Camar¨®n: un hondo quej¨ªo de 25 a?os
Documentales, proyectos museogr¨¢ficos, congresos, conciertos... El flamenco recuerda a su gran icono pop, desaparecido el 2 de julio de 1992
Gritos, l¨¢grimas y avalanchas entre una multitud desesperada. La llegada del f¨¦retro con el cuerpo de Camar¨®n al puente de Zuazo, en la localidad gaditana de San Fernando provoc¨® un delirio generalizado. Tras llevar el ata¨²d a hombros entre empujones, Curro Romero, Tomatito y Paco de Luc¨ªa lo velaron durante toda la noche en el Ayuntamiento. Su muerte, el 2 de julio de 1992, como consecuencia de un c¨¢ncer de pulm¨®n en una cl¨ªnica de Badalona, supuso el nacimiento de una leyenda que en estos 25 a?os se ha agrandado. No ha surgido una figura capaz de ocupar el trono que dej¨® vacante en el universo flamenco. El a?o Camar¨®n celebra la figura de un cantaor irrepetible con un documental sobre su figura, un proyecto de museo que recoja su legado, un congreso en octubre y un concierto en el que colaboran sus hijos.
Reconocido por puristas y heterodoxos, Camar¨®n no solo revolucion¨® el cante. Se convirti¨® en un dios. Sus seguidores se part¨ªan la camisa al escucharlo por sole¨¢ y al acabar los conciertos lo buscaban para que tocara a sus hijos, una mitificaci¨®n que no soportaba y que agudiz¨® su onda autodestructiva. Vivi¨® r¨¢pido, muri¨® joven (contaba 42 a?os) y dej¨® un bonito cad¨¢ver. El cantaor superdotado, con un o¨ªdo privilegiado, capaz de una afinaci¨®n perfecta, adquiri¨® una dependencia tan fuerte de las drogas, que acab¨® perdido en su propio bosque. Fue el divo menos afectado, un hombre ajeno a las modas que estaba sin estar y que hablaba cantando. Su fr¨¢gil figura y su aire ausente lo acompa?aron hasta el final. Le gustaban los trajes, en la ¨²ltima ¨¦poca llevaba una melena cortada a capas y sol¨ªa lucir tres anillos en cada mano, pulseras, reloj y cadenas de oro al cuello.
Una ley no escrita identifica el flamenco jondo con el regusto amargo de la miseria y la vida bajo las estrellas, de la que surge un cante salido del alma. Jos¨¦ Monge Cruz (San Fernando, C¨¢diz, 1950) naci¨® en la fragua de su padre (los frag¨¹eros son considerados la aristocracia del pueblo gitano), donde se hac¨ªan fiestas y se cantaba por La Perla de C¨¢diz y por Manolo Caracol. El pen¨²ltimo de ocho hermanos fue al colegio lo justo para aprender las cuatro reglas y los vecinos pronto se acostumbraron a la prodigiosa voz de aquel ni?o, al que un t¨ªo suyo le apod¨® Camar¨®n por el color de su pelo. Le gustaban las peleas de gallos y los toros pero no tuvo mucho tiempo de juegos. Siendo un ni?o debut¨® en la Venta de Vargas, lugar de encuentro de flamencos.
Discograf¨ªa seleccionada
¡®Al verte las flores lloran¡¯ (1969).
¡®Son tus ojos dos estrellas¡¯ (1971).
¡®Soy caminante¡¯ (1974).
¡®Rosa Mar¨ªa¡¯ (1976).
¡®Castillo de arena¡¯ (1977).
¡®La leyenda del tiempo¡¯ (1979).
¡®Como el agua¡¯ (1981).
¡®Vivir¨¦¡¯ (1984).
¡®Te lo dice Camar¨®n¡¯ (1986).
¡®Soy gitano¡¯ (1989).
¡®Potro de rabia y miel¡¯ (1991).
La b¨²squeda de repertorio centr¨® buena parte de su juventud. El flamenco se ha trasmitido de manera oral, de padres a hijos y de cantaor a cantaor. Nadie sabe c¨®mo se enteraba que en lugares medio ocultos, entre Algeciras y C¨¢diz, viv¨ªan buenos int¨¦rpretes, sobre todo gente mayor que ni grababa ni hab¨ªa o¨ªdo hablar de eso, pero que sonaban aut¨¦nticos. En Madrid coincidi¨® con Paco de Luc¨ªa y su padre, el productor Antonio S¨¢nchez quien dirigi¨® la primera parte de su carrera. Su deriva como cantaor fue pasando de lo m¨¢s puro a lo m¨¢s comercial. Pepe Marchena sol¨ªa decir que todo el que canta bien lleva remendados los calzoncillos. Y Camar¨®n, al que le gustaba que el cante sonara gitano, tambi¨¦n aparcaba la sole¨¢ y la seguiriya para llegar a un p¨²blico m¨¢s amplio.
