Maravillosos poemas de mierda
El poeta mexicano Luis Felipe Fabre reivindica en 'Escribir con caca' la obra de Salvador Novo, uno de los autores m¨¢s radicales, modernos y escatol¨®gicos de Hispanoam¨¦rica
Aunque no llegaron a rozarle, Octavio Paz detestaba los sonetos sat¨ªricos con que Salvador Novo, 10 a?os mayor que ¨¦l, se dedic¨® a despellejar a sus enemigos y despellejarse a s¨ª mismo. El t¨®tem de la poes¨ªa mexicana lo retrat¨® en uno de sus ensayos como un poeta que ¡°tuvo mucho talento y mucho veneno, cargado de adjetivos mort¨ªferos y ligero de escr¨²pulos¡±, que nunca ¡°sirvi¨® a creencia o idea alguna¡±. Y para rematar: ¡°no escrib¨ªa con sangre, sino con caca¡±.
El broche escatol¨®gico le ha servido a otro poeta, Luis Felipe Fabre (Ciudad de M¨¦xico, 1974), para titular su ¨²ltimo libro ¨CEscribir con caca, editorial Sexto Piso¨C, un texto c¨¢ustico, poderoso y l¨ªrico que, al rev¨¦s que Paz, rescata a Novo como un autor terriblemente moderno, que anticip¨® lo kitsch, el distanciamiento ir¨®nico, lo desencantado o los chistes como el modo m¨¢s oportuno de hacer poes¨ªa en tiempos revueltos.
Actor central de las vanguardias mexicanas ¨Cform¨® parte del exquisito grupo Los Contempor¨¢neos junto a Xavier Villaurrutia o Jos¨¦ Gorostiza¨C, la tesis de Fabre es que mientras que a partir de los cuarenta el arte toma en las dos orillas del oc¨¦ano un giro neoconservador, ¡°Novo permanece como el kamikaze de la obra de vanguardia ¨Cexplica sentado en la cafeter¨ªa de una librer¨ªa¨C, esta cosa de destruirse, de perder legibilidad con el paso del tiempo. Est¨¢ apostando por el momento, no por la posteridad¡±.
Con el shock de la guerra, el arrojo de los poetas nuevos se apaga, encerr¨¢ndose en la trinchera herm¨¦tica de la poes¨ªa pura, de un lenguaje aut¨®nomo que apunta al cielo. Novo duda tambi¨¦n, pero su respuesta es doblar la apuesta por el escepticismo y la imposibilidad de un lenguaje trascendente. Su poes¨ªa se vuelve m¨¢s mundana y sarc¨¢stica, apuntando a la tierra, o m¨¢s abajo a¨²n, al abono de la tierra, a la mierda: ¡°al grado de tomar un simple pedo / por un hondo y nost¨¢lgico suspiro¡±.
Novo permanece como el kamikaze de la obra de vanguardia, esta cosa de destruirse
En una delirante y juguetona lectura freudiana, el ensayo de Fabre descifra el secreto de los poetas: la poes¨ªa se origina en el ano. ¡°La primera creaci¨®n humana es la mierda: ah¨ª va el ni?o despu¨¦s de cagar diciendo ¡°mira, mira mam¨¢¡±. Tiene algo monstruoso: eres t¨² y no eres t¨², viene de ti pero hay una extra?eza, lo reconoces como una otredad¡±.
La poes¨ªa, entonces, ¡°se origina en el ano y luego se sublima, se alza, se eleva hasta la boca: canto, como le llaman¡±. La poes¨ªa de Novo, sin embargo, rechazar¨ªa esa elevaci¨®n con la que el decir po¨¦tico aspira a ser ¡°la m¨¢xima expresi¨®n del esp¨ªritu, ese destilado ¨²ltimo de la verdad y la belleza¡±.
Una genuina resistencia anal que mantiene al canto en el punto de origen, y en vez de salir por la boca, ¡°sale al rev¨¦s, como un pedo, por el culo¡±. Fabre, adem¨¢s de poeta, editor y profesor de literatura, traza toda una genealog¨ªa de la poes¨ªa fecal: desde Rimbaud y Verlaine con su homoer¨®tico Soneto al agujero del culo, a Quevedo o Fran?ois Villon o Rabelais. ¡°No tiene que ver si eres gay o no ¨Cprecisa el autor¨C si no con resistencias a la trascendencia. Lo par¨®dico, por ejemplo, siempre se escribe con el culo¡±.
La elecci¨®n del soneto como plataforma elegida por Novo para sus estridencias tampoco es improvisada. El ep¨ªtome de la m¨¦trica bella y armoniosa renacentista hunde sus ra¨ªces en los trovadores provenzales y libertinos del medievo. ¡°El soneto sufre una descorporeizaci¨®n del objeto amado. La influencia de la religi¨®n provoca que se cante a la Virgen Mar¨ªa o la amada muerta, como en Petrarca o la Divina Comedia. Pero los trovadores cantaban a una amante real para cog¨¦rsela, con Dante ya no es posible, porque est¨¢ muerta, cantas a un fantasma¡±. La resistencia a la sublimaci¨®n es sobre todo un regreso de la poes¨ªa a la carne.
Relegado a las orillas del canon po¨¦tico, como figura p¨²blica, Novo tard¨® un poco pero supo colocarse en los puestos altos de la sociedad mexicana. A contracorriente tambi¨¦n del discurso revolucionario mexicano, omnipresente desde los ministerios hasta los pinceles, sus rivales utilizaron sus preferencias sexuales para intentar desterrarle. Diego Rivera le pint¨® en uno de sus murales a cuatro patas y con orejas de burro. El Gobierno de L¨¢zaro C¨¢rdenas le despidi¨® de su cargo en la secretar¨ªa de Cultura ante una petici¨®n en el Senado para que ¡°le quitaran los puestos a los afeminados¡±.
Amigo de pol¨ªticos y empresarios ¨Cten¨ªa una fotograf¨ªa del presidente D¨ªaz Ordaz, en la pared del sal¨®n¨C fue nombrado cronista de la Ciudad de M¨¦xico y trabaj¨® en el cine y la publicidad. Enamorado de Lorca ¨C¡°mi fugaz novio hallado en Buenos Aires¡±¨C, con peluca, las cejas depiladas, joyas y los labios pintados de rojo ocup¨® el lugar del artista chic entre las clases altas que tambi¨¦n ocuparon Warhol o Capote.
¡°Novo desprende de su orientaci¨®n sexual, practicas est¨¦ticas, estratagemas para decir la verdad, desaf¨ªos de gesto y escritura¡±, escribi¨® Carlos Monsiv¨¢is en su Lo marginal en el centro. Para Fabre, la figura p¨²blica de Novo es equiparable a la de Juan Gabriel: ¡°Hizo un performance constante, lo extrem¨® tanto que todo el mundo tuvo que aceptarlo. En el pa¨ªs de los machos, s¨®lo llevando las cosas al l¨ªmite puedes sobrevivir¡±.
O en poema:
?Qu¨¦ hago en tu ausencia? Tu retrato miro;
¨¦l me consuela lo mejor que puedo;
si me caliento, me introduzco un dedo
en efigie del pl¨¢tano al que aspiro
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