Ken Jacobs: ¡°Charlie Chaplin arruin¨® las pel¨ªculas¡±
Azote del cine como entretenimiento comercial, el creador neoyorquino lleva al Guggenheim de Bilbao su pieza 'Los invitados'
Veterano cineasta experimental, Ken Jacobs (Brooklyn, Nueva York, 1933) presenta en el Gug?genheim de Bilbao su pieza en 3D Los invitados, creada junto a su esposa, Florence Jacobs, a partir de una filmaci¨®n de los hermanos Lumi¨¨re realizada en 1896 en la boda de la hija de uno de ellos. Jacobs distorsiona y manipula la pel¨ªcula original en un montaje de 73 minutos que le vale para reflexionar sobre el espacio y sobre un tiempo suspendido e indeterminado. Adem¨¢s, el museo proyectar¨¢ algunos de sus ¡°eternalismos¡± y la performance La linterna m¨¢gica nerviosa, creada en los a?os setenta.
PREGUNTA. ?Recuerda su primera pel¨ªcula?
RESPUESTA. Responder¨ªa eternamente. Recuerdo dos, Confesiones de un esp¨ªa nazi [Anatole Litvak, 1939] y El p¨¢jaro azul de la felicidad [Walter Lang, 1940]. En la primera, en blanco y negro, me asust¨® la imagen de la enorme cara de Edward G. Robinson en primer plano. Llenaba la pantalla entera, era monstruoso, parecido a una rana. En la otra, Shirley Temple, que ya era una ni?a grande, sosten¨ªa en su mano un p¨¢jaro azul. Entonces yo no ten¨ªa una palabra para el color, pero s¨¦ que despert¨¦ a ¨¦l en ese mismo momento. ?Cu¨¢nto perd¨ª cuando pude nombrarlo!
P. Los Lumi¨¨re nos llevan al nacimiento del cine. ?Qu¨¦ siente ante ese instante fundacional?
R. Los Lumi¨¨re interfirieron en el tiempo con el final-guillotina. Cualquier actividad pasajera pod¨ªa ser recordada y repetida tan a menudo como uno quisiera. Estelas en el agua, una rama movida por el viento¡, movimientos exactos repetidos una y otra vez como un ballet. Charlie Chaplin arruin¨® las pel¨ªculas. Su encanto nos llev¨® al culto a la personalidad, a la historia adictiva y a la palabra fin. El progreso en el cine solo nos ha llevado a destruir el regalo de los Lumi¨¨re.
P. ?Qu¨¦ pretende con Los invitados?
No hay nada peor que el entretenimiento comercial. Ojal¨¢ nos sobreviva algo civilizado. Mis filmes son actos de fe
R. Entrar en una supuesta realidad cinematogr¨¢fica para dejarla hecha, cari?osamente, pedazos. Mi esposa, Florence, me empuj¨® a hacerlo, estuvo durante todo el proceso. En la pel¨ªcula, los invitados viven su momento, son reales. Tambi¨¦n la calle es ?real. Ellos miran al invento, una c¨¢mara manual, y m¨¢s de un siglo despu¨¦s est¨¢n ah¨ª, tratando de mirarnos a nosotros. Por la periferia de la atenci¨®n ocurren otras cosas: pasan carruajes tirados por caballos. Parte de un caballo o su conductor aparecer¨¢ entre la l¨ªnea de personas. Filmada originalmente con una c¨¢mara en una posici¨®n ¨²nica, la profundidad depende de esa l¨ªnea de personas que van de izquierda a derecha seg¨²n se van moviendo, pulgada a pulgada, de un fotograma a otro. El 3D se crea artificialmente por medio de una dispersi¨®n del tiempo, de modo que vemos un fotograma con un ojo y el siguiente con el otro. De una forma cruel, si consideramos los tiempos en que vivimos, los ojos alternan constantemente entre ver el pasado y el futuro. No hay tanto dolor del lado del espectador como del lado de lo que una vez fue real.
P. ?Es el tiempo la cuesti¨®n m¨¢s importante?
R. La palabra cine procede de cin¨¦tica y se refiere al movimiento que s¨®lo puede ocurrir en el tiempo. Pero no llenamos los teatros mirando un reloj. ?Queremos pel¨ªculas! (otra vez Charlie). En mi caso, el tiempo es demasiado subjetivo y nebuloso para que llegue a considerarlo, y me basta con trabajar con un simple intervalo. La medida exacta del tiempo me produce temblores mecanicistas (no me gusta marchar al comp¨¢s). El tiempo ilimitado me atrae, me encuentro con lo inesperado que a veces hay detr¨¢s del mero aburrimiento.
P. En Paisaje en la niebla, el cineasta griego Theo Angelopoulos nos mostraba el misterio que hay detr¨¢s de un negativo de 35 mil¨ªmetros. En ¨¦l buscan los dos ni?os protagonistas a su padre ausente. ?Qu¨¦ busca usted en un negativo?
R. Me conmueve lo que dice, buscar¨¦ esa pel¨ªcula. Durante 25 a?os, Flo y yo actuamos con el sistema nervioso [sistema de proyecci¨®n psicod¨¦lica y abstracta inventado por Jacobs, que antecede a su linterna m¨¢gica nerviosa], yuxtaponiendo y alternando dos fotogramas de una secuencia de una pel¨ªcula, para producir un m¨¢ximo de cosas en la pantalla. Un plano se quedaba en la lanzadera y era proyectado normalmente, mientras que el otro se pod¨ªa mover en todos los sentidos, se agrandaba, achicaba, sub¨ªa, bajaba o se inclinaba. Un obturador giratorio alternaba y fund¨ªa las im¨¢genes y se produc¨ªan todo tipo de visiones sorprendentes, incluyendo ilusiones de profundidad que pod¨ªan ser captadas por un solo ojo. As¨ª es como buscamos al padre (en mi caso, la madre), pero nunca en un solo fotograma, siempre en la agitaci¨®n de dos de ellos.
P. ?C¨®mo evolucionar¨¢n las im¨¢genes en un mundo invadido por im¨¢?genes?
R. Para muchos la imagen electr¨®nica ha superado a la real, pero eso solo es porque esa imagen est¨¢ cocinada espec¨ªficamente para nosotros. Vivo preocupado, pasivamente preocupado. Un hombre viejo que se prepara para la salida y que, mirando hacia atr¨¢s, se pregunta si alguien puede dudar de que la historia es una maldita pesadilla. El presente lo es. Gritamos que nos distraigan. Y no hay nada peor que el entretenimiento comercial. Ojal¨¢ nos sobreviva algo civilizado. Mis pel¨ªculas son actos de fe. Respetan al espectador, y ojal¨¢ est¨¦n ah¨ª.
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