The Weeknd gobierna sin sobresaltos en el FIB
El canadiense y The Jesus and Mary Chain escenificaron rotundamente presente y pasado de m¨¢s de dos d¨¦cadas de festival

El tacto epid¨¦rmico, sensual y mim¨¦tico ¨C con su ascendiente - del R'N'B contempor¨¢neo de The Weeknd frente a las guitarras, ¨¢speras como la lija, de las canciones can¨®nicas de The Jesus and Mary Chain, crisol del indie rock en su f¨®rmula m¨¢s desabrida y magistral. Apenas les separaban 15 minutos y unos cuantos metros, en el tr¨¢nsito del escenario de uno al de los otros, y una dispar acogida que revela el largo trecho recorrido para un festival forzado a renovarse o morir: muchedumbre agolpada ante la primera participaci¨®n del canadiense y unos cuantos miles de almas frente a los escoceses, en escenario acorde con su escalaf¨®n secundario en este cartel, muy lejos de su condici¨®n de reclamo principal en 1995 (ca¨ªdos a ¨²ltima hora) y 1996 (por partida doble, como compensaci¨®n). En esencia, el signo de este tiempo, con ambas propuestas sacando m¨²sculo con similar solvencia en una edici¨®n que augura r¨¦cord de asistencia.
Abel Tesfaye, o lo que es lo mismo, The Weeknd, fen¨®meno de masas en las ¨²ltimas tres temporadas, no es un vocalista sobrado de carisma, pero sintetiza con pulso contempor¨¢neo y escasos dev¨ªos del guion ¨C la turbia oscuridad de sus primeras mixtapes es historia - las ense?anzas de Michael Jackson, Prince y hasta aquel eslab¨®n de la cadena que fue el nunca bien ponderado Craig David en su vis m¨¢s meliflua (esa dicci¨®n vulnerable). Lo hace sin super¨¢vit de inventiva pero con innegable solvencia. Poco importa que el tramo central de su set actual se resienta de cierta linealidad, o que el dispendio de hits inapelables a¨²n se antoje corto tras cuatro discos: en tiempos de primac¨ªa de la canci¨®n sobre el formato ¨¢lbum, y con la asistencia de un elenco de estrellas de altos vuelos (de Daft Punk a Kendrick Lamar, pasando por Lana del Rey), maneja los resortes del R'N'B actual revistiendo de cierta modernidad urbana unos argumentos no precisamente nuevos. De ah¨ª su cr¨¦dito. Con su banda entarimada en segundo plano y unas proyecciones medidas y en su punto justo de efectismo, desgran¨® lo mejor de su concierto al principio y al final, abriendo con Starboy y cerrando con Can't Feel My Face, I Feel It Coming (rebozada en el juego de espejos estrobosc¨®picos de Daft Punk) y la inquietante The Hills. Entre medias, focos de intensidad puntuales como Earned It o Secrets.
Lo de The Jesus and Mary Chain evidenci¨® la paradoja: han tenido que pasar m¨¢s de dos d¨¦cadas para que, quiz¨¢ ya conscientes del peso de su temario, se apliquen a la faena en pases escrupulosamente aplicados. Por actitud y sonido, nada que ver con aquella desgana de anta?o. I Hate Rock and Roll, la destemplada andanada contra la industria musical que anticip¨® su ocaso, son¨® anoche como un cierre incandescente, con el estr¨¦pito que demandaba una noche por la que desfilaron Head On, April Skies, Far Gone and Out o esa Just Like Honey que, recibida con alzamiento de m¨®viles por parte del personal cuarent¨®n (Sofia Coppola tuvo la culpa), demostr¨® que ni siquiera unos cl¨¢sicos como ellos pueden actuar como si no hubiera pasado el tiempo, por mucho que sus canciones no se oxiden. Caso an¨¢logo al de unos Ride m¨¢s tibios, convincentes sobre todo cuando el muro de guitarras levantado por Mark Gardener y Andy Bell imponia su ley.
Primera jornada, la de ayer, que depar¨® convincentes actuaciones tambi¨¦n a cargo de Bonobo, Stormzy, Twin Peaks, T¨®rtel o Gener, y aportaciones m¨¢s discutibles, como las de Kaleo, Bejo o Sunflower Bean. Tres d¨ªas de conciertos quedan a¨²n por delante.
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