period¨ªstico) la peripecia de aquella idea (evidentemente picuda, seg¨²n el recuento de las ideas manejado por ?ngel Ganivet) hasta el momento actual. Para entender Catalu?a y su historia, y no solo la historia de esta decena de a?os perplejos, es imprescindible leer libros, naturalmente; y hay que leer peri¨®dicos, lo aconsejo vivamente: leer peri¨®dicos asegura el acceso a las distintas versiones de las historias, arrincona las ideas fijas y entorpece con razones la fabricaci¨®n de los t¨®picos, las medias verdades o las posverdades. De eso escribe Bassets (y de eso, por cierto, escribe ?nega, como veremos luego). La irrupci¨®n de la mentira y del eslogan llegaron a cegar tanto al president con el que empez¨® todo esto (de la estelada al Catexit) que se crey¨®, sin dudarlo, su papel mesi¨¢nico. Incidentes de la historia hicieron que la antorcha cambiara de manos, pero el fruto que se coci¨® en la citada plaza sigue vivo y vibrante. Al leer el libro de Bassets he sentido que quiz¨¢ los que ya no tienen dudas adquirir¨¢n aqu¨ª algunas. Pero Bassets lo dice: estamos en la ¨¦poca de los convencimientos absolutos, de las posverdades y, por tanto, de las mentiras, y discutir te expone a razonar. Y razones no son las que se quieren.
Es una gran cr¨®nica triste, a pesar de la escritura de Bassets, que est¨¢ llena de socarroner¨ªa catalana; es un ejercicio de comprensi¨®n que es m¨¢s valioso porque se emprende a pesar de que el autor, este l¨²cido compa?ero, est¨¢ seguro de que el muro ya est¨¢ levantado y la herida, la que haya, ya est¨¢ en curso.
De otro estilo es el testimonio de ?nega, que se lee igualmente con admiraci¨®n por el acopio de datos, la inteligencia interna de la historia y un factor que en este caso resulta fundamental para explicar por qu¨¦ el autor usa tanto la primera persona. Porque ¨¦l estuvo all¨ª, en la primera hora de la Transici¨®n, y esa Espa?a que luego fue cuesta abajo en la rodada, de la ilusi¨®n al desencanto, le dio a ¨¦l, y a la gente de su generaci¨®n, materia para el sue?o y entretenimiento para las pesadillas.
Y desde ahora, cuando la pesadilla tambi¨¦n se llama Catalu?a, a la que ?nega tan bien conoce, se hace esa pregunta que es de gran reportero: Qu¨¦ nos ha pasado, Espa?a. Con la agilidad que le da esa especie de caballo que va unido a su verbo, el periodista gallego que le dio met¨¢foras a Su¨¢rez explica las noches del arquitecto de la democracia, las mentiras que se pusieron en la boca del l¨ªder centrista; y con ese lenguaje radicalmente period¨ªstico, como en una sucesi¨®n de carreras de caballos montados por c¨¦lebres u oscurecidos nombres propios, llega, como Bassets, a la posverdad, a las mentiras que se siguen fabricando para que Espa?a est¨¦ m¨¢s triste. ?nega nos pone en guardia. Los que se cargan la Transici¨®n, tanto como los que la glorifican en vano, est¨¢n ahora aupados en su arrogancia por los que cada vez que Espa?a avanza buscan una manera de retrasarla, de hacerla m¨¢s dif¨ªcil, menos alegre de lo que podr¨ªa ser. El libro de ?nega pone en su sitio, con datos, como ha de hacer un reportero, la esencia de la historia. ?La conclusi¨®n? Que lo que nos ha pasado no es lo ¨²ltimo que nos ha pasado, que la escultura no acaba de completarse pero que no es una cat¨¢strofe y que se parece, aunque parezca posverdad, a la Espa?a que a¨²n puede vanagloriarse de ser mucho mejor de lo que parec¨ªa que iba a ser en aquella oscura noche en que la hered¨® la que quiso desterrar la ira.
En cuanto a Bassets¡ Ya quisiera uno que esa pasi¨®n que muestra Llu¨ªs para contar qu¨¦ pasa en la historia de Catalu?a y qu¨¦ pasa ahora en ese pa¨ªs suyo, as¨ª como su capacidad para asentar sus an¨¢lisis en la l¨®gica del que quiere escuchar la opini¨®n de otros, fuera seguida por periodistas, comentaristas, historiadores o pol¨ªticos que hoy se sirven del papel o de la red para decir qu¨¦ pasa sin decir por qu¨¦ pasa.
Lean esos libros. Son de periodistas. Y son grandes libros de grandes periodistas.
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