Planos en ¡®La playa de los ahogados¡¯
Ruta tur¨ªstico-literaria por los escenarios que recre¨® Domingo Villar en Panx¨®n (Pontevedra)
Igual que Moby Dick es una cr¨®nica de las pesquer¨ªas balleneras, la novela La playa de los ahogados (Siruela), del vigu¨¦s Domingo Villar, no es sino un adictivo y pormenorizado relato sobre la pesca artesanal en las R¨ªas Baixas. "Un contexto, el de Panx¨®n (Nigr¨¢n), de pueblo -adormecido tras la marcha de los turistas- con puerto y lonja, y en el que veraneo desde hace 30 a?os", nos apunta el autor vigu¨¦s.
Esta novela negra despierta en el lector el ansia por conocer su territorio literario. Todo comienza en A Madorra, playa en la que, en la novela, las corrientes depositan el cad¨¢ver de un marinero con las manos atadas. De las pesquisas se encarga el inspector Leo Caldas. Seguimos sus pasos por el puerto panjon¨¦s. De ese mundo de recios homes do mar quedan reminiscencias. La rampa, las chalanas. Nasas puestas a secar, alguna redeira por si se necesitara un zurcido. Gonzalo vendiendo al p¨²blico sus capturas algo antes de las diez de la ma?ana. Y poco m¨¢s.
En el transcurso de su trabajo, Domingo Villar se document¨® con los vecinos parroquianos del Refugio del Pescador, familiariz¨¢ndose con cebos y supersticiones, sumando mimbres, como fichas de domin¨®, para ficcionar el naufragio que vertebra la obra. Una percepci¨®n comparada se explicita en las fotos colgadas en las paredes del bar: el Panx¨®n actual y el de anta?o, con las dunas de Gaifar, tan solo una evocaci¨®n en papel fotogr¨¢fico. Marcharse sin probar el bacalao ser¨ªa un grave error.
El cercano arco visig¨®tico lo salv¨® de la piqueta el arquitecto pontevedr¨¦s Antonio Palacios, a cambio de donar los planos del Templo Votivo do Mar, erguido para referencia de navegantes (y de amantes de la arquitectura). En la novela se cita la talla de la Virgen del Carmen rodeada de ahogados reclamando su auxilio desde el mar rugiente. Horario de culto: 9.30 y 20.00.
Con el libro bajo el brazo nos trasladamos a Monteferro, impregnado de naturaleza virgen. Si tras dejar las casas atr¨¢s tomamos la primera pista a la derecha, podremos dejar el coche en la ruinosa bater¨ªa de costa y desandar el camino unos 250 metros, para embocar as¨ª el camino al faro de Punta Lameda. Se trata de un oasis natural en cuya supuesta poza apareci¨® la barca del malogrado pescador. Al otro extremo del canal surge el cabo Bicos de las islas C¨ªes.
A las v¨ªctimas de los naufragios -nuestro leitmotiv- se les rinde homenaje en el monumento a la Marina Universal, erigido en la cima de Monteferro, con vistas privilegiadas a las islas Estelas y C¨ªes, Baiona y la bocana de la r¨ªa de Vigo. Y un consejo: leer la novela antes de ver la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica.
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