Del feliz dolor de las distancias...
Lichi es de los pocos escritores que realmente viv¨ªan todas las horas de sus d¨ªas entreverando la ficci¨®n con la realidad
Lichi viv¨ªa la distancia constante que lo un¨ªa-separaba entre su infancia y sus canas... era a un mismo tiempo intacto el ni?o de Arroyo Naranjo y el pap¨¢-mam¨¢ de su hija Mar¨ªa Jos¨¦ y ese mismo sortilegio explica que viv¨ªa el exilio-arraigo entre M¨¦xico y La Habana, cantando los Himnos Nacionales de cada pa¨ªs entreverados (¡°Mexicanos al grito de guerra/ que la Patria os convoca orgullosa...¡±) y lloraba por un Fuf¨² de pl¨¢tano cuando estaba en Mixcoac y por los tacos al pastor cuando visitaba el Vedado...
Por lo mismo, creo que Lichi es de los pocos escritores que realmente viv¨ªan todas las horas de sus d¨ªas entreverando la ficci¨®n con la realidad; era periodista de sue?os inveros¨ªmiles, cronista de lo inverificable y ensayista que gustaba a?adirle un poco de lluvia a los p¨¢rrafos aunque no constara en el informe meteorol¨®gico...
La novela de mi padre apareci¨® incre¨ªblemente en el fondo de un caj¨®n y eso consta porque le consta a su jimagua Fef¨¦, pero tambi¨¦n consta porque as¨ª lo reinvent¨® Lichi al intentar cerrar esa la ¨²nica novela que intent¨® el gran poeta Pap¨¢ Eliseo... Intento que abandon¨® al azar en la ¨²ltima p¨¢gina donde traz¨® el contorno de su propia mano, abiertos los dedos como saludo o despedida (imagen que dec¨ªa Rapi que era dibujo y no s¨®lo trazo como stencil).. y en esa p¨¢gina Pap¨¢ Eliseo declara que se rinde, que no intenta cerrar la novela y se dirige a un T¨² que le pide que la termine por ?l, ese T¨² que podr¨ªa haber sido Cintio Vitier, su poeta, hermano y cu?ado casado con T¨ªa Fina, hermana de Bella y todo parece un cuento de hadas que cuenta un ni?o en una Navidad en Arroyo Naranjo, cuando los tres hijos del Poeta confundieron con la llegada de los Reyes Magos a unos barbudos vestidos de verde olivo que bajaron de un jeep y salvaron a Bella de su primer ataque de hipoglucemia y, dec¨ªa Lichi ya adulto sin dejar de ser ni?o, que el az¨²car que sub¨ªa Pap¨¢ Eliseo en grandes cucharadas por la escalera de Arroyo Naranjo ca¨ªa sobre cada escal¨®n como nieve de invierno en pleno Sol de Cuba...
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