La apote¨®sica memoria de U2
El pasado fue un tesoro en manos de la banda irlandesa en Barcelona
Si no fuera porque salieron de uno en uno, provocando el griter¨ªo escalonado de la multitud, parecer¨ªa que se trataba de una banda modesta. Apenas unos focos blancos para distinguirlos, la gran pantalla apagada y ellos cuatro en un diminuto escenario entre el p¨²blico. Cuatro instrumentistas sonando crudo cuando la noche comenzaba a caer. Pero no, eran U2 iniciando su ¨²nico concierto en Espa?a. Y lo hicieron disparando certeros directos a la mand¨ªbula poco protegida del p¨²blico, los esperados Sunday Bloody Sunday y New Year's Day, canciones euforizantes que la multitud engull¨® hambrienta antes de que Bono saludase medio en catal¨¢n, medio en castellano, medio en ingl¨¦s para lisonjear a Barcelona y, nobleza obliga, recordar la ausencia de Bowie y hacer sonar un fragmento de Heroes en medio de Bad para que todo el estadio, m¨¢s de 55.000 personas, se convirtiese en un extenso valle de luci¨¦rnagas con decenas de miles de m¨®viles encendidos. No, ya no parec¨ªan una banda monda y lironda, eran los U2 a punto de rematar el primer tramo de su concierto con Pride, otro directo a la memoria. Ya hab¨ªa anochecido y los focos blancos s¨®lo recog¨ªan un mar de brazos.
Viendo un estadio, el Ol¨ªmpico, as¨ª de rendido debe ser dif¨ªcil no creerse poco menos que Dios. Porque adem¨¢s hab¨ªa milagrito, y de repente la pantalla del escenario principal, tan grande como Malta, perfil¨® el ¨¢rbol de The Joshua Tree sobre un conmovedor fondo rojo sangre. Fara¨®nicos metros cuadrados de tecnolog¨ªa con una definici¨®n asombrosa. Y entonces comenz¨® a sonar Where The Streets Have No Name y hasta se olvid¨® que Bono caminaba como un hombre que parodia a alguien pagado de s¨ª mismo, convencido de que la pantalla no le empeque?ec¨ªa.
Bono record¨® al desaparecido David? Bowie con un fragmento de ¡®Heroes¡¯
Era el momento de la memoria, de recordar que hace treinta a?os estos irlandeses comenzaron a llenar estadios como quien llena de tierra una maceta. Su pala se llama The Joshua Tree que interpretaron completo y en orden, con Bono presentando las piezas.
Si como dijo Simon Reynolds "lo retro siempre alude al pasado relativamente inmediato, a cosas de las que se tiene una memoria viva", aquello era puramente retro, un reencuentro con el pasado de los all¨ª presentes. Y el pasado con m¨²sica no duele, todo lo m¨¢s genera una sonrisa de melanc¨®lica aceptaci¨®n.
Claro que no s¨®lo hab¨ªa personas con pasado. Tambi¨¦n los hab¨ªa j¨®venes, ni tan siquiera zigotos cuando este disco proyect¨® a U2 a la sala de partos de la fama. Tambi¨¦n a estas personas pertenece un pasado que para ellas es casi antes de ayer, cuando conocieron el disco, y quiz¨¢s por ello vociferaban con la fuerza del reci¨¦n converso, logrando que de nuevo el mayor espect¨¢culo del mundo sea una masa disfrutando con sus canciones favoritas. Y entonces, en Bullet The Blue Sky la imagen de Bono ya se col¨® en la pantalla. Bastaba de paisajes y carreteras hacia ninguna parte, el jefe se proyectaba para ser visto en el rinc¨®n m¨¢s lejano. A la sombra de la pantalla, algunas parejas se besaban, muchos sonre¨ªan, pero todo el poder del mundo no permit¨ªa a Bono verlo. Hab¨ªa pasado una hora, y lo hab¨ªa hecho con la velocidad que pasa la vida para quien a¨²n no tiene memoria.
Viendo un estadio as¨ª de rendido debe ser dif¨ªcil no creerse poco menos que Dios
La recta final fue igual de veloz. ?xitos a destajo para acabar de rendir a la multitud, aplastada por un sonido n¨ªtido y crudo, por la acerada guitarra de The Edge, por la sobria m¨¢quina r¨ªtmica de bajo y bater¨ªa y por la voz, en forma, anhelante, de Bono.
?pica rockera de hombre blanco para reventar un estadio. Canciones como vi?etas de un mundo al que ingenuamente quieren hacer mejor. U2 triunf¨®. Fue un simple cuarteto desnudo arropado por una pantalla descomunal. U2 triunf¨®, y a la vez qued¨® patente que es una banda con m¨¢s pasado que futuro, pese a que acabaron el concierto con una canci¨®n nueva, The Little Things That Give You Away.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.