Lorca sin calor
Pablo Messiez dirige una producci¨®n ambiciosa pero falta de una l¨ªnea rectora clara y oportuna
Bodas sin sangre
Autor: Federico Garc¨ªa Lorca. Versi¨®n y direcci¨®n: Pablo Messiez. Actores: Gloria Mu?oz, Carlota Gavi?o, Francesco Carril, Juli¨¢n Ortega, Estefan¨ªa de los Santos, Guadalupe ?lvarez Luch¨ªa, Pilar Berg¨¦s, Claudia Faci, Carmen Le¨®n, Pilar G¨®mez, Juan Ceacero, Fernando Delgado-Hierro. ?scar G. Villegas. Luz: Paloma Parra. Escenograf¨ªa y vestuario: Elisa Sanz. Madrid. Teatro Mar¨ªa Guerrero, hasta el 10 de diciembre.
Una producci¨®n de nivel en torno a una idea poco elaborada. Entreverado de canciones y de chistes a?adidos, este montaje de Bodas de sangre se queda entre dos aguas: no est¨¢ claro en qu¨¦ tiempo sucede, porque la p¨¢tina actual que le ha impreso Pablo Messiez marida mal con el l¨¦xico de los personajes, con el agro que habitan, con la pulsi¨®n tr¨¢gica que los mueve.
Incluso los fragmentos de otras creaciones lorquianas insertos aqu¨ª, est¨¢n tra¨ªdos con mejor voluntad que oportunidad. La puesta en escena del espect¨¢culo, el gran formato y el car¨¢cter conceptual de su escenograf¨ªa, las l¨ªneas generales de su dramaturgia, su traza est¨¦tica, todo evoca el modo de hacer propio del teatro alem¨¢n contempor¨¢neo, pero sin atisbo de un eje fuerte que articule la propuesta ni de una reescritura que ilumine la obra lorquiana desde otra ¨®ptica. Hay un abismo entre este trabajo y las reelaboraciones de piezas de Tennessee Williams firmadas por Frank Castorf o los montajes de Thomas Ostermeier sobre obras de Ibsen.
La acci¨®n interpretada por Claudia Faci a partir del pr¨®logo de Comedia sin t¨ªtulo parece una variante de una antigua performance suya dirigida por Mateo Feijoo. En l¨ªneas generales, entre los personajes no hay verdadero roce. Francesco Carril le imprime a Leonardo un ¨ªmpetu desasosegado oportuno, que pronto se hace demasiado evidente. Gloria Mu?oz saca adelante, con mucho oficio, el papel de la madre, aunque su dicci¨®n y maneras esta vez no se corresponden con la extracci¨®n rural del personaje.
Los invitados de la boda parecen esnobs de alg¨²n c¨ªrculo art¨ªstico: interpretan versos de Poeta en Nueva York o una canci¨®n de Leonard Cohen, como podr¨ªan decir cualquier otra cosa. Con el recuerdo de Alfredo Alc¨®n declamando el Romance de la luna en Haciendo Lorca, montaje de Llu¨ªs Pasqual, resulta doloroso escucharlo aqu¨ª, amplificado y sin musicalidad. Guadalupe ?lvarez Luch¨ªa, en cambio, le imprime a la nana calor y poso popular. Quien mantiene la vara recta en medio del remolino es Estefan¨ªa de los Santos, cuya criada transmite verdad, vida y fidelidad al car¨¢cter del texto.
Babelia
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