Sonia y el futuro absoluto
La primera exposici¨®n monogr¨¢fica de Sonia Delaunay en Espa?a propone potenciar su mirada multidisciplinar
La imagen que nos presentan, a¨²n hoy, los artistas de las viejas vanguardias retiene un timbre ¨¦pico, insuflado desde luego por la idea ut¨®pica que era el motor de sus producciones. De ah¨ª que, mientras s¨®lo podemos hablar hist¨®ricamente ¡ªrealmente¡ª de la est¨¦tica medieval o barroca, a¨²n es dado hacerlo de la vanguardista al modo proyectivo que le dio su ¨²nico sentido, en el que la realizaci¨®n, permanentemente diferida a un futuro absoluto, es lo que, parad¨®jicamente, preserva la ¨ªntegra, incontaminada pureza de la idea.
Los trabajos de Sonia Delaunay (Ucrania, 1885-Par¨ªs, 1979) resultan un dechado de aquellas absolutas reformaciones de la realidad. Sin embargo, es curioso, su imagen para m¨ª m¨¢s elocuente no habla de esa ¨¦pica gn¨®stica, sino de lo contrario: del modo en que ¡ªforzada por las necesidades econ¨®micas, despu¨¦s de que la Revoluci¨®n la despojara de sus rentas rusas¡ª se hubo de mezclar, como dec¨ªa santa Teresa, estrechamente con esa onerosa realidad de la vida. En esa imagen ya no es joven; ha enviudado de Robert Delaunay, el inventor del simultane¨ªsmo (uno de aquellos maximalismos cientifistas que hacen sonre¨ªr hoy al especialista Michel Pastoureau en su estupendo Los colores de nuestros recuerdos; Perif¨¦rica, 2017). Ahora, tras la Segunda Guerra, sobrevive en Par¨ªs con el dise?o de telas, pese a que su benefactor, el due?o de la holandesa Metz & Co., tambi¨¦n ha muerto en un campo de concentraci¨®n. Mientras trabaja, escucha por la radio las noticias deportivas, que son¡ªescribe en un diario¡ª su programa favorito.
La imagen m¨¢s elocuente de Sonia Delaunay habla del modo en que se hubo de mezclar estrechamente con esa realidad de la vida
Para entonces han pasado muchas cosas. Una educaci¨®n refinada en Francia y Alemania; el sue?o, con Robert, en el que los juguetes, los vestidos, las l¨¢mparas¡ compondr¨ªan un teatro total de colores puros que, como una pintura expandida, que se dir¨ªa hoy, en todas las direcciones de la vida, instaurar¨ªan la novedad futura, pero tambi¨¦n evocar¨ªan los tejidos populares de la patria campesina. As¨ª pues, juntas, Arcadia y Utop¨ªa.
El a?o 1914 sorprendi¨® a los Delaunay en Espa?a y pronto (con ayuda del marqu¨¦s de Valdeiglesias, director de La Esfera, al que les condujo Diaghilev) Sonia dise?ar¨ªa los nuevos apartamentos del ¡°todo Madrid¡± a trav¨¦s de Casa Sonia. La excelente exposici¨®n Sonia Delaunay. Arte, dise?o y moda, comisariada para el Museo Thyssen por Marta Ruiz del ?rbol, nos dice muy evocadoramente de esa ¨¦poca espa?ola y portuguesa (1914-1921), enmarcada por obras anteriores, entre ellas un ejemplar de la Prosa del Transiberiano, que Sonia estarci¨® junto a los versos viajeros de Blaise Cendrars y que visualiza aquel tiempo acelerado en simultaneidad con la moderna contracci¨®n del espacio. Y posteriores: el abanico-poema para Ram¨®n G¨®mez de la Serna, el abrigo dise?ado para Gloria Swanson, los vestidos que conserv¨® la mujer de Willy Baumeister (protagonista, 30 a?os despu¨¦s, de la espa?ola Escuela de Altamira) y cartas de color, muestrarios de Metz, corbatas¡
Y hay que fijarse en las fotograf¨ªas. Porque muestran la escasa consideraci¨®n que a los absolutos les merece la vida real: el cuerpo femenino bajo los dibujos de las telas, como los vol¨²menes de los objetos, resultan en realidad obst¨¢culos, pejigueras que la vida impone al despliegue de las l¨ªneas y los colores que quisieran ser continuos, no toparse nunca con las inconveniencias de lo real. Por eso, cuando imagino a esta mujer, que pronto tendr¨ªa el aspecto de una abuela rusa al regreso del mercado, oyendo la radio, en la posguerra de Par¨ªs, mientras trabaja, la veo cobrar vida, esa vida que en pocos sitios alienta m¨¢s diariamente que en un taller de costura.
¡®Sonia Delaunay. Arte, dise?o y moda¡¯. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 8 de octubre.
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