El ¨¢lbum de la revoluci¨®n
Su discograf¨ªa completa, desde el primer disco, Al verte las flores lloran (1969), grabado a los 18 a?os, hasta el ¨²ltimo, Potro de rabia y miel (1991), pasando por La leyenda del tiempo (1979), el ¨¢lbum que revolucion¨® el flamenco abri¨¦ndolo a nuevas m¨²sicas, grabado con el productor Ricardo Pach¨®n, se encuentra disponible en todos los formatos
Vend¨ªa mucho, sobre todo en los casetes que se despachaban en las gasolineras, y ganaba dinero, mucho, pero el grueso de sus ingresos econ¨®micos proced¨ªa del directo. Camar¨®n formaba parte del cartel de casi todos los festivales (a¨²n no se hab¨ªan convertido en reclamo comercial) que se celebraban en Andaluc¨ªa. Era el rey de las programaciones: en la primera mitad de los setenta se populariz¨® un cartel muy apreciado por el p¨²blico: Camar¨®n y Turronero. Lo dejaban para el final, el ¨²ltimo a ser posible, para que el p¨²blico aguantara.
Su nombre en los carteles garantizaba el no hay entradas. Sol¨ªa arrancar con un ¡°voy a cantar un poquito por buler¨ªas y luego lo que quieran ustedes¡±, pero no era habitual que diera propinas.
Su nombre en los carteles garantizaba el ¡®No hay entradas¡¯
En paralelo al ¨¦xito art¨ªstico, se cre¨® tambi¨¦n un cartel de cantaor conflictivo y pol¨¦mico. A medida que fue pasando el tiempo y enganch¨¢ndose m¨¢s a las drogas ¡ªespecialmente a la hero¨ªna¡ª, el previo a sus actuaciones se convirti¨® en una inc¨®gnita: ?cantar¨¢? Tomatito, que sustituy¨® en la guitarra a Paco de Luc¨ªa, siempre viajaba con ¨¦l, pero nunca ha querido desvelar los apuros en que se vio envuelto. Se cuenta que tras una actuaci¨®n, en la localidad francesa de Nimes, sali¨® en el maletero del coche porque hab¨ªa cantado corto y un grupo de gitanos quer¨ªa llev¨¢rselo a una fiesta. Otro d¨ªa, en un pueblo de C¨¢diz, salieron huyendo por los tejados. Camar¨®n no pod¨ªa seguir y el p¨²blico quer¨ªa m¨¢s.
En los a?os ochenta, su momento de mayor fama, contaba con un p¨²blico incondicional de gitanos, que llegaba a los locales donde deb¨ªa cantar horas antes de la actuaci¨®n, cargados con los ni?os y la merienda. Las p¨¢ginas de la prensa se llenaron con las espantadas que protagoniz¨®. Pod¨ªan ser 40 minutos de gloria o tener que devolver las entradas por incomparecencia.
Cuando comenz¨® a tener problemas de salud, a finales de los ochenta, todos sus recursos se vieron afectados pero nunca se retir¨® del Winston, del que fumaba hasta tres paquetes diarios. Ni siquiera cuando se met¨ªa en las cabinas insonorizadas, donde se pon¨ªa la voz en los estudios discogr¨¢ficos, olvidaba el tabaco, un espacio m¨ªnimo donde, al poco de entrar, apenas se le distingu¨ªa envuelto en humo.
Junto al ¨¦xito art¨ªstico, se cre¨® una fama de conflictivo y pol¨¦mico
25 a?os despu¨¦s de su muerte, su tumba se ha convertido en lugar de peregrinaci¨®n, se han escrito libros y rodado pel¨ªculas (est¨¢ en marcha un nuevo documental dirigido por Alexis Morante) sobre su vida, mientras su cara ¡ªimpresa en tazas y camisetas o esculpida en oro¡ª se vende en las tiendas o en los mercadillos de su ciudad natal. All¨ª se puede visitar su casa familiar y est¨¢ previsto que se edifique el museo que exhibir¨¢ su legado, ubicado en un solar junto a la Venta de Vargas, donde empez¨® de ni?o a cantar y donde lo escuch¨® Manolo Caracol. Ah¨ª, seg¨²n cuenta la leyenda, solt¨® aquella frase lapidaria: "Un ni?o rubio no puede cantar bien por buler¨ªas".
¡ª?Qu¨¦ va a quedar de Camar¨®n en la historia del cante?¡ª, le pregunt¨® en una ocasi¨®n el cr¨ªtico de flamenco de EL PA?S, ?ngel ?lvarez Caballero.
¡ªBueno quedar¨¢ al menos mi discograf¨ªa, y quien la escuche se dar¨¢ cuenta de que yo conoc¨ªa el cante y cantaba por derecho, con pureza.
Tambi¨¦n perdurar¨¢ lo que dijo Paco de Luc¨ªa en "La b¨²squeda", la pel¨ªcula sobre su vida filmada por su hijo Curro: ¡°La voz de Camar¨®n refleja como nadie la desolaci¨®n del pueblo gitano".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.