El ¨²ltimo reducto del botijo cordob¨¦s
Visita a los tres ¨²ltimos talleres que tornean los tradicionales recipientes andaluces
As¨ª se hace un botijo: colocaci¨®n de la ¡®pella¡¯ en el torno (1), elevaci¨®n del cuerpo del botijo o ¡®zurr¨®n¡¯ (2), cierre del zurr¨®n y oreo al sol (3), fabricaci¨®n y colocaci¨®n del asa (4), fabricaci¨®n y colocaci¨®n de los pitorros, previamente se han abierto agujeros para ellos (5), oreo y cocci¨®n a 1000? (6) | D. A.
As¨ª se hace un botijo: colocaci¨®n de la pella en el torno (1), elevaci¨®n del cuerpo del botijo o zurr¨®n (2), cierre del zurr¨®n y oreo al sol (3), fabricaci¨®n y colocaci¨®n del asa (4), fabricaci¨®n y colocaci¨®n de los pitorros, previamente se han abierto agujeros para ellos (5), oreo y cocci¨®n a 1.000?C (6) | D. A.
Los humanos, que miden menos de dos metros y correr¨¢n una marat¨®n en el mejor de sus d¨ªas, consumen productos que le llegan de un radio de miles de kil¨®metros. Si el sistema se derrumbase, los hermanos Monta?o no podr¨ªan comer kiwis neozelandeses, pero podr¨ªan seguir con su trabajo, que es hacer botijos. La zona proveedora de materias primas se llama La Rambla, municipio del sur de C¨®rdoba. El barro se lo regala el ayuntamiento, la sal se compra a una salina del pueblo vecino, y con unas ca?as que crecen en sus tierras recortan y agujerean los botijos. El problema es que cada verano menos gente se los compra.
Desde 2002 ha descendido un 41,1% el n¨²mero de personas f¨ªsicas y jur¨ªdicas que tributan en el Impuesto de Actividades Econ¨®micas bajo el ep¨ªgrafe denominado ¡°Fabricaci¨®n de vajillas y art¨ªculos para el hogar¡±, seg¨²n datos de la Agencia Tributaria a los que ha accedido EL PA?S por la Ley de Transparencia. De cuando las vajillas no eran cuatro platos salidos de naves de color azul pol¨ªgono quedan 904 registrados. Entre ellos, los ¨²ltimos aut¨®nomos que elaboran los botijos blancos tradicionales de La Rambla, una parte de los 80 talleres que quedan en la ciudad alfarera.
Cer¨¢mica y alfarer¨ªa perviven en La Rambla, los arrinconados son los botijos. Esta es una visita a los ¨²ltimos tres talleres productores del municipio, con caracter¨ªsticas vitales y profesionales tan similares que sorprende que en lugar de uni¨®n y apoyo se transmita rechazo. Acorralados en uno de los ¨²ltimos reductos del botijo blanco de esta Hispania que habla de pagos en negro, m¨¢s que camarader¨ªa de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix se representan las grescas del herrero y el pescadero. Si uno dice del otro que ese se arroga el cargo de preboste de la comunidad, el otro dice de aquel que trabaj¨® a p¨¦rdida por ganarle un cliente.
Primer taller, dos hermanos sin empleados, venden por internet, tres meses al a?o recogen aceituna. Los tornos a motor est¨¢n montados sobre una estructura con ocho tablones y algunos hierros. ?lvaro Monta?o, 48 a?os y la ESO reci¨¦n sacada, tiene una tabla para la espalda y una esponja para el culo. 35 a?os ah¨ª dan para automatizar c¨®mo se debe levantar la arcilla con una sonrisa, d¨®nde recortar y a qu¨¦ velocidad quiere las asas su hermano, sentado a un metro en otro armaz¨®n similar de madera, pero sin esponja. En la temporada alta, desde primavera, har¨¢n unos 60 botijos al d¨ªa por cabeza. Algunos con las asas tradicionales ramble?as; otros de imitaci¨®n, redondas como las del alicantino pueblo de Agost, otro reducto del c¨¢ntaro blanco. De ah¨ª sacar¨¢n 20.000 euros tras gastos cada uno. Ya no es como antes, cuando se segu¨ªa haciendo mercanc¨ªa todo el a?o para cubrir la demanda estival, aunque tardase ocho d¨ªas m¨¢s en secarse el producto. Ahora, cuando se tiene electricidad como para no enfriar el agua con unos botijos que sudan, se dedican a la temporada de la aceituna.
