Crep¨²sculo de los esp¨ªas
John Le Carr¨¦ vuelve al terreno que mejor controla, la Guerra Fr¨ªa, y Javier Mar¨ªas escribe su mejor novela desde 'Tu rostro ma?ana'
1. Le Carr¨¦
El 5 de septiembre finalizaba el ¡°embargo¡± ¡ªuna moda editorial perfectamente idiota¡ª de la muy esperada A Legacy of Spies (Viking), de John le Carr¨¦; ese mismo d¨ªa a las nueve de la ma?ana me encontraba en la sucursal de la librer¨ªa Barnes & Noble de la neoyorquina Union Square con objeto de hacerme con un ejemplar. Mitoman¨ªas aparte, la prisa por adquirirlo estaba motivada porque esa misma noche regresaba a Espa?a y, la verdad, no se me ocurr¨ªa mejor modo de pasar las horas insomnes del vuelo que hinc¨¢ndole el diente a la ¨²ltima novela (la 24?) de quien consigui¨® elevar el relato de esp¨ªas a la condici¨®n de gran literatura. Y lo cierto es que su lectura logr¨® que se me pasaran el tiempo y las siempre ominosas turbulencias atmosf¨¦ricas casi sin darme cuenta. Con A Legacy of Spies Le Carr¨¦ regresa al terreno que mejor controla: la Guerra Fr¨ªa. La novela, que puede considerarse a la vez como precuela y posfacio de El esp¨ªa que surgi¨® del fr¨ªo (1963) ¡ªprobablemente la mejor que ha dado el ¡°g¨¦nero¡± hasta la fecha¡ª, rescata a (y est¨¢ contada por) un viejo amigo de los lectores de Le Carr¨¦: Peter Guillam, lugarteniente y reclutador (Scalphunter) de Smiley en su ¨¦poca del Circus. Ahora, muchos a?os m¨¢s tarde, viejo y jubilado en su casa de Breta?a, se ve obligado a salir de su retiro para enfrentarse a una demanda judicial de los hijos respectivos del agente Alec Leamas y su amante comunista Liz Gold, que cuestionan (con flagrante oportunismo) su actuaci¨®n en la desastrosa operaci¨®n Windfall, que se sald¨® con la muerte de ambos en el muro de Berl¨ªn al final de El esp¨ªa que surgi¨® del fr¨ªo. Se trata de una novela moralmente compleja y ambigua y extremadamente rom¨¢ntica ¡ªla historia de amor de Guillam con Tulip es tan intensa como la de Leamas y Gold¡ª, en la que se enfrentan viejos luchadores de un mundo distinto y bipolar con una nueva generaci¨®n que ya no entiende qu¨¦, por qu¨¦ y c¨®mo hicieron lo que hicieron (¡°el patriotismo est¨¢ muerto, t¨ªo; el patriotismo es para ni?os¡±, dice uno de ellos). Ignoro si Plaza & Jan¨¦s (Penguin Random House) ya la ha comprado y mandado traducir. Pero si la pueden leer en ingl¨¦s, no esperen m¨¢s tiempo.
2. Mar¨ªas
El nada aleatorio azar editorial quiso que la siguiente novela en que he estado sumergido, ya en Madrid, fuera Berta Isla (Alfaguara), de Javier Mar¨ªas, con la que A Legacy of Spies tiene tantas cosas en com¨²n. A estas alturas ¡ªy tras uno de los m¨¢s apabullantes bombardeos medi¨¢ticos y cr¨ªticos de los ¨²ltimos a?os¡ª no pretendo decir nada original. Mar¨ªas ha escrito su ¨²ltima novela ¡ªpara mi gusto la mejor desde la monumental Tu rostro ma?ana (2002-2007)¡ª en 371 d¨ªas ¡°fruct¨ªferos¡± a lo largo de m¨¢s de dos a?os; yo la he ¡°consumido¡± en 16 horas distribuidas en menos de cuatro d¨ªas: uno casi se siente culpable de apurar tan r¨¢pidamente el largo, dif¨ªcil, inseguro trabajo de un escritor. Como me ocurri¨® con alguna de sus ¨²ltimas novelas, tard¨¦ en entrar en la historia, lo que atribuyo en cierto modo al peculiar modo compositivo de Mar¨ªas, que avanza ¡°con br¨²jula¡± y tambi¨¦n va enter¨¢ndose de su historia poco a poco. Pero, como tambi¨¦n me ocurre siempre, en un momento dado todo lo le¨ªdo adquiere densidad, se recompone y se arma prodigiosamente. Y a partir de ah¨ª el relato fluye f¨¢cilmente, se despliega y rapta al lector. Mar¨ªas, como Le Carr¨¦, ha vuelto sus ojos al pasado y recupera a personajes (Wheeler, y sobre todo Tupra), al tiempo que construye vigorosamente otros nuevos, como Nevinson (un esp¨ªa reluctante) o la estupenda Berta Isla, tan carnal como la Beatriz Noguera de As¨ª empieza lo malo (2014). Por lo dem¨¢s, y bajo la falsa apariencia de una novela de y con esp¨ªas (las referencias a El agente secreto, de Conrad, son muy pertinentes), lo que Mar¨ªas plantea es una nueva suma de sus temas y motivos: el secreto, la traici¨®n, la necesidad de la doblez, las zozobras del matrimonio (Berta Isla es tambi¨¦n una gran novela de amor), el improbable regreso de quienes se fueron y la espera de quien qued¨® atr¨¢s. Reg¨¢lensela.
3. Siruela
Entre las muchas cosas buenas de la programaci¨®n de Siruela (de cuyo cat¨¢logo ha desaparecido ¡ªy no ser¨¦ yo quien lo lamente¡ª la serie Alevos¨ªa), me quedo, en primer lugar, con la publicaci¨®n (octubre) de la Narrativa completa de Hermann Ungar. No es que la obra del narrador moravo fuera desconocida en Espa?a: Seix Barral public¨® en 1989 Los mutilados, y a principios de los noventa, Chicos y asesinos y La clase, en ediciones hoy inencontrables. Ungar (1893-1929), que frecuent¨® en Berl¨ªn a escritores como ?Roth, Zweig, Toller o D?blin, es uno de los mejores exponentes de una escritura, muy de la Centroeuropa de entreguerras, que conoce el psicoan¨¢lisis y se nutre del expresionismo literario; estoy seguro de que la nueva traducci¨®n de Isabel Garc¨ªa Ad¨¢nez permitir¨¢ un mejor acercamiento a su obra. Del resto de la programaci¨®n elegida por Ofelia Grande y los editores Ana Laura ?lvarez y Julio Guerrero ¡ªy en la que encuentro recuperaciones y remodelaciones interesantes, como El peque?o zool¨®gico, de Robert Walser (noviembre; traducci¨®n de Rosa Pilar Blanco)¡ª, me fijo sobre todo en La reina Cristina de Suecia, una novela p¨®stuma de Dario Fo (octubre; traducci¨®n de Carlos Gumpert); en Siete pasos m¨¢s tarde (octubre), nueva entrega de esos inclasificables y fascinantes ensayos po¨¦tico-narrativos de Menchu Guti¨¦rrez, una de las escritoras espa?olas que m¨¢s me interesan, y en Caminando bajo el mar, colgando del amplio cielo (noviembre), un relato para adolescentes de Patricio Pron.
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