¡°O serveix tot o no serveix res¡±
Volver a la voz sencilla de una bombilla, de un billete de tren o de un soplo de confeti. El Macba pone el foco en 'Poes¨ªa Brossa'
Tras perder la guerra, Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) hace como Giandomenico Tiepolo, se encierra en su estudio e inicia una obra al margen de la opini¨®n p¨²blica. Tras el colapso de la Rep¨²blica veneciana, Giandomenico pinta sus famosos Pulcinella, personajes enmascarados y siniestros de los que no se conocen las intenciones, solo juegan. Ciento cincuenta a?os despu¨¦s, tras la ca¨ªda de la Segunda Rep¨²blica, Brossa, que a diferencia del italiano est¨¢ en el inicio de su carrera, emprende un proyecto po¨¦tico inspirado en los enmascaramientos. Pero en vez de enmascarar personajes, enmascara el lenguaje. Es lo que recoge la exposici¨®n que le dedica ahora el Macba de Barcelona. Lo s¨¦, comparar a Tiepolo y a Brossa es un poquit¨ªn forzado y lo voy a dejar aqu¨ª, pero puede ser ¨²til para entender por qu¨¦ a Brossa le interesan los personajes de la Commedia dell¡¯Arte, Fregoli, el famoso ilusionista italiano de principios del XX, las bailarinas de ballet o la maquinaria teatral.
Frente a un poder que necesita ocupar todos los escenarios de la vida p¨²blica y cultural para legitimarse, frente al grotesco teatro de un r¨¦gimen en el que ¡°nada es lo que parece y todo representa lo que no es¡±, por utilizar la f¨®rmula de Agamben, la respuesta de Brossa es jugar en el mismo terreno que el enemigo: el de las apariencias.
Brossa abandona la prosa autobiogr¨¢fica que ha practicado durante la Guerra Civil para construir un proyecto po¨¦tico en el que la palabra ya no puede decir y la escritura ya no representa: poemas hipnag¨®gicos, arca¨ªsmos como la sextina, poes¨ªa esc¨¦nica, poes¨ªa concreta, striptease¡ Brossa se enfrenta al acartonamiento del franquismo, r¨¦gimen de un solo discurso, con la flexibilidad multiforme del lenguaje. Abandona todo inter¨¦s por la verdad y multiplica las mec¨¢nicas del enmascaramiento: descontextualizaci¨®n, calco, ejercicio de estilo.
Tras la victoria franquista, el castellano se ha convertido en el idioma impuesto por el r¨¦gimen, recept¨¢culo de las esencias identitarias de la nueva naci¨®n. En lugar de enfrentarse a ¨¦l con el catal¨¢n, lengua propia de la naci¨®n subyugada, Brossa dinamita la interpretaci¨®n rom¨¢ntica de la lengua para reivindicar las formas del dialecto. Brossa, que solo escribe en catal¨¢n, lo desmonta, lo pervierte, hace un poema con una sola letra, reproduce un comentario escuchado en la calle, vuelve a copiar las palabras le¨ªdas en un cartel y, para encontrar ¡°la s¨¦ptima cara del dado del poema¡±, para emancipar la letra de su bidimensionalidad, realiza poes¨ªa esc¨¦nica, espect¨¢culos en los que el lenguaje se hace acci¨®n y p¨²blico. Brossa reivindica los mecanismos que hacen posible la literatura, pero es antiliterario. O, por decirlo con sus propias palabras, del teatro no le interesa la literatura, sino el carnaval.
Brossa enfrenta a la lengua impuesta el idioma sin naci¨®n de quienes hablan al margen de los reg¨ªmenes. La m¨¢quina brossiana asimila, copia, reproduce, al tiempo que reh¨²ye toda referencia a las esencias. Al fin y al cabo, el enmascaramiento de la escritura brossiana desenmascara los mitos que van unidos a la lengua. Y todo eso ocurre de espaldas al p¨²blico. Brossa quiere tener su obra acabada antes de hacerla p¨²blica. ¡°?Qu¨¦ inter¨¦s puede tener dar fe de un itinerario que no ha sido completado?¡±, declara a?os m¨¢s tarde. Es precisamente entre 1956, que vuelve de una breve estancia en Par¨ªs, y 1962, a?o en que emprende la revisi¨®n de toda su obra, cuando da por terminado el encargo que ¨¦l mismo se ha impuesto. A partir de los sesenta la obra se hace p¨²blica. El estudio se convierte en el repositorio desde el cual se ordenan publicaciones, escenificaciones y objetos que ir¨¢n viendo la luz. Este repositorio no hay que imaginarlo como una biblioteca con vol¨²menes preparados para la publicaci¨®n, sino como archivo de poemas sueltos, frases, recortes de prensa, ideas anotadas en los m¨¢rgenes, obras teatrales y parateatrales. Brossa opera ordenando. Cada nueva clasificaci¨®n produce un nuevo libro. Cada nuevo libro es producto de una singular taxonom¨ªa. Brossa no crea, escoge.
Las tiradas de sus libros son cortas y los espect¨¢culos se estrenan en sesiones no comerciales. Brossa es un autor sin apenas p¨²blico porque es dif¨ªcilmente amortizable pol¨ªticamente. Es catalanista y antiburgu¨¦s, y en sus textos no esconde su adscripci¨®n de clase: ¡°?C¨®mo podr¨¢n los ricos y acomodados?/ celebrar como una fiesta la derrota castellana?¡±. No ser¨¢ hasta los a?os ochenta que Brossa se convierte en producto y su obra es adornada con un precio. Lejos de ser considerado un poeta nacional, Brossa es adoptado por el mercado del arte y finalmente por la ciudad que necesita un s¨ªmbolo que ennoblezca la Barcelona del dise?o. Pero, en la particular econom¨ªa de la producci¨®n brossiana, los documentos con los que trabaja solo tienen valor si son intercambiables. Los documentos que descansan en su estudio son como las letras de un abecedario, solo tienen sentido cuando se ordenan alrededor de un discurso. No hay una configuraci¨®n estable m¨¢s all¨¢ del horizonte de una obra completa (el ¡°o sirve todo o no sirve nada¡± del t¨ªtulo del art¨ªculo) que d¨¦ sentido a cada una de las partes. Entonces, la transformaci¨®n de los poemas en objetos ten¨ªa que interpretarse como una operaci¨®n en el universo del lenguaje, espacio reivindicado por el poeta. Ten¨ªa raz¨®n T¨¤pies cuando miraba con desconfianza la sacralizaci¨®n de los objetos brossianos.
¡®Poes¨ªa Brossa¡¯. Macba. Barcelona. Del 21 de septiembre al 25 de febrero.
Roger Bernat es autor y director teatral.
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