El museo secreto de Monet
Una exposici¨®n en Par¨ªs logra reunir la colecci¨®n privada del pintor, en la que figuraron m¨¢s de un centenar de obras de Renoir, C¨¦zanne, Pissarro o Delacroix
Para Claude Monet, coleccionar arte era una actividad ¨ªntima y pr¨¢cticamente clandestina. A lo largo de su vida, el maestro franc¨¦s lleg¨® a acumular numerosas obras firmadas por sus contempor¨¢neos, pero no las ense?¨® a casi nadie, ni tampoco habl¨® nunca de ellas. Solo rompi¨® ese silencio sepulcral poco antes de fallecer. En 1924, dos a?os antes de su muerte, se confes¨® en una conversaci¨®n con el escritor Marcel Tendron, que trabajaba en un libro sobre el pintor impresionista. ¡°Yo tambi¨¦n tengo mi colecci¨®n. Durante mucho tiempo tuve que contentarme con ver esos cuadros de paso, porque no pod¨ªa comprarlos. Pero soy un ego¨ªsta. Mi colecci¨®n es solo para m¨ª¡ y para algunos amigos. La guardo en mi habitaci¨®n, alrededor de mi cama¡±, afirm¨® el pintor.
Una exposici¨®n en el Museo Marmottan de Par¨ªs indaga ahora en este aspecto desconocido de su biograf¨ªa. Monet coleccionista, que se inaugura este jueves y permanecer¨¢ abierta hasta el 14 de enero, ha logrado restituir buena parte de esa colecci¨®n secreta, que concentr¨® lienzos de grandes autores como Delacroix, Manet, Caillebotte, Morisot, C¨¦zanne o Renoir. Reunir estas obras, hoy cotizad¨ªsimas y esparcidas por todo el mundo, ha sido una tarea ardua. ¡°Ha sido casi una investigaci¨®n policial¡±, afirma la conservadora jefa del museo, Marianne Mathieu. ¡°Tras la muerte del pintor, su colecci¨®n qued¨® desmembrada. Muchos de los cuadros que la integraban fueron vendidos por su hijo¡±. El primog¨¦nito del pintor, Michel, ten¨ªa una costosa pasi¨®n por los safaris y aprovech¨® la cuantiosa herencia pict¨®rica que le leg¨® su padre para sufragarla.
Por si fuera poco, la lista de obras que formaban parte de la colecci¨®n de Monet desapareci¨® durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. Para organizar la muestra, se tuvo que empezar casi de cero. ¡°Revisamos inventarios previos, correspondencia privada, cat¨¢logos de subastas y art¨ªculos de prensa¡±, explica la comisaria. Mathieu lleva m¨¢s de tres a?os trazando un nuevo inventario, localizando las obras en cuesti¨®n y tramitando pr¨¦stamos que muchos daban por casi imposibles. Logr¨® cerrar un listado de 125 obras, hoy dispersas en colecciones p¨²blicas y privadas. La muestra ha logrado concentrar 77 de ellas. Proceden de prestadores como el Museo de Orsay, la National Gallery de Washington, el Moma y el Metropolitan de Nueva York. El Museo de Bellas Artes de San Francisco ha enviado a Par¨ªs La argelina, exuberante retrato de Renoir. Por su parte, el Museo de Arte de Sao Paulo accedi¨® a ceder El negro Escipi¨®n, otro magn¨ªfico ¨®leo de C¨¦zanne.
Regreso a El Havre
La exposici¨®n en Par¨ªs coincide con otra muestra inaugurada esta semana en El Havre, la ciudad donde Monet vivi¨® a partir de los 5 a?os, que gira alrededor de Impresi¨®n, sol naciente, el lienzo de 1872 que dio nombre al movimiento impresionista. Es la primera vez que el cuadro, que representa el puerto de El Havre, regresa a esta ciudad francesa. El Museo Marmottan, depositario de la obra, ha accedido a prestarla con motivo del 500? aniversario de El Havre. El cuadro puede visitarse solo durante un mes, hasta el 8 de octubre, en el Museo de Arte Moderno Andr¨¦ Malraux (Muma) de la ciudad, pegado a la costa normanda. La exposici¨®n propone un di¨¢logo con treinta puestas de sol m¨¢s, pintadas por autores como Turner, Boudin, Vallotton o Raoul Dufy.
La muestra tambi¨¦n re¨²ne obras que, hasta ahora, se desconoc¨ªa que formaban parte de la colecci¨®n de Monet. Por ejemplo, una peque?a escultura de Rodin encontrada en una colecci¨®n privada francesa, que se expone ahora en p¨²blico por primera vez. En el reverso, cuenta con una dedicatoria que confirma su procedencia: ¡°Al gran maestro Monet. De su amigo, Rodin¡±. Los responsables de la muestra solo lamentan no haber podido reunir alg¨²n c¨¦zanne adicional, como Muchacho con chaleco rojo, imprestable desde su robo y reaparici¨®n en 2010.
El recorrido refleja las distintas etapas que caracterizan la trayectoria del poseedor de estos cuadros, que seleccionaba discretamente en subastas y salones. Nunca pujaba por ellos: prefer¨ªa mandar a un intermediario. Pese a sus ¨ªntimas relaciones con muchos de estos pintores, tampoco se dirig¨ªa directamente a ellos para conseguir los cuadros. Prefer¨ªa pasar por los marchantes, pese a los costes adicionales que eso supon¨ªa. ¡°Era una manera de separar la dimensi¨®n privada y la profesional¡±, explica Mathieu. Despu¨¦s los colgaba por todos los rincones de su casa en Giverny. A excepci¨®n de su atelier, un santuario en el que era mejor no correr el riesgo de padecer interferencias.
Regalos e intercambios
Las primeras salas recogen una serie de retratos de la familia Monet, a cargo de Manet, Renoir o Carolus-Duran, que lo inmortaliza con un sorprendente uniforme militar. Son, en su mayor¨ªa, regalos e intercambios que los pintores se hac¨ªan los unos a los otros, una pr¨¢ctica habitual en el c¨ªrculo impresionista. Caillebotte le regal¨® un esbozo de Calle de Par¨ªs, tiempo de lluvia, una de sus obras maestras. A cambio de un pr¨¦stamo para comprar su casa, Pissarro le obsequi¨® con sus Campesinas plantando estacas, por el que Monet siempre se sinti¨® fascinado. ¡°El cuadro est¨¢ inscrito en el postimpresionismo y demuestra la apertura gradual de Monet hacia estilos que desde?¨® en su juventud, igual que su apreciaci¨®n tard¨ªa del puntillismo de Signac¡±, analiza la comisaria.
Cuando tuvo suficientes medios para empezar a comprar obras, se decidi¨® por sus maestros: acuarelas del rom¨¢ntico Delacroix, pero tambi¨¦n peque?os formatos de Jongkin y Boudin, considerados precursores del impresionismo por haber sido de los primeros en pintar al aire libre. Despu¨¦s, se centr¨® en Renoir y C¨¦zanne. ¡°En esas obras busca una mirada complementaria. Compra cuadros de quienes tienen las mismas preocupaciones pict¨®ricas, aunque encuentren soluciones diferentes a las suyas. En toda la colecci¨®n no hay una sola obra que se parezca a lo que hace Monet¡±, asegura Mathieu. Sin embargo, su curiosidad no ir¨¢ m¨¢s all¨¢ de un radio razonable. Ni el cubismo ni el fauvismo, y todav¨ªa menos el dada¨ªsmo, que marcar¨¢n el progreso hacia las vanguardias, encuentran reflejo alguno en esta colecci¨®n.
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