Wim Wenders: cuando las fotograf¨ªas eran objetos
Durante a?os utiliz¨® la c¨¢mara Polaroid para registrar sus vivencias. Hoy una exposici¨®n y un libro a?oran este icono de la historia de la fotograf¨ªa
Tomar fotos con una Polaroid resultaba simplemente divertido para Wim Wenders (D¨¹sseldorf, 1945); un acto fresco y despreocupado que practicaba de forma constante. Desde los ¨²ltimos a?os de los sesenta hasta comienzos de los ochenta, las voluminosas c¨¢maras se convirtieron en su medio fotogr¨¢fico preferido. Por aquel entonces estaba aprendiendo los mimbres del oficio del cine, y estas im¨¢genes tomadas de forma intuitiva llegaron a ser una herramienta complementaria para su aprendizaje, as¨ª como un diario visual. Sin ning¨²n prop¨®sito en concreto, supon¨ªan ¡°una forma r¨¢pida de intentar "enmarcar" el mundo, para verificar el inter¨¦s por la gente, los lugares o los objetos, o simplemente recordar cosas¡±, tal y como recuerda el c¨¦lebre director de cine en un libro Wim Wenders: Instant Stories, una biograf¨ªa ilustrada que recoge 403 im¨¢genes acompa?ando de 36 historias narradas por el propio autor. La publicaci¨®n del libro coincide con una exposici¨®n en The Photographers' Gallery de Londres,?Instant stories, Wim Wenders?s Polaroids, que incluye 200 im¨¢genes de esta serie de fotograf¨ªas.
Las polaroids de Wenders capturan el mundo exterior que rodea al artista, as¨ª como su mundo interior e ¨ªntimo. La afici¨®n por la fotograf¨ªa la hered¨® de su padre y aunque nunca se ha considerado un fot¨®grafo la ha practicado en paralelo a su trayectoria cinematogr¨¢fica, de forma totalmente independiente. Ambas comparten un denominador com¨²n; 'el camino' como met¨¢fora de la existencia del hombre. Instant Stories es en cierto sentido un 'road movie', un periplo que recorre las vivencias, las inquietudes, las amistades, los viajes y las pel¨ªculas del artista, donde fotografiar y vivir van estrechamente unidos, influy¨¦ndose el uno al otro.
¡°Imprimir de un negativo no resultaba lo mismo¡±, escribe el autor con nostalgia. ¡°Mirar a una imagen en una pantalla no es lo mismo. No hay nada que se compare a la experiencia de la Polaroid. Era un peque?o acto de magia¡ El milagro estaba en su rotunda singularidad. Y en la objetividad que suger¨ªan, por no hablar de una sensaci¨®n de veracidad¡±.
¡°Tiene mucho m¨¢s sentido vivir en el tiempo presente¡±, dice la letra de Present Tense, de Pearl Jam, con la que acaba el libro. Sin embargo, Wenders nos sumerge en un viaje de a?oranza que comienza con su peque?o homenaje a las casi ya desparecidas m¨¢quinas de fotomat¨®n. Le sigue? una serie de retratos de su amigo el tambi¨¦n cineasta y escritor Peter Handke, con quien comenz¨® su trayectoria cinematogr¨¢fica (la adaptaci¨®n de la novela de Handke, El miedo del portero ante el penalti, fue su segundo largometraje). El conjunto de im¨¢genes es una ventana al pasado, ¡°un sano recuerdo de c¨®mo eran las cosas y de qu¨¦ hemos perdido. Entender que hemos perdido algo no es necesariamente nost¨¢lgico. Podr¨ªa ser tr¨¢gico¡±, se?alaba recientemente el artista al cr¨ªtico Sean O?Hagan en The Guardian.
Las polaroids destilan un aire de inocencia, de aventura y de placidez. Nos conducen por el primer viaje del autor a Nueva York, donde rinde tributo a Warhol fotografiando las latas Campbell. Nos adentran en Monumental Valley, muy alejado del reclamo tur¨ªstico en el que se ha convertido- donde los sitios para sacar fotograf¨ªas ya est¨¢n delimitados-. Nos trasladan el rodaje de La letra escarlata en Galicia. Uno de los momentos m¨¢s entra?ables es el relato en el que una extra?a en un bar, percat¨¢ndose de la soledad del extranjero alem¨¢n, le pasa un papel con su n¨²mero de tel¨¦fono. La extra?a result¨® ser Annie Leibovitz, con quien emprender¨ªa viaje hasta Los ?ngeles. Wenders fotograf¨ªa aquellas m¨¢quinas de escribir ¡°que nunca le dejaron tirado¡± en las noches cuando reescrib¨ªa las escenas de los rodajes. Y las im¨¢genes de las pel¨ªculas emitidas a trav¨¦s de las pantallas de televisi¨®n, en un momento en que no exist¨ªa el v¨ªdeo, como aquellas en las que capta a Dennis Hopper en Rebelde sin causa, quien m¨¢s tarde encarnar¨¢ a Tom Ripley bajo su direcci¨®n en El amigo americano. Viaja a Nueva York el d¨ªa en que asesinaron a Lennon: ¡°Cuando llegu¨¦ all¨ª, era parte de una silenciosa reuni¨®n de miles de personas. Era un acto de trauma colectivo¡±, escribe el artista. ¡°Todos hab¨ªamos perdido algo esencial que pens¨¢bamos no pod¨ªa acabar tan pronto. Para m¨ª significaba mi infancia, mi juventud¡±.
Han pasado 30 a?os desde que el artista tom¨® su ¨²ltima Polaroid, ¡°vivimos en un universo distinto, para bien o para mal¡±, destaca. ¡°El mundo que en su d¨ªa fue objeto de curiosidad y nostalgia, es ahora algo secundario, al que se puede dar la espalda. En su lugar el ego ha pasado a ser la principal atracci¨®n¡±. M¨¢s all¨¢ de la nostalgia, el autor se pregunta por el ¡®tsunami cultural¡¯ al que nos arrastra la era digital a trav¨¦s de las redes sociales, donde el ego que simboliza al individuo independiente, seguro y conforme consigo mismo se enfrenta al selfie, ¡°frecuentemente vac¨ªo, inseguro y aislado¡±. ¡°El arte de mirar ha cambiado¡± se queja el cineasta. ¡°?Podemos aun simplemente mirar algo en paz, felizmente, sin tomar una foto o hacer un v¨ªdeo? ¡°, se pregunta.
¡°Me alegra que estas Polaroids me (?les?) recuerden c¨®mo nos divert¨ªamos cuando las fotograf¨ªas exist¨ªan como ¡®objetos¡¯, ¨²nicos¡±, escribe el artista. ¡°Se pod¨ªan pasar de mano en mano, de uno a otro, una a una, singulares e inigualables. Cuando todos conoc¨ªamos a nuestros amigos porque realmente estaban ah¨ª¡±. Las cosas seguir¨¢n siendo cosas, mientras que los datos son solo datos. ¡°No son nada a no ser que se puedan leer. Y aun as¨ª son evanescentes, fr¨¢giles, corruptibles, fr¨ªos, ¡®feos¡¯ en el verdadero sentido de la palabra.
Instant stories, Wim Wenders?s polaroids. The Photographers' Gallery. Londres. Hasta el 11 de febrero.
Wim Wender: Instant Stories. Schirmer/ Mosel Verlag. 320 p¨¢ginas. 49.80 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.