Arcimboldo, m¨¢s bot¨¢nico que surrealista
El Bellas Artes de Bilbao re¨²ne por primera vez las tres obras en Espa?a del artista del XVI que populariz¨® las cabezas de frutas y flores en una muestra que reivindica su mirada cient¨ªfica
De una humilde familia de pintores, lleg¨® a tener tratamiento de noble en la potentada corte de los Habsburgo del siglo XVI. Gracias, en gran medida, a las frutas, verduras, flores y animales que ven¨ªan del Nuevo Mundo. Giuseppe Arcimboldo (Mil¨¢n, 1526-1593) se qued¨® deslumbrado con aquella fauna y flora que entonces resultaba tan ex¨®tica y fue introduciendo en sus cuadros ma¨ªz, berenjenas, tomates, pimientos, peon¨ªas, lirios, claveles, aguile?as, mariquitas, lagartos o saltamontes.
Lo hizo despu¨¦s de reconocer sus limitaciones y dejar los retratos al uso, que carec¨ªan de alma, para dedicar su innegable virtuosismo a pintar fant¨¢sticas cabezas compuestas (teste composte) que le granjearon fama y dinero y le abrieron las puertas de la historia de la pintura y de la retina del p¨²blico, que reconoce de inmediato sus creaciones, m¨¢s bot¨¢nicas que surrealistas, como se presentaron a principios del siglo XX.
Ya en sus a?os en la corte de Viena y Praga cosech¨® un enorme ¨¦xito. Todos quer¨ªan un afrutado y bot¨¢nico cuadro del manierista italiano. Pero no han pervivido muchas pinturas originales, poco m¨¢s de una treintena en todo el mundo. Y solo tres en Espa?a. Al menos eso es lo que est¨¢ documentado (siempre puede haber un coleccionista muy discreto).
Esos tres ¨®leos, Flora (1589), Flora meretrix (1590) y La primavera (1563) se exhiben juntos por primera vez desde hoy en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en la exposici¨®n cuyo t¨ªtulo es di¨¢fano: Arcimboldo. Las floras y La primavera. Las dos primeras proceden de una colecci¨®n particular espa?ola (se pudieron ver hace tres a?os en la Fundaci¨®n March) y la tercera es una de las piezas m¨¢s ic¨®nicas de la colecci¨®n de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, radicada en Madrid.
¡°Es una exposici¨®n peque?a, pero matona¡±, afirm¨® ayer el director del centro, Miguel Zugaza, cuyo desenvoltura para sintetizar en titulares exposiciones hist¨®ricas viene refrendada por sus casi 15 a?os al frente del Prado. Los originales est¨¢n arropados por 11 obras relacionadas con Arcimboldo; dos buenas copias (de la ¨¦poca) de la serie Las estaciones: El oto?o y El invierno, de la colecci¨®n de la duquesa de Cardona; retratos de algunos de los protectores y coleccionistas, como el de los emperadores austriacos Maximiliano II (de Antonio Moro, pr¨¦stamo del Prado) y su hijo Rodolfo II (de Alonso S¨¢nchez Coello, de la colecci¨®n real de la reina Isabel II), o tres tratados de bot¨¢nica y de ciencia, que evidencian sus intereses y la sofisticaci¨®n intelectual del artista y de la corte que frecuentaba.
Hoy es un pintor incluso popular. Pero vivi¨® siglos de ostracismo, ¡°un prolongado e injusto olvido hist¨®rico¡±, en palabras de Zugaza, hasta su redescubrimiento a principios del siglo XX gracias al primer director del MoMA de Nueva York, Alfred H. Barr, que lo incluy¨® entre los artistas precursores del movimiento surrealista europeo en la ahora legendaria exposici¨®n Fantastic Art. Dada Surrealism (1936-37). ¡°Desde entonces, su popularidad ha ido creciendo, principalmente a trav¨¦s de sus cabezas compuestas¡±, agreg¨®.
Patrocinada por Banca March y abierta hasta el 5 de febrero, la exposici¨®n es peque?a pero sostiene una tesis potente: la lectura surrealista de la obra de Arcimboldo obedece a una mirada del siglo XX sobre una obra del siglo XVI que no se corresponde con el ¡°af¨¢n erudito¡± del pintor, apunt¨® Zugaza, ni con su voluntad de reflejar de manera cient¨ªfica la naturaleza y el periodo hist¨®rico en el que vivi¨®, la curiosidad por los hallazgos provinientes de Am¨¦rica o el impacto est¨¦tico de las ilustraciones de los tratados de plantas y animales del Nuevo Mundo.
Leonardo da Vinci
El coordinador de la muestra, Jos¨¦ Luis Merino, explic¨® que las caracter¨ªsticas cabezas compuestas de Arcimboldo no son originales, pero las elev¨® a la ¡°m¨¢xima calidad¡±. El actual director del Prado, Miguel Falomir, se?ala en el cat¨¢logo que la ascendencia de Leonardo da Vinci en la obra de Arcimboldo se reconoce tanto por ser el creador de las ¡°teste grottesche e di carattere¡± (cabezas grotescas y de caracteres) como por su aproximaci¨®n a la naturaleza. En el Mil¨¢n natal del manierista se mantuvo largamente la influencia de Leonardo.
Las cabezas de Arcimboldo no son el fruto de la fantas¨ªa intransferible de un genio como, por ejemplo, El Bosco, sino la plasmaci¨®n de una tradici¨®n y de las inquietudes del momento realizadas con una gran inventiva y precisi¨®n, no exenta del placer l¨²dico de la pintura.
Merino a?adi¨® tambi¨¦n que Arcimboldo pretend¨ªa reflejar la grandiosidad y poder¨ªo del entonces emperador del Sacro Imperio Romano Germ¨¢nico, Maximiliano II (1527-1576), contempor¨¢neo de Felipe II, y de su hijo Rodolfo II, emperador del Imperio Austro-H¨²ngaro, para los que pint¨® varias obras.
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