El Museo de Lleida hace su agosto con el arte de Sijena

El visitante accidental del Museo de Lleida ten¨ªa dif¨ªcil este martes percibir algo fuera de lo com¨²n si se acercaba a la exposici¨®n, de un millar de piezas, que atestigua la historia de la ciudad y sus arrabales, desde la prehistoria hasta el siglo XX. El d¨ªa despu¨¦s de que se cumpliera el plazo dado por la juez de Huesca para que la Generalitat entregara a Arag¨®n las 44 obras de arte originales del monasterio de Sijena, el bofet¨®n de bochorno que golpeaba las paredes del museo se intu¨ªa como la ¨²nica amenaza del d¨ªa. Si acaso, el conflicto entorno al fondo art¨ªstico ha acrecentado el inter¨¦s por contemplar un espacio que suma unas 40.000 visitas al a?o.

La llegada intempestiva de la Guardia Civil este agosto para recobrar las obras aragonesas se presenta poco probable, pero el personal del museo hace d¨ªas que est¨¢ apercibido respecto a que, ante cualquier movimiento extra?o, se de aviso inmediato al director. Josep Giralt, al frente del museo desde hace dos a?os y que gan¨® su plaza tras derrotar en un concurso p¨²blico a otros 10 aspirantes, permanece apartado de los focos y declina hacer declaraciones pero, seg¨²n lo presenta el personal, est¨¢ presto a entrar en acci¨®n si el frente aragon¨¦s irrumpe.

Ya sucedi¨® el pasado 15 de julio cuando una veintena de activistas de Sijena S¨ª, liderados por el alcalde Ildefonso Salillas, se congregaron en el museo para exigir la restituci¨®n de los bienes del monasterio. Giralt les concedi¨® el tiempo justo para hacerse unas cuantas fotos mientras desplegaban una pancarta y, luego, les invit¨® a irse.

Silvia, auxiliar de sala, estaba trabajando aquel s¨¢bado. Tambi¨¦n ten¨ªa turno Antonio, guardia de seguridad del museo. Los dos recuerdan con desgana el episodio y destacan la reacci¨®n del director ante el alboroto. ¡°Actu¨® con firmeza¡±, dicen. Normalmente, dos operarios configuran toda la custodia que hay en el recinto: 7.000 metros cuadrados repartidos en dos plantas. ¡°Un paseo de hora y medio para recorrerlo¡±, precisa Silvia. ¡°Tenemos m¨¢s de 80 c¨¢maras para vigilarlo todo¡±, indica Antonio. El relato oficial trata de rehuir cualquier dispositivo especial para estos d¨ªas, pero este martes la seguridad se reforz¨® con otro guardia, Ramon.

A media ma?ana, una patrulla de los Mossos d¡¯Esquadra se presentaba dentro de las salas de exposici¨®n. Se?alaban que no es extra?o que su ronda abarque las instalaciones del museo. Admit¨ªan, eso s¨ª, que normalmente el paseo es perimetral. Interrogados a escasos metros de donde se hallan tres de las piezas que quiere recuperar Arag¨®n, los sepulcros de sor Isabel de Arag¨®n, de sor Beatriz Cornel y el de la priora de Sijena, sor Francisquina d¡¯Erill y de Castro, los agentes negaban ninguna misi¨®n especial: ¡°No estamos aqu¨ª para custodiar nada¡± y, como respuesta a la insistencia del fisg¨®n para aclarar el porqu¨¦ de la ronda bajo techo, espetaban: ¡°Pregunta a nuestros mandos, nosotros solo cumplimos ¨®rdenes¡±.

Entre los sepulcros y la pared donde lucen las cuatro figuras del retablo de alabastro del siglo XVI, que tambi¨¦n pretende recuperar Sijena, hay una distancia de 50 pasos. En ese breve recorrido se concentran las ra¨ªces del litigio que enfrenta a ambos lados de la Franja. Javier lleg¨® desde Zaragoza, una hora y media de autopista y 17 euros de peaje, para contemplar las obras. Montse Ginest¨¤ hab¨ªa aprovechado la pausa del desayuno para acudir, otra vez, al museo de su ciudad. Ambos hablan con sensibilidad del valor del arte que all¨ª se expone y rehuyen polemizar. Mientras, en la entrada, Marta, la recepcionista, trataba de informar a un visitante que vocea. ¡°Vengo a ver esto que nos quieren quitar¡±, rese?a el hombre. El enfrentamiento trae m¨¢s p¨²blico? ¡°Hay gente para todo¡±, sentencian en la puerta.