Malignidad
La prosa de Evelio Rosero desiste en 'To?o Ciruelo' de ser precisa y tampoco se realza por la atm¨®sfera funesta que parece reclamar su tema, el mal predestinado
No es f¨¢cil, a no ser que se conceda a esta novela un cr¨¦dito inmerecido, transitar por las p¨¢ginas de To?o Ciruelo sin sentirse aturdido por una prolijidad indefinida, casi abstracta, no diligente con sus recursos, que no se aviene a concretar el marco espacial y se desliga de la atenci¨®n del lector. Un caso bien extra?o. Aqu¨ª la prosa de Evelio Rosero (Bogot¨¢, 1958) desiste de ser precisa y tampoco se realza por la atm¨®sfera funesta o execrable que parece reclamar su tema, que no es otro que el mal predestinado, no como infortunio, sino a la manera de quien se regocija felizmente en la vileza. La ausencia de trama y de nexos entre las historias, que son numerosas, impide seguir, con alguna orientaci¨®n, la ch¨¢chara del narrador, Eri Salgado, amigo de adolescencia y correr¨ªas de juventud de To?o Ciruelo, quien se le aparece en su casa, inopinadamente, tras 20 a?os de no saber nada de ¨¦l. La atracci¨®n y la repulsi¨®n que siente por su viejo amigo lo lleva a convertirlo en personaje de la novela que quiere escribir, sin equiparla con un argumento que la sostenga, m¨¢s all¨¢ de la cronolog¨ªa de algunos recuerdos de colegio y viajes presuntamente chistosos y l¨²bricos.
A To?o Ciruelo se le imputa un trastorno que desborda la novela hasta hacer de ella un espejo del caos
Tal vez se trate de vacilaci¨®n moral. El narrador fluct¨²a entre la fascinaci¨®n y el oprobio hasta preguntarse, en las p¨¢ginas centrales, ¡°?por qu¨¦ segu¨ªa con To?o Ciruelo y brindaba con ¨¦l, con el demonio?, ?era a causa de mi curiosidad de escritor, o era simplemente yo?¡±. Queda, pues, la suspicacia de adjudicar al narrador las atrocidades que ¨¦l atribuye a su personaje, pero el car¨¢cter presuntamente testimonial echa por tierra esta conjetura. De modo que la lectura no consigue anclarse en los sinuosos p¨¢rrafos que afirman la bajeza de To?o Ciruelo al tiempo que se desdicen, en una chocante confusi¨®n de atracci¨®n y repugnancia a la que el narrador se ve sometido por un tema que lo excede. Y aqu¨ª acaso estriba el desplante que arrastra la novela. To?o Ciruelo es para Eri Salgado buena materia literaria, pero la altura de sus destrezas para describirlo no alcanza a configurar su espesor. Se trata, sin embargo, de un asesino en serie, si bien con rasgos de taumaturgia ind¨ªgena (aunque viene de una familia ilustre: su padre es senador) capaz de sugerir al cronista que podr¨ªa carbonizar una mosca con un ¡°golpe de pensamiento¡±. A To?o Ciruelo se le imputa un trastorno que desborda la novela hasta hacer de ella un espejo del caos. Y esta es la percepci¨®n m¨¢s duradera que, no obstante, se ver¨¢ tambi¨¦n defraudada por la inclusi¨®n, al final de la novela, de un cuaderno escrito por To?o Ciruelo que se propone como alegato personal, la ausencia de culpa del criminal, reflexiones dolientes, exacerbadas de fatalismo nihilista (¡°Mi amor ser¨ªa matarme con mis manos¡±) y 60 hojas de insultos que por fortuna no se reproducen. Nada que contribuya a desentra?ar la malignidad del personaje.
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Autor:?Evelio Rosero.
Editorial:?Tusquets (2017).
Formato:?versi¨®n Kindle y tapa blanda (272 p¨¢ginas).
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