Excelencia de piloto autom¨¢tico
Naughty Dog es como Pixar. Su 'Uncharted. The lost legacy' parece probar que para ellos la excelencia es rutinaria, cosa del d¨ªa a d¨ªa
Si cualquier otro estudio hubiera entregado hace mes y poco algo como Uncharted. The lost legacy, estar¨ªamos echando las campanas al vuelo. Hablar¨ªamos de una asombrosa aventura cinematogr¨¢fica que reafirma el dominio aplastante que est¨¢ ejerciendo Sony en esta generaci¨®n de consolas. Hablar¨ªamos de la acci¨®n desenfrenada, de los puzles ingeniosos y a¨²n as¨ª para todos los p¨²blicos, de lo buenos que son los di¨¢logos y lo cre¨ªbles que resultan los personajes. De lo bien que le sienta a un g¨¦nero a lo Indiana Jones tener un protagonismo exclusivamente femenino.
Pero claro, da la casualidad de que este juego es de Naughty Dog. Y que es un Uncharted. De hecho, el Uncharted que sigue a su extraordinario cuarto cap¨ªtulo, elegido por esta casa como el quinto mejor juego de 2016. Y eso marca que lo excelente se convierte en asumido. En todos los aspectos. Con lo cual no llega, ni mucho menos, con llegar al sobresaliente. Para que cr¨ªtica y p¨²blico se sorprendan con algo que lleve la zarpa de Nauhgty dog hay que ascender al olimpo, parir una obra maestra. Y eso no es siempre posible. Ni para Naughty dog ni para nadie.
Sigue este estudio de Santa M¨®nica una trayectoria paralela a la de Pixar. Cada una en su medio. Las dos han acostumbrado al p¨²blico a un nivel tan alto en todo lo que hacen que cada vez les cuesta m¨¢s superarse. Pixar enganch¨® una racha inigualable tal vez en toda la historia del cine: Ratatouille, WALL-E, UP y Toy story 3. Cuatro pel¨ªculas estratosf¨¦ricas seguidas. Daba la impresi¨®n, sobre todo despu¨¦s de Toy story 3, que la compa?¨ªa del flexo estaba tocada por los dioses, que daba igual una secuela que un proyecto radical como UP o Wall-E. Pixar, por usar un s¨ªmil muy yanqui, siempre la sacar¨ªa del estadio.
Luego, evidentemente, la realidad puso las cosas en un su sitio. Llevamos siete pel¨ªculas desde entonces y ninguna, por buenas que hayan sido, est¨¢n a la altura de estas cuatro. Y, por supuesto, los titulares se ceban con ello para transmitir una idea que nos encanta, porque lo humano siempre gusta de ser mitol¨®gico, epop¨¦yico. Y si nos encanta vivir el auge de los h¨¦roes, nos gusta tanto o m¨¢s experimentar su ca¨ªda. As¨ª se habl¨® de que Nadal ya no volver¨ªa a ser el que era o as¨ª se enterr¨® la carrera de M. Night Shyamalan, con mucha mala leche, mofa y escarnio que se han tenido que tragar propios y extra?os con el gran ¨¦xito y asombrosa calidad de M¨²ltiple.
A lo que voy es a una reflexi¨®n nada original, pero creo que no demasiado peregrina, a la hora de evaluar a los estudios de los que se espera todo y en concreto este Uncharted. The lost legacy. La excelencia, aunque parezca de piloto autom¨¢tico, nunca lo es. Si alguien llega a un nivel de notable alto o incluso de sobresaliente, aunque sepamos que en el pasado firm¨® matr¨ªculas de honor, hay que arrumbar esa sensaci¨®n de p¨¦rdida de calidad. Porque llegar al m¨¢ximo nivel, como ha dicho un sabio como Nadal en m¨¢s de una ocasi¨®n, es algo que tiene no poco de azar. Lo que s¨ª se puede es alcanzar, y tampoco es nada f¨¢cil, el m¨¢ximo nivel en el oficio de cada uno. Y llegar a esa cota siempre deber¨ªa de felicitarse.
