Dram¨¢tica cornada al pe¨®n Pablo Saugar ¡®Pirri¡¯

La sobrecogedora voltereta que sufri¨® el subalterno Pablo Saugar Pirri al banderillear al primero de la tarde rompi¨® la corrida y dej¨® un p¨¦simo sabor de boca en los tendidos.

El festejo no hab¨ªa comenzado con buen pie, pues la Casa de Misericordia decidi¨®, err¨®neamente, que no era oportuno que la plaza guardara un minuto de silencio en memoria de V¨ªctor Barrio en el primer aniversario de su muerte en Teruel; despu¨¦s, cuando Pirri se encontr¨® con Tanguisto, de gran estampa e impresionante arboladura, en el primer par de banderillas, el animal lo enganch¨® por el vientre con su muy astifino pit¨®n izquierdo, lo elev¨® a las alturas, lo zarande¨® con estr¨¦pito y a¨²n tuvo tiempo de herirlo en la cara cuando ca¨ªa al suelo. Fue una cogida dram¨¢tica y espeluznante, y la impresi¨®n que qued¨® es que hab¨ªa sufrido una muy grave cornada. El parte m¨¦dico confirm¨® que, tras ser intervenido en la enfermer¨ªa de la plaza, su estado era grave. El banderillero sufri¨® una herida por asta de toro que le seccion¨® la uretra y le provoc¨® evisceraci¨®n intestinal, con m¨²ltiples perforaciones en los intestinos.

Cuando Curro D¨ªaz tom¨® la muleta, la plaza entera continuaba sobrecogida, y con el cuerpo cortado. A pesar de ello, tore¨® con decisi¨®n, aunque los muletazos carecieron de hondura por el corto recorrido del toro, su evidente soser¨ªa y continuos cabezazos y derrotes. Fue una labor entonada y aseada, pero de escaso lucimiento.

El cuarto enga?¨® a todos al empujar en el caballo y acudir con cierta alegr¨ªa en el tercio de banderillas, pero volvi¨® a sus or¨ªgenes en la fase final. Demostr¨® ¨ªmpetu y movilidad en los primeros compases, y genio, despu¨¦s, con el que lo emborron¨® todo. A pesar de ello, D¨ªaz traz¨® un par de buenos naturales y ah¨ª qued¨® todo, no sin antes pasar un calvario con el estoque.

Tampoco alcanz¨® el vuelo deseado Paco Ure?a con el segundo, al que recibi¨® con unas aceptables ver¨®nicas. Fue otro toro de incierto comportamiento, que solo embisti¨® de largo en el inicio de faena, en unos ajustados estatuarios que reflejaron la encomiable actitud del torero. Destacaron algunos derechazos, pero la labor de Ure?a careci¨® de unidad y profundidad. Mat¨® de una estocada y lo premiaron con una oreja de muy escaso contenido.

Derrib¨® el quinto al caballo de picar con m¨¢s aspavientos que bravura ¡ªel picador cay¨® de bruces sobre el suelo y el costalazo fue de a¨²pa¡ª, y no tard¨® el toro en mostrar tambi¨¦n su falta absoluta de clase y nobleza. Qued¨® constancia del esfuerzo de Ure?a, pero absolutamente bald¨ªo ante las complicaciones evidentes de su oponente.

Brusco, violento y sin atisbo de clase fue el tercero, con el que debut¨® Garrido en esta plaza. Su actitud fue de torero responsable y decidido, pero se impusieron las malas artes de su oponente, manso, suelto y sin calidad alguna. Lo hab¨ªa recibido con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio y un par de buenas ver¨®nicas, pero pronto demostr¨® el animal su p¨¦sima condici¨®n. A la hora de matar, pas¨® m¨¢s apuros de los previstos y deseados.

El toro m¨¢s noble fue el sexto, Hurac¨¢n, el que encabez¨® la carrera del encierro matinal. Humill¨® como ninguno de sus hermanos, mostr¨® mejores ideas y se dej¨® torear. Garrido protagoniz¨® un lucido quite a la ver¨®nica, y consigui¨® congraciarse con las pe?as al iniciar de rodillas la faena de muleta. Decepcion¨®, no obstante, su labor, sin la ligaz¨®n y la hondura requeridas.