El padre, tambi¨¦n ?lvaro, el que lo empez¨® todo, sigue pasando cada d¨ªa por el taller mitad para trenzar cuerdas con las que colgarlos del hombro mitad para alimentar a los conejos de la parte de atr¨¢s. La presencia paterna es una constante en esta serie de reportajes sobre oficios que nos dejan, como los armeros de Eibar o la imaginer¨ªa de Olot. Los negocios los regentan los hijos, pero los padres siguen apareciendo cuando hay visitas a algo que sigue siendo suyo aunque la jubilaci¨®n les apartase. La siguiente generaci¨®n, como las dos hijas adolescentes de ?lvaro, no seguir¨¢ un negocio al que no se le ve un ¡°futuro muy halag¨¹e?o¡±. Y eso que en el pueblo hay intentos de relanzamiento, como los cursos que empezar¨¢n el pr¨®ximo septiembre.
La pila de vasijas amontonadas junto al horno es m¨¢s alta que el propio artesano. Salen tantos porque el proceso en s¨ª no es muy complicado. Primero, el material, que no pod¨ªa ser m¨¢s barato. El Ayuntamiento de la Rambla ¡°mira para otro lado¡±, como comenta por tel¨¦fono el primer teniente de alcalde, Rafael Espejo. Se deja a los ¨²ltimos alfareros tradicionales acercarse a una antigua escombrera con gr¨²as alquiladas para sacar el barro que solo sirve para hacer la alfarer¨ªa de aqu¨ª. 800 euros le cost¨® la maquinaria la ¨²ltima vez a los Monta?o, que ahora tienen en la parte trasera, cerca de los conejos, barro para los pr¨®ximos dos a?os. Cuando est¨¢ seco se mezcla con agua y sal de Aguilar de la Frontera, siete kilos por tonelada de barro. Se extiende en el suelo con cal una alfombra cuadrada para que se fragmente en cuadraditos o para que los ni?os de las celebraciones familiares lo conviertan en una pista de salto de longitud. Quedarse clavado en un palmo de barro da risa.
Tras dos pases por una galletera que vendr¨¢ de los setenta y fue comprada de segunda mano quedan hechas las pellas, unos cilindros de un metro de barro prensado. Se tiran con fuerza contra el torno y se cortan con un sedal. Se va levantando la vasija que gira con las manos. Es una artesan¨ªa de pecho descubierto, resultado de unir humedad evaporada y calor cordob¨¦s. Por las paredes hay cuencos de gazpacho, jarrones y floreros, botijos con dos tipos de asa en cajas de fruta, en el suelo y en los estantes. Solo sirven para un verano porque luego verdean, y los hay por unos 10 euros de entre el tama?o infantil o los de siete litros. Se siguen haciendo tambi¨¦n de tres, misma capacidad de cuando se trabajaba con el sol y hab¨ªa empleados en los talleres, precursores del trabajo flexible: entra y sal, pero al final del d¨ªa deben quedar hechos 140.
En un taller de alfarer¨ªa todo se reutiliza y todo se mancha. Al mando de la tele le crecieron teclas nuevas de arcilla y ojal¨¢ en las facturas del banco sobre la estufa no existiesen los ceros que tapa la tierra reseca. El m¨®vil de recibir las llamadas de pedidos, sin embargo, se mantiene impoluto. Con esto se tiene m¨¢s cuidado, y las manos se limpian en un mandil hecho con la parte de atr¨¢s de lo que fueron unos vaqueros. Ya elaborados, los c¨¢ntaros se colocan en un horno en el que cabr¨¢n unos 300. Una salita que tira 6.000 euros de gas¨®leo al a?o. Como nunca se sabe de qu¨¦ tama?o ser¨¢ la pr¨®xima hornada, las baldas se construyen ad hoc, y si alguna pieza no se coloca bien no ser¨ªa la primera vez que al abrirlo se han ido al garete cientos de piezas.