The lost legacy llega a esa cota. Su combate, su exploraci¨®n, sus puzles, su dise?o, sus personajes, su guion, todo es de 8, como poco. Hay un par de momentos de 10 y tienen que ver con algo cada vez m¨¢s com¨²n al disfrute de una superproducci¨®n en videojuego. La interacci¨®n contemplativa, que no es pasiva pero que su ritmo y lo que el jugador saca de ella nada tiene que ver con liarse a tiros, me parece cada vez m¨¢s esencial. Incluso en juegos poco probables, como un Call of duty, me encuentro en muchas ocasiones contemplando mis alrededores, subyugado. El videojuego puede sacar un partido mucho mayor que el cine del espacio y el tiempo. El cine siempre est¨¢ limitado por el montaje, por lo que ser¨¢ el director quien tenga que decidir cu¨¢ndo una imagen tiene que morir. En el videojuego no es as¨ª. Si queremos pasarnos un minuto, o diez, meramente observando, nadie nos lo impide.
Cuando un blockbuster se da cuenta de esto y lo explota, se alcanzan instantes memorables, momentos que atesorar de nuestra experiencia como jugadores. En The lost legacy estos se producen por el pasmo de observar bell¨ªsimas ruinas. Recuerdo dos momentos de los que s¨¦ que no me olvidar¨¦. Uno es con una doble estatua de Ganesha, el elefante divino de la mitolog¨ªa hind¨² que es central a esta historia. Otro, con la de Shiva, en el puzle m¨¢s espectacular del t¨ªtulo, que exige descomponer la luz en sus colores primarios. Naughty dog orquesta estas estampas para que el jugador se quede boquiabierto y tenga tiempo para sacarle partido a esa cualidad ¨²nica del d¨¦cimo arte, el sentido de la presencia, la posibilidad de habitar los mundos virtuales que se nos presentan.
Del guion y, sobre todo, de la cesi¨®n del protagonismo a este d¨²o de veteranos de la saga, Chloe Frazer y Nadine Ross, solo tengo buenas palabras. Naughty dog ya demostr¨® en ese maravilloso DLC, The left behind, que sabe perfectamente c¨®mo hay que escribir los personajes femeninos. Sin llegar al nivel de esa joya, la tensa relaci¨®n profesional que lentamente evoluciona en algo m¨¢s que una amistad, en un hermanamiento entre socias, est¨¢ perfectamente escrita. Me la creo. Y hace algo adem¨¢s muy interesante que no solemos ver en ning¨²n medio. Realmente, aunque solo controlemos a Chloe, Nadie comparte con paridad el protagonismo. El jugador no siente que es el motor esencial de las acciones, salvo tal vez en el ¨²ltimo acto de la aventura, sino que esto se vive en pareja y que la victoria es, por tanto, compartida con nuestra compa?era. Es cierto que como h¨¦roe individual creo que Nathan Drake ten¨ªa un mayor carisma, tal vez porque siempre ha sido un Indiana Jones todav¨ªa m¨¢s apegado que el arque¨®logo de Spielberg a su lado infantil, al ni?o que busca fascinarse. Chloe y Nadie son mucho m¨¢s maduras y, por tanto, menos m¨¢gicas. Pero son personajes que pueden aguantar sobre sus hombros este y otros muchos juegos.
Los mayores problemas de The lost legacy es que todo lo vivido durante sus nueve horas de juego no coge con la guardia baja al jugador en ning¨²n momento. Es un Uncharted, nada m¨¢s y nada menos. Pero hasta en su brillante set-pi¨¦c¨¨ de cierre nos hace revivir momentos que ya experimentamos en el anterior cap¨ªtulo, un calco, con tren de por medio, de la trepidante huida de Marrakesh.
Y el problema tambi¨¦n es que estamos en 2017, un a?o que parece empe?ado en superar la incre¨ªble cosecha del 2016. El a?o del nuevo Zelda, del nuevo Mario, del Everything, del incre¨ªble Hellblade, del Persona 5, de Nier Automata... Demasiado con lo que competir. Es verdad que lo notable o sobresaliente merece todo el respeto y aplauso. Pero en un a?o como este no es menos cierto en que solo la excelencia lo hace a uno estar en el ramillete de elegidos. Porque estamos viviendo, por segundo a?o consecutivo, una era de maravillas.E igual que no podemos juzgar a Naughty dog por este rasero, tampoco podremos juzgar al videojuego cuando el nivel, inevitablemente, caiga en los pr¨®ximos a?os.
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