10.000 amantes de la literatura se dan cita en Montevideo y Buenos Aires
El festival Filba reuni¨® a escritores y lectores para reflexionar sobre estos ¡°tiempos violentos¡±

Lecturas de escritores consagrados y noveles, conferencias magistrales en auditorios llenos y lecturas ¨ªntimas en rincones de la Biblioteca Nacional argentina, una performance para (volver a) caminar con un libro en la mano, un recorrido por el museo junto a escritores, un concierto y una fiesta silenciosa de lectura. El fest¨ªn literario propuesto por el festival Filba Internacional incluy¨® estas y otras actividades a lo largo de diez d¨ªas entre Montevideo y Buenos Aires. Unos 10.000 amantes de los libros participaron en su novena edici¨®n, que termin¨® el domingo y tuvo como eje tem¨¢tico la violencia.
M¨¢s de una veintena de escritores extranjeros (procedentes de Espa?a, Chile, Colombia, M¨¦xico, Uruguay, Francia, Suiza, Inglaterra, Islandia, Nigeria y Estados Unidos) y un centenar de autores argentinos formaron parte de un festival que a?o tras a?o invita a descubrir nuevas voces y a probar c¨®cteles de literatura con otras artes. El cuentista estadounidense David James Poissant y la brit¨¢nica Claire-Louise Bennett, autores de El cielo de los animales y Estanque respectivamente, junto a la argentina Leila Sucari, quien debut¨® con su novela Adentro tampoco hay luz, fueron invitados tras haber publicado su primer libro. El franc¨¦s Jean Echenoz y la espa?ola Bel¨¦n Gopegui, en cambio, atrajeron a un p¨²blico que los sigue desde hace a?os.

A diferencia de la Feria del Libro, que supera el mill¨®n de personas, el Filba no es un evento masivo, pero s¨ª convoca a lectores fieles y voraces, de esos que se alimentan de las m¨²ltiples editoriales y librer¨ªas independientes de Buenos Aires y contribuyen a su fama como una de las ciudades m¨¢s lectoras del mundo. A cambio de una entrada para el concierto de la cantautora mexicana Julieta Venegas y el uruguayo Mart¨ªn Buscaglia del pasado viernes, el festival ped¨ªa un libro. Obtuvieron cerca de un millar de ejemplares, que ser¨¢n donados a una biblioteca de La Matanza, una de las localidades m¨¢s pobres del conurbano bonaerense.
El concierto, celebrado el viernes, fue uno de los platos fuertes del festival. De forma simult¨¢nea, Agustina Mu?oz y Mariana Obserztern pusieron en escena Una conversaci¨®n francesa, en la que reprodujeron una entrevista realizada hace 25 a?os a la escritora feminista Simone de Beauvoir. Los artistas Lola Arias y Ulises Conti aguardaban el s¨¢bado en un ascensor de la Biblioteca Nacional a los participantes de su recorrido perform¨¢tico, que inclu¨ªa caminar con un libro en la cabeza, pasear por los archivos de la instituci¨®n y leerle a un ¨¢rbol. Ese mismo d¨ªa, la poes¨ªa abraz¨® las consignas del colectivo Ni Una Menos en una rave l¨²dica y reivindicativa contra la violencia machista.
La violencia, columna vertebral
La violencia atraves¨® el festival, desde su inauguraci¨®n, a cargo de Juan Jos¨¦ Becerra, hasta mesas redondas, lecturas y conferencias. "Lamentablemente, es un tema de moda. Si no es terrorismo es Siria, es inseguridad; en M¨¦xico desaparecen miles de personas por el tema narco... Est¨¢ bueno hacer visible la violencia e invitar a los escritores e intelectuales a hablar", dijo a EL PA?S Pablo Braun, director del Filba, al argumentar la elecci¨®n.
"La literatura argentina empieza con una violaci¨®n", dej¨® escrito tiempo atr¨¢s David Vi?as y el escritor y profesor Mart¨ªn Kohan recuper¨® sus palabras para trazar un recorrido desde la primera obra literaria argentina, El matadero, escrita por Esteban Echeverr¨ªa en 1840, hasta la actualidad. Kohan asegur¨® que ya en esa obra fundacional hay una violencia que sigue presente, la del "Estado que viola la ley".
?Qu¨¦ papel juega la literatura contra la violencia?, se preguntaron muchos de los escritores. "La potencia de la literatura es muy intensa, pero claro, con 600 lectores por libro, su eficacia es reducida", lament¨® Kohan, tras destacar ejemplos de denuncia como la Carta abierta a la Junta Militar escrita por el escritor y periodista Rodolfo Walsh en marzo de 1977, un d¨ªa antes de ser asesinado y desaparecido por la dictadura.
A modo de resumen, Amalia Sanz, programadora del Filba, cree que los autores pusieron sobre la mesa "violencias legitimadas desde el Estado y la prensa, naturalizadas por las sociedades" que la ficci¨®n puede ayudar a visibilizar. Es el caso de la violencia machista en Chicas muertas, de Selva Almada, o la empleada por un padre sobre su hijo en El cielo de los animales de Poissant. Sobre la violencia pol¨ªtica, "en esta ¨¦poca en la que est¨¢ tan de moda la posverdad, la ficci¨®n puede denunciar a veces m¨¢s que el periodismo", agrega.
Sanz destaca el rol social del festival, del que son ejemplo la donaci¨®n de libros y la biblioteca abierta, en la que los lectores intercambian libros, y c¨®mo se complementa con otros programas de Filba, en especial el de formaci¨®n docente en escuelas. "Me parece que la literatura puede abrir un camino para la igualdad de oportunidades. Leer te abre otros mundos, te da lenguaje, te ayuda a construirte una identidad. Si es o no un camino para contribuir a la no violencia lo veo m¨¢s ut¨®pico", concluye.
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