M¨¢s armas que alma
La funci¨®n se sostiene por el vigor y el empe?o con los que Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n tira de ella
La ciruj¨ªa pl¨¢stica poco favorece a los cl¨¢sicos. Estas Troyanas son las de Eur¨ªpides, menos narigadas y con relleno en los p¨®mulos. Mejor hubiera sido dejar su perfil aguile?o tal cual es o afilarlo m¨¢s todav¨ªa. Alberto Conejero, autor de la versi¨®n, y la directora Carme Portaceli han quitado de en medio a los dioses, que pintan mucho en el original eurip¨ªdeo, y al rey Menelao, esposo de Helena; han reducido a su expresi¨®n m¨ªnima las intervenciones corales y han sacado a escena de manera arbitraria a Polixena, hija de H¨¦cuba, y a Briseida, viuda del rey Mines, cuyos servicios se disputaron Aquiles y Agamen¨®n.
Al prescindir del pr¨®logo, donde Atenea y Poseid¨®n moldean a su antojo la suerte de helenos y troyanos (como las potencias reconfiguran el Oriente Pr¨®ximo actual), y de la eur¨ªtmica alternancia entre di¨¢logos y coros, el espect¨¢culo, salvada la favorable impresi¨®n inicial, se aplana y no alcanza el patetismo del texto original.
TROYANAS
Autor: Eur¨ªpides. Versi¨®n: Alberto Conejero. Int¨¦rpretes: Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, Ernesto Alterio, Pepa L¨®pez, Maggie Civantos, Miriam Iscla, Alba Flores, Gabriela Flores, Pablo Cordero N¨²?ez, Alejandro L¨®pez. Movimiento: Ferran Carvajal. M¨²sica: Jordi Collet. Vestuario: Antonio Belart. Luz: Pedro Yag¨¹e. Escenograf¨ªa: Paco Azor¨ªn. Direcci¨®n: Carme Portaceli. Madrid. Teatro Espa?ol, hasta el 17 de diciembre.
Mediante el relato de la conquista de Ili¨®n por los aqueos mil a?os antes de Cristo, Troyanas se hace eco de la masacre cometida por los atenienses en la isla de Melos meses antes del estreno de la obra (en el 415 antes de nuestra era), durante la Guerra del Peloponeso, contra una coalici¨®n liderada por Esparta. Eur¨ªpides no solo narr¨® la contienda desde el punto de vista de las mujeres del bando derrotado sino que tuvo el arrojo de hacer una analog¨ªa entre estas y las nativas de Melos esclavizadas por los conciudadanos del autor, a los cuales pronostic¨® adem¨¢s que el infortunio acabar¨ªa reparti¨¦ndose por igual entre vencedores y vencidos. As¨ª fue: la guerra se dio la vuelta, los atenienses resultaron barridos y toda Grecia se empobreci¨®.
Acomodar a nuestra ¨¦poca obra que sucede en un tiempo m¨ªtico pero que alude a una contienda en la que la patria del escritor particip¨® es tarea que no cabe resolverse proyectando im¨¢genes de una ciudad siria bombardeada recientemente y menos de Alepo: la analog¨ªa podr¨ªa hacerse en todo caso con alguna de las poblaciones tomadas por el Daesh, que esclaviz¨® a miles de mujeres en su califato, recientemente derrocado. Por su tipograf¨ªa contempor¨¢nea (recuerda al logo del Centro de Documentaci¨®n Teatral), la enorme T corporativa que preside el escenario tampoco resulta acorde con el patetismo de la pieza.
Queriendo llevarlo m¨¢s all¨¢, versi¨®n y montaje ofrecen una mirada redundante sobre el alegato antibelicista de Eur¨ªpides. La puesta en escena y las interpretaciones son de buena factura, pero m¨¢s que a lo tr¨¢gico tienden a lo vehemente y no alcanzan su punto de humo. Que Miriam Iscla encarne a Casandra y Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n a H¨¦cuba, su anciana madre, siendo la actriz catalana algo mayor que la hispanoitaliana es una elecci¨®n inescrutable. Si la funci¨®n se sostiene es por el vigor y el empe?o con los que Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n tira del carro en su papel catalizador, para el que saca provecho de su experiencia como Medea en el montaje de Andr¨¦s Lima. Ernesto Alterio dota al papel de Talticio de una productiva extra?eza.
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