La aglomeraci¨®n
No basta con que el local est¨¦ lleno sino que no quepa ni una aguja
Todo lleno titulaba Manuel Vicent su columna del domingo pasado. Efectivamente, como efecto de ¡°la rebeli¨®n de las masas¡± lleg¨® el ¡°lleno¡±, pero en estos momentos ya vivimos, de lleno, el tiempo de la aglomeraci¨®n. El lleno no mata, flirtea con el ¨¦xito, pero la aglomeraci¨®n asesina, corteja con la muerte y con la destrucci¨®n.
Ni los encierros de los sanfermines se emitir¨ªan a todo el mundo sin mediar la muerte ni la Caja M¨¢gica sin accidente ser¨ªa ya tan encantador contenedor. No basta con que el solar o el local se encuentren repletos sino que no quepa en ellos una aguja. No ser¨¢ suficiente con que se amontone el personal sino tambi¨¦n que se a?ada el riesgo sumo. As¨ª, cuando la masa llega al colmo empieza a progresar el gran resultado: las tr¨¢gicas muertes por aplastamiento en las quemas y las estampidas.
Es tambi¨¦n el caso de las ciudades atiborradas por los cruceristas, las playas a estallar por el censo de cuerpos desnudos y colorados, los hacinamientos del Orgullo Gay, los antiglobalizaci¨®n o los independentistas que emiten su Puigdemont. La aglomeraci¨®n mata y atrae cada a?o ¡ªcomo en La Meca o Heysel, acaso¡ª a los cad¨¢veres religiosos que surten las peregrinaciones inc¨®lumes.
Los grandes almacenes engullendo el peque?o comercio, los aeropuertos a 5 kil¨®metros de la terminal, las ciudades como Doha, los hubs descomunales reiteran la cultura de la aglomeraci¨®n. No es a¨²n lo lleno lo que mata sino la aglomeraci¨®n. Puesto que lo aglomerado, como dice Mar¨ªa Moliner, es ¡°un combustible hecho con carb¨®n menudo y aglutinado con alquitr¨¢n¡¡±. Un material listo para incendiarse y transformar los locales de juerga en morgues y la luz de sus focos en el aura de los velatorios. La aglomeraci¨®n mata indiscriminadamente pero explosiona ante todo sobre el combustible joven. No es la causa pol¨ªtica, ni social puras las que llevan a la matanza final, sea en Atenas o en Estambul. Es ante todo una nueva rama de la cultura extrema que prepara al exceso de la muchedumbre para teatralizar la explosi¨®n letal.
Con los accidentes de tr¨¢ficos o los cr¨ªmenes dom¨¦sticos, la aglomeraci¨®n gana sitio entre las muertes modernas. Destruye por acumulaci¨®n, asfixia, en suma, por aspirar a ser, como el c¨¢ncer, un tumor que, como met¨¢fora de la ¨¦poca, aumenta sin otro objetivo que engullirnos, hacernos polvo y arrasarnos en su combusti¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.