La l¨ªnea de la victoria y la derrota

Paul C¨¦zanne era una anomal¨ªa de objetividad dentro de la subjetividad del impresionismo. Mientras sus compa?eros de generaci¨®n, con los que sol¨ªa andar a la gresca, optaron por la impresi¨®n de la obra ¨²nica, ¨¦l aspiraba a la ausencia de mediaci¨®n, a la eternidad del objeto. ?mile Zola, observador y experimentador, era el capit¨¢n del naturalismo, y conceb¨ªa que "las ¨²nicas obras grandes y morales son las obras de la verdad". Cada uno en una vertiente art¨ªstica, ven¨ªan a decir lo mismo. Quiz¨¢ porque eran grandes amigos, quiz¨¢ porque hab¨ªan crecido juntos, vivido lo mismo, amado lo mismo, incluida una mujer: Alexandrine Gabrielle Meley, modelo del pintor, esposa del escritor. Hasta que un libro los separ¨®.

La pel¨ªcula francesa C¨¦zanne y yo se adentra en esa amistad, poderosa, volc¨¢nica y sincera, desde su encuentro apenas siendo unos cr¨ªos de batalla colegial en el recreo, hasta (casi) su muerte. Una obra que, a pesar de la esencia de ambos artistas, apenas raya la superficie de su genio, de sus pasionales existencias, m¨¢s por un problema de forma que de fondo. A la pel¨ªcula de Dani¨¨le Thompson le sobran academicismo y limpieza, y le faltan valent¨ªa, crueldad, tremendismo. Los de sus personajes protagonistas. Es una pel¨ªcula curiosa porque presenta aspectos puede que desconocidos de dos genios siempre interesantes. Pero apenas roza. Nunca duele.

"Ya no lees mis libros, los juzgas", dice Zola a C¨¦zanne cuando ¨¦ste se ve a s¨ª mismo en el fracasado pintor Paul Lantier, el ambiguo personaje protagonista de La obra (1886). Los escritores, demasiadas veces, vampiros de las vidas que los rodean. "La literatura no es la verdad. Una novela no es verdad", se defiende Zola, contradiciendo en cierto sentido sus postulados b¨¢sicos. Thompson, de carrera desigual como directora, aunque con una pel¨ªcula formidable como coguionista, La reina Margot (Patrice Ch¨¦reau, 1994), apunta asuntos interesantes en los textos, con la presencia de las citas reales de ambos en su relaci¨®n epistolar, expuestas con voces en off, pero la crudeza queda siempre en la superficie: el ego¨ªsmo autodestructivo de C¨¦zanne, las dudas de Zola en su ¨²ltima etapa sobre su capacidad para recuperar la inspiraci¨®n.

Con una banda sonora de ?ric Neveux que marca demasiado el tono meloso, cuando estamos ante una pel¨ªcula esencialmente dolorosa, y unos espantosos interludios entre secuencias subrayando el paso del tiempo, C¨¦zanne y yo tiene, sin embargo, a dos excelentes int¨¦rpretes, Guillaume Gallienne y Guillaume Canet, estos s¨ª, capaces de penetrar con energ¨ªa en la rabiosa existencia de dos amigos que desfilaron por la fina l¨ªnea que separa la victoria de la derrota. En la vida y en el arte.