El Louvre Abu Dabi ve la luz en el desierto
El primer ¡°museo universal del mundo ¨¢rabe¡±, dise?ado por Jean Nouvel, abre sus puertas 10 a?os despu¨¦s del acuerdo entre el Gobierno franc¨¦s y el emirato
El rictus de extra?eza de Van Gogh parec¨ªa hoy por la ma?ana acentuarse en la sala del Louvre de Abu Dabi en la que uno de sus autorretratos (pintado en 1887) ejerce de atracci¨®n principal. Tal vez se estuviera haciendo la pregunta del gran viajero Bruce Chatwin ¡ª¡°?qu¨¦ hago yo aqu¨ª?¡±¡ª, mientras unos 300 periodistas recorr¨ªan en el d¨ªa de su presentaci¨®n al mundo el interior de la ¨²ltima creaci¨®n del arquitecto Jean Nouvel. Tras la visita este mi¨¦rcoles del presidente franc¨¦s,? Emmanuel Macron, el museo abrir¨¢ sus puertas al p¨²blico el s¨¢bado, 11 de noviembre, tras 10 a?os (cinco de ellos de retraso sobre el plan inicial). El coste de su construcci¨®n ha ascendido a m¨¢s de 500 millones de euros.
Paseando por sus dependencias, donde por la ma?ana todo ol¨ªa a nuevo, fue inevitable pensar que la cultura de la franquicia art¨ªstica cruza esta semana un nuevo Rubic¨®n. ?Tiene sentido lejos de su contexto occidental una pintura de Mondrian, primera obra que el museo adquiri¨® en 2009 para su colecci¨®n permanente? Seguramente el mismo, opina Manuel Rabat¨¦, director de la sucursal en el emirato, que cuando Napole¨®n se llev¨® de regreso de su campa?a egipcia, a finales del siglo XVIII, un mont¨®n de piezas de arte que acabaron en el acervo del museo del Louvre, el m¨¢s visitado del mundo (7,3 millones de entradas vendidas en 2016). Algunas de esas obras hacen ahora el viaje de vuelta a la regi¨®n, junto al c¨¦lebre retrato del emperador cruzando los Alpes, de Jacques-Louis David. ¡°?No ha sido siempre ese intercambio de objetos el que ha regido la historia de los museos?¡±, se ha preguntado Rabat¨¦ despu¨¦s de una abarrotada conferencia de prensa en la que se agotaron los superlativos (¡°un d¨ªa hist¨®rico¡±, ¡°el m¨¢s ambicioso proyecto del siglo XXI¡±, ¡°un evento que ser¨¢ recordado durante generaciones¡±¡).
Casi toda la atenci¨®n y los flases fueron para la majestuosa c¨²pula de 180 metros de di¨¢metroy 7.500 toneladas que cubre el complejo, construida, como el resto del centro, construido por la empresa espa?ola SANJOSE en joint venture con Arabtec. La celos¨ªa, perforada por estrellas de formas irregulares, deja entrar el sol creando reflejos caprichosos en el patio en torno al que se articula el museo. Este martes, un d¨ªa de noviembre por encima de los 30 grados, se han agradecido las corrientes de aire que la estructura propicia.
El efecto buscado es el "de un ¨¢gora", ha explicado Nouvel. A su alrededor se levantan los 55 cubos blancos que albergan las galer¨ªas, el restaurante y el resto de las zonas comunes. ¡°Quiero pensar en el conjunto como en una medina ¨¢rabe, con sus calles estrechas que separan las casas¡±, ha a?adido el arquitecto, que defiende como estrategia la mimesis con las tradiciones constructivas del lugar frente a los edificios que caen como ¡°paracaidistas¡±.
Siendo justos, la construcci¨®n, que se antoja peque?a cuando uno se acerca a ella desde la ciudad y crece una vez en el interior, se asemeja m¨¢s a un ovni. Y cumple con creces su primera funci¨®n: la celos¨ªa ya es s¨ªmbolo del edificio, ubicuo en folletos, en bolsas de tela y en las se?ales de tr¨¢fico que indican el camino hacia la isla de Saadiyat, donde el reci¨¦n estrenado icono de este nuevo mundo de rascacielos, autopistas y otros espejismos del desierto se yergue en mitad de un no-lugar, donde todo, aparcamientos, jardines y otros museos como el postergado Guggenheim de Abu Dabi, est¨¢ a¨²n por terminar.
¡°El primer museo universal del mundo ¨¢rabe¡±, seg¨²n reza el eslogan, propone desde el punto de vista museol¨®gico una lectura de inevitable sesgo franc¨¦s de la historia del arte, el poder transformador del viaje, las civilizaciones y la globalizaci¨®n. El recorrido, compuesto por unos 600 objetos (la mitad, pr¨¦stamos franceses y la otra mitad, de la incipiente colecci¨®n permanente), est¨¢ se?alado por una museograf¨ªa en la que no se han ahorrado materiales costosos y que a ratos se hace un tanto kitsch (ay, esas vitrinas triangulares).
Acuerdos y pr¨¦stamos millonarios
El acuerdo entre Abu Dabi y Francia, firmado en marzo de 2007, incluye el permiso para usar el nombre del Louvre durante 30 a?os y seis meses, as¨ª como la obligaci¨®n de prestar obras para las galer¨ªas del nuevo museo durante 10 a?os en una cantidad que ir¨¢ decreciendo de las 300 actuales, seg¨²n vaya aumentando su colecci¨®n permanente, que ya cuenta con m¨¢s de 600 piezas. El Louvre de Abu Dabi tiene derecho a pr¨¦stamos para exposiciones temporales durante 15 a?os. Por todo ello, se acord¨® el pago de unos 1.000 millones de euros.
El Louvre de Abu Dabi es el primero de los grandes proyectos terminados en la isla de Saadiyat, con la que el emirato pretende incentivar el turismo con el reclamo de la cultura. Se prev¨¦ la construcci¨®n de una sucursal del Guggenheim, dise?ada por Frank Gehry, as¨ª como el Museo Nacional Zayed, obra de Norman Foster. Para este centro, el emirato hab¨ªa firmado una colaboraci¨®n con el British Museum, que la instituci¨®n londinense dio por terminada en octubre. Ambos proyectos han sufrido graves retrasos.
El relato arranca en el a?o 6.500 a. C., fecha de un busto monumental bic¨¦falo, hallado en el yacimiento jordano de Ayn Ghazal, y termina hoy mismo, en la forma de un bajorrelieve de inspiraci¨®n mesopot¨¢mica creado para el centro por la artista de los mensajes lum¨ªnicos, Jenny? Holzer. La ordenaci¨®n es doble, cronol¨®gica y tem¨¢tica, y las salas se suceden distribuidas por asuntos como la cosmograf¨ªa, el nacimiento de los primeros imperios o la creaci¨®n del mundo moderno. Todo tiene una clara intenci¨®n pedag¨®gica, tal vez porque, como ha argumentado la subdirectora del museo, Hissa Al Dhaheri, se trata ¡°tambi¨¦n de generar una comunidad de amantes del arte en Abu Dabi, hasta ahora muy modesta¡±. Atraer, al estilo del Guggenheim de Bilbao, a los pudientes miembros de la tribu global del turismo cultural es otro de los objetivos declarados de la instituci¨®n.
Entre las obras llegadas gracias al acuerdo gubernamental entre el emirato y Francia, que facilita el pr¨¦stamo de una agencia que gestiona las colecciones no solo del Louvre, sino de otras 12 instituciones, como el Pompidou, el Orsay o el Quai Branly, destacan pinturas de Manet, Leonardo Da Vinci o Rothko, esculturas de Rams¨¦s II o Giacometti y fotograf¨ªas de Man Ray. La regla, que cuenta con sus propias excepciones, es que las piezas se queden aqu¨ª durante un a?o antes de ser reemplazadas por otras nuevas enviadas desde Par¨ªs.
El efecto logrado es el de un museo totalizador en miniatura, en cuyas ¨²ltimas salas se hace evidente otro de los grandes males del arte de nuestro tiempo: la uniformidad de la n¨®mina de artistas seleccionados. Un yves klein aqu¨ª, un smithson all¨¢ o un ai weiwei un poco m¨¢s lejos pugnan por la atenci¨®n del visitante. El conjunto es al mismo tiempo un final y un principio de lo que la sucursal de Abu Dabi persigue, seg¨²n el presidente del Louvre (original) Jean-Luc Martinez: ¡°Contar c¨®mo hemos llegado a esto a trav¨¦s de las interconexiones culturales que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad". Por suerte o por desgracia, ni Van Gogh ni Chatwin est¨¢n entre nosotros para corroborarlo.
Babelia
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