El problema es que cada verano menos gente compra botijos
Segundo taller, un aut¨®nomo, no vende por internet, hace tambi¨¦n la temporada de la oliva. Si los Monta?o no ven un futuro en el negocio, Antonio, 54 a?os, preferir¨ªa no ver el presente. ¡°La aceituna es dura, pero ah¨ª por lo menos me despejo. All¨ª trabajas una jornada y se te paga 50 euros sin responsabilidad ninguna. Aqu¨ª el d¨ªa que abres el horno y ves que lo has perdido todo es para coger la puerta y no volver a este sitio nunca m¨¢s¡±, cuenta acerca de sus temporadas invernales. Lo hace subiendo y bajando los 12 escalones que separan los botijos colgados en una sala de ladrillo visto del horno en el que se cocer¨¢n por la noche. Los engancha con sus dedos de tres en tres, los vende al por mayor por menos de tres euros. Arriba y abajo, sabiendo que su hijo no quiere ni poner un pie en esos escalones, ¡°y con eso te lo digo todo¡±. Las zambombas para M¨¢laga o las campanitas de regalo por fiestas para los ni?os de un pueblo cercano se secan en el patio. Cerca de cajas y cajas de botijos infantiles, quiz¨¢ 8.000, esos que tornea solo porque as¨ª rellena los huecos que quedan entre c¨¢ntaros grandes en el horno. Los hace porque caben, porque el calor de combustible no se desaprovecha, no porque los venda, y por eso ah¨ª se quedan.
¡°Feliz aqu¨ª en este trozo de taller, feliz no he sido nunca. Feliz soy cuando salgo a trabajar en otra cosa¡±. Es la cara desilusionada de un sector en el que no hay innovaci¨®n en el proceso desde, quiz¨¢, el cambio del horno moruno por los de gasoil. O quiz¨¢ s¨ª, aunque conlleve dejar de lado el botijo del que beb¨ªa el abuelo en la huerta para hacer otras cosas. Es lo que hicieron los Yiyos.
Tercer taller, tres hermanos, dos sobrinos y un contratado para la temporada, venden al por mayor, todo el a?o dedicados a la alfarer¨ªa. Ya no hacen tantos botijos ramble?os como el patriarca, y en su f¨¢brica se mezclan lo artesano y lo industrial. Se pasaron al barro rojo de Bail¨¦n, y su mayor ¨¦xito son ahora las huchas cerdito distribuidas por todos los paseos mar¨ªtimos que se puedan imaginar. Esa carga de ah¨ª va para Punta Umbr¨ªa, y aquella para Torre del Mar. Floreros y macetas de colores estridentes para Francia, porque es as¨ª como les gustan, y de color marr¨®n apagado para los viveros espa?oles. Hay huchas con forma de pelota, l¨¢mparas que imitan madera o sombreros de decoraci¨®n. Taburetes de gres para terrazas catalanas de post¨ªn mediterr¨¢neo. De la diversificaci¨®n ha llegado la prosperidad sostenida, sus 2.000 referencias en el cat¨¢logo, los dos hornos, las m¨¢quinas de trabajar el barro. Se va dejando de lado la sal que se le pone a los recipientes de aqu¨ª para mejorar la porosidad y blanquearlos, esa que corroe el metal y estropea los hornos que cuecen el barro que se extrae y moldea por qui¨¦n sabe cu¨¢nto tiempo m¨¢s en esta tierra.
El origen de esta serie
La serie de reportajes oficios que nos dejan parte de una base de datos que la Agencia Tributaria ha entregado a EL PA?S gracias a una petici¨®n de acceso a la informaci¨®n amparada en la Ley de Transparencia. Dicha petici¨®n pretend¨ªa conocer cu¨¢les eran las profesiones que se han ido abandonando en los ¨²ltimos 15 a?os. Se pidi¨® a la Agencia Tributaria un listado con todas las personas f¨ªsicas (aut¨®nomos) y jur¨ªdicas (empresas) que tributaban en cada uno de los ep¨ªgrafes del Impuesto de Actividades Econ¨®micas en 2002, 2007, 2012 y mayo de 2017. Si bien una sociedad con 15 trabajadores cuenta de cara a dicho registro tanto como un aut¨®nomo, el listado permite identificar tendencias a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los dos ep¨ªgrafes que m¨¢s registrados han perdido en estos a?os son ¡°cajas de ahorro¡± y ¡°alquiler de pel¨ªculas de v¨ªdeo¡±, y algunos de los que m¨¢s han ganado son ¡°organizaci¨®n y celebraci¨®n de apuestas deportivas¡± o ¡°fabricaci¨®n de cerveza y malta cervecera¡±. De aquellos que mayor proporci¨®n de registrados perdieron, Javier Gal¨¢n, David Alameda y Jos¨¦ Manuel Abad han seleccionado los oficios que componen esta serie.
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