Centauros juveniles del desierto

Entre un guion aparentemente intrascendente pero con visibles posibilidades energ¨¦ticas, emocionales y de divertimento, y una pel¨ªcula final de calidad y genio, que quede para los restos, suele haber un director con may¨²sculas. Solo hay que pensar en Loca evasi¨®n (1974), en ?Jo, qu¨¦ noche! (1985) y en Algo salvaje (1986), por poner tres ejemplos de pel¨ªculas con esencias, subtextos, objetivos y arcos temporales, dram¨¢ticos y c¨®micos muy semejantes a los de Una noche con mi exsuegro, para darse cuenta de qui¨¦n se hab¨ªa puesto tras la c¨¢mara para filmar aquellos libretos, Steven Spielberg, Martin Scorsese y Jonathan Demme, y lo que cada uno de ellos aport¨®.

Como en una versi¨®n cafre, juvenil y ca?era de Centauros del desierto, de John Ford, un padre de oscuro pasado con fuertes prejuicios sociales y el exnovio de su hija buscan a esta por un Los ?ngeles enfermizo, lis¨¦rgico y solitario. Una noche con mi exsuegro se convierte as¨ª en una comedia sobre la incomunicaci¨®n, en la que sobra la blandenguer¨ªa de la parte final, pero que se ve (casi) siempre con cierta simpat¨ªa.

Sin embargo, el efervescente guion de Seth W. Owen, muy bien dialogado, con personajes que a¨²nan la sensibilidad y el absurdo, la identificaci¨®n y la sorpresa, lo ha puesto en im¨¢genes un realizador, como m¨¢ximo, convencional. En su segundo largometraje, Gavin Wiesen, director tosco, sin ritmo ni ideas de puesta en escena, convierte lo escrito por Owen en una road movie de saldo, amparada ¨²nicamente en lo que queda de gracia de sus di¨¢logos y de su esencia fordiana, y en el carisma de calmado animal interpretativo de J. K. Simmons.