Un gran Manzanares conquista la tarde ante un alegre toro de Cuvillo

Un gran Manzanares en el quinto. Hubo revancha en este toro, tras el fiasco del segundo. Y a lo grande. Toreo de empaque. De gran contenido la faena. Combinada sobre ambas manos. Vio Manzanares a ese buen toro nada m¨¢s salir. De recibo un buen capote a la ver¨®nica, cerrada la serie con media. En el quite, por chicuelinas y otra media enroscada. Por si faltaba ver al toro, Mar¨ªn tambi¨¦n quit¨® por saltilleras con el toro entregado. Con la muleta lleg¨® el toreo grande de un Manzanares convencido. Pronto el toro y alegre; pose y poso en el toreo del alicantino. Suavidad en el toreo sobre la izquierda y firmeza sobre la mano derecha. La balanza equilibrada por ambos pitones. Manzanares llen¨® la escena, con el toro y sin el toro. Empaque siempre. El buen Cuvillo hizo amago de rajarse, pero para entonces todo el pescado estaba vendido. Recursos sobre la marcha, como un molinete a una mano o una trincherilla muy torera, con el toro ya metido en terrenos de toriles. Gran obra del alicantino. Faltaba el colof¨®n: una buena estocada, a recibir, perdiendo muleta, y un volc¨¢n la plaza con Manzanares. Triunfo rotundo. Sin paliativos. Sinfon¨ªa completa.

El segundo de la tarde, de muy finas puntas, hizo un renuncio a la lidia casi de entrada. Al relance le castigaron fuerte en el primer puyazo y a partir de ah¨ª ya fue menos toro para los restos. Sin remate en el viaje, corto al final del muletazo, fue imposible arrancar faena aunque s¨ª la m¨²sica, sin sentido alguno. Manzanares lo pas¨® pulcro, autosuficiente. No hab¨ªa para m¨¢s.

El toro que abri¨® la corrida, un hermoso colorado ojo de perdiz, fue un buen toro. Un excelente toro, en fin, que pas¨® sin decir ni pio por el caballo de picar. Nada nuevo bajo el sol. Pero se entreg¨® sin condiciones a la muleta de Castella. Estatuarios de entrada, con un vientecillo que molest¨® una pizca, el pase del desprecio y el toro a los medios. Rendido a la muleta, Castella puso actitud. Tambi¨¦n un toreo algo mec¨¢nico, con p¨¦rdida de pasos al final de cada encuentro. Poco ajuste en todo. Con la faena casi hecha, una serie por la derecha tuvo m¨¢s logro con el toro muy metido en la panza de la muleta. Fue lo mejor de una faena que acab¨® con los cl¨¢sicos parones de aguante, el toreo de cercan¨ªas, el consabido circular invertido y un desplante despreciando la muleta. La espada qued¨® baja y trasera, mas no import¨® para que hubiera premio ante la petici¨®n del pueblo.

El cuarto toro se acab¨® antes de hora. O ten¨ªa su hora prevista para echar la toalla. Dos cambiados por la espalda, con otros banderazos intercalados, preludiaron una faena que tuvo un par de series ligadas sobre el pit¨®n diestro. Tambi¨¦n ligeritas. Nobl¨®n el toro, a¨²n aguant¨® otra serie con la izquierda. Pero fue el final anunciado de un toro que ya no daba para m¨¢s. Todo acab¨® sin color ni sabor, aunque la buena estocada que esta vez recet¨® Castella despert¨® al respetable que reclam¨® como loco un premio para el torero franc¨¦s. Por esta vez, el palco mostr¨® seriedad. Menos mal.

A Gin¨¦s Mar¨ªn se le vino abajo demasiado pronto el tercero. Apunt¨® cosas buenas ese toro de salida, pero a poco de comenzar Mar¨ªn con la muleta se qued¨® en promesa incumplida. Mar¨ªn, torero en estado de gracia, le anduvo muy superior. Por alto y de costadillo comenz¨®. Una serie con la derecha logr¨® calar y una segunda tambi¨¦n, aunque fue con el ¨²ltimo esfuerzo del toro. Desde ese momento la faena, sin entrar en declive, fue otra cosa. M¨¢s pantalla, m¨¢s galer¨ªa. Llegaron las cercan¨ªas, los alardes cerca de los pitones, con un toro que apenas hab¨ªa durado dos series. Las manoletinas, a toro parado, pusieron el cierre. Mat¨® Mar¨ªn de una buena estocada, pero esta vez la presidencia no midi¨® la petici¨®n como en el toro que abri¨® plaza.

En corrida capic¨²a de capas, cerr¨® otro colorado ojo de perdiz. Mantenido entre alfileres siempre, pero con fondo suficiente como para aguantar una larga y densa faena de Gin¨¦s Mar¨ªn. La frescura y el desparpajo de un torero joven. Con hambre de toro. Blandito el toro desde el principio, lo entendi¨® bien Mar¨ªn. Sin agobios. Dejando respirar a un flojo astado con buen fondo de armario. A la media distancia, la que ped¨ªa el toro, lo llev¨® Mar¨ªn con mucha actitud y decisi¨®n. Lo de m¨¢s brillo, dos series con la izquierda a pies juntos. A medio pecho una; casi de frente la segunda. Con el de Cuvillo pidiendo la hora y encerrado en tablas, hubo recursos de galer¨ªa, como un desplante provocativo sin muleta ni espada. Y decisi¨®n tambi¨¦n a la hora de matar: otra buena estocada y, sin puntilla, el toro patas arriba.