Visiones de Johanna (v¨ªa Dylan)

"?No es propio de la noche confundirte cuando tratas de evitarlo?", canta Bob Dylan en la primera estrofa de Visions of Johanna, tema del a?o 1966, incluido en Blonde on Blonde, que se revive y homenajea en la trama de Canci¨®n de Nueva York, pel¨ªcula de Marc Webb sobre los errores del amor y el asedio del pasado. Una obra dotada de un esp¨ªritu genuinamente neoyorquino ¨Den lo musical, en lo literario, en lo empresarial, en lo art¨ªstico, en lo sexual¨D, que sin embargo decae en un tramo final un tanto folletinesco e innecesario.

Con un guion de Allan Loeb de innegable atractivo, pero que a veces deambula, sin llegar a caerse, por el clich¨¦ de la ciudad, a medio camino entre una pel¨ªcula de Woody Allen y una novela de Paul Auster, Canci¨®n de Nueva York aborda un fascinante tri¨¢ngulo amoroso que enfrenta dos terrenos tan contradictorios como la bohemia y la intelectualidad. El "joven extraviado" de la canci¨®n de Dylan es, como muchos a su edad, un aspirante a rom¨¢ntico que, entretanto, nunca puede dejar de mirar de frente el peligro. Y en esa indecisi¨®n algunos espectadores, los m¨¢s listos de la clase, podr¨¢n verse reflejados. No solo por la duda razonable, sino sobre todo porque viene acompa?ada del retrato de dos universitarios que, sin alharacas cultas, hablan, se desenvuelven y gozan de expectativas y aspiraciones muy por encima de la media del cine contempor¨¢neo. Y ah¨ª su director, Marc Webb, autor de (500) d¨ªas juntos, seguro que tiene mucho que ver.

De la frescura de los dos chicos, interpretados por Callum Turner, una especie de joven Richard Gere con aires eruditos, y Kiersey Clemons, que tienen gustos y razonamientos inteligentes, y que sin embargo la acaban cagando ¨Desta vez, como todos a su edad¨D, viene lo mejor de una pel¨ªcula de toques contextuales, como esa pelea bajo la lluvia, sostenida tambi¨¦n en la relaci¨®n tutorial sobre la vida, el amor y la literatura entre el joven Turner y el precioso personaje derribado de Jeff Bridges.

Que el giro final, y su secreto, abaraten un tanto su trascendencia, en pos de lo melodram¨¢tico, no es ¨®bice para que sus virtudes sigan resaltando en un relato de actitudes equ¨ªvocas donde todos los roles acaban encontrando sus razones. Y, de fondo, una especial¨ªsima banda sonora donde brillan Lou Reed, Herbie Hancock y Simon & Garfunkel. Y, por supuesto, Dylan: "Mientras mi conciencia estalla, las arm¨®nicas tocan las llaves maestras y la lluvia".