Robar libros para saltar a la fama
Un ensayo repasa a los ladrones de literatura m¨¢s c¨¦lebres y sus pasiones Bola?o o Palahniuk admitieron haber sustra¨ªdo alg¨²n volumen como "pecadillo de juventud"


El robo de libros siempre ha tenido mejor reputaci¨®n que el de otros bienes como bolsos, c¨¢maras fotogr¨¢ficas o dinero p¨²blico. "Existe la creencia err¨®nea de que as¨ª se fomenta la cultura", dice el escritor Miguel Albero. "Sin embargo, a nadie se le ocurre pensar que escapando sin pagar de un restaurante con estrella Michel¨ªn se fomenta la alta gastronom¨ªa". As¨ª que es com¨²n cierta comprensi¨®n hacia ladr¨®n de libros (al fin y al cabo solo quiere leer, una actividad sin tacha), tanto que muchos escritores de reconocido prestigio (Bola?o, Fres¨¢n o Palahniuk, entre otros) han reconocido abiertamente esta pr¨¢ctica, al menos como "pecadillos de juventud". Luego est¨¢ Jean Genet, que rob¨® libros pero dentro de un historial de delincuencia muy bien nutrido, sobre el que asent¨® su leyenda y su literatura.
De todos ellos, y muchos m¨¢s, trata el ensayo Roba este libro. Introducci¨®n a la bibliocleptoman¨ªa (Abada editores), recientemente publicado por Albero y cuyo t¨ªtulo es, a su vez, un robo: tambi¨¦n bautiz¨® as¨ª su obra m¨¢s conocida el estadounidense cofundador del Partido Internacional de la Juventud Abbie Hoffman (1936-1989), l¨ªder yippie de las revueltas contraculturales en los Estados Unidos de los sesenta. El volumen viene a ser un spin-off de otro anterior, Enfermos del libro (Universidad de Sevilla), que daba cuenta de los diferentes trastornos mentales de los bibli¨®filos (en algunos casos el amor al libro puede conducir a la muerte).
Albero entrega aqu¨ª, con precisi¨®n de entom¨®logo, una refinada (y casi obsesiva) clasificaci¨®n de las diferentes tipolog¨ªas de ladrones de libros impregnada de humor y una profunda documentaci¨®n: desde los que roban para atesorar o revender hasta los que lo hacen para leer o porque no pueden evitarlo. Hay incluso libreros que roban libros de las bibliotecas que custodian. Tampoco se olvida de los "mutiladores de libros", que causan da?os a los vol¨²menes, o esos que no devuelven los vol¨²menes prestados, porque tambi¨¦n circula la creencia popular de que no hay que hacerlo. "Los libros nunca se prestan, se regalan", recomienda Albero, "as¨ª se evita perder el libro y el amigo". Por ¨²ltimo, hay un repaso de la bibliocleptoman¨ªa dentro de la propia literatura y algunos "in¨²tiles" consejos preventivos.
Entre los casos m¨¢s notables est¨¢ el del Conde Libri, algo as¨ª como el patr¨®n del gremio, que rob¨® cerca de 30.000 vol¨²menes siendo inspector de bibliotecas en la Francia del siglo XIX, investigando ¨¦l mismo sus propios robos, sin hallar culpable, claro. Stephen C. Blumberg, el mayor ladr¨®n del siglo XX, roba por el mero hecho de robar, pura cleptoman¨ªa, hasta 19 toneladas de material, con valor de 17 millones de euros en 327 instituciones repartidas por 45 estados de EE UU, y dos regiones de Canad¨¢. Quer¨ªa ser el mejor ladr¨®n de libros de la historia, superar los r¨¦cords del c¨¦lebre David Shin. En 1991 fue condenado a 71 meses de prisi¨®n. Cuando sali¨® de prisi¨®n, reincidi¨®.
Entre los ladrones de libros antiguos figuran Massimo De Caro, genio de la falsificaci¨®n, o Forbes Smiley III, el gran ladr¨®n de mapas. Joe Orton robaba libros para luego devolverlos intervenidos: cuando el dramaturgo brit¨¢nico gan¨® celebridad, esos ejemplares ¨²nicos se revalorizaron de forma astron¨®mica. Y cualquiera que piratee libros electr¨®nicos en Internet tendr¨ªa aqu¨ª cabida. "Los hay de todos los colores, todos interesantes", dice el ensayista, "yo creo que el producto hace al ladr¨®n, y los de libros son m¨¢s divertidos que los ladrones de plasmas y dan m¨¢s juego que los butroneros".
?Es la precariedad lo que lleva a los escritores a robar libros? "Creo que no", dice el autor, "m¨¢s bien esa precariedad genera lo que Mart¨ªnez de Pis¨®n llama la 'muerte del escritor de clase media'. Habr¨¢ que buscarse profesiones alimentarias o perpetrar 'bestia sellers'. Pero los escritores son, c¨®mo no, ladrones de libros... y hay quien no se siente escritor hasta que alguien no roba un libro suyo. All¨¢ ¨¦l".
Y usted, ?ha cometido esos "pecadillos de juventud"? "Jam¨¢s los confesar¨¦, no vaya a ser que pierdan el diminutivo. Uno es padre de familia y persona supuestamente respetable